Alan Talevi, Delfina Vilieri y Milagros Kirpach conversaron sobre la dificultad de ofrecer tratamientos personalizados, más eficientes y accesibles
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Tres personas, tres historias, y tres emprendimientos distintos entre sí, pero con un objetivo en común: generar impacto. Sobre esto conversó José Del Rio, secretario general de Redacción de LA NACION, con Alan Talevi, emprendedor y cofundador de la startup de biotecnología Boolzi; Delfina Vilieri, fundadora de Embryoxite −startup que busca reducir la infertilidad mediante el desarrollo de un test molecular no invasivo−; y Milagros Kirpach, CEO de No Pausa −plataforma dedicada al bienestar de mujeres mayores de 40 años en peri, meno y post menopausia−, en el Capítulo 5 del Summit de Salud organizado por el medio.
Con la exigencia de una disponibilidad full time y el esfuerzo desmedido por hacerse un nombre en un campo lleno de contrincantes, apostar por un emprendimiento no es una decisión fácil. En el caso de Milagros Kirpach, ella reveló que nunca imaginó serlo y que tampoco lo eligió hasta que le sucedió. “Años atrás Miriam, mi primera socia, me contaba que llevaba casi tres años intentando detectar cuál era el origen de su malestar”, contó. “Tiempo después y tras varios diagnósticos equivocados resultó ser que estaba entrando en una etapa normal de la biología de la mujer: el climaterio (fase que marca la transición de la etapa reproductiva a la no reproductiva)”, recordó sobre el puntapié que despertó el proyecto No Pausa.

Abordando la problemática reproductiva, Delfina Vilieri explicó que, en el caso de Embryoxite, buscan mejorar la probabilidad de embarazo en los tratamientos de fertilización in vitro gracias a un test no invasivo que predice la probabilidad de cada embrión de generar un embarazo. Sobre el origen del proyecto, relató: “Esto comienza en 2015 con una investigación de Iván Anduaga, nuestro CEO y embriólogo con más de 20 años de experiencia, junto con dos científicos que buscaban reducir los intentos que tiene que hacer un paciente para lograr el embarazo".
También con motivo de reducir costos, tiempos y mejorar la experiencia del paciente, Alan Talevi explicó que en Boolzi desarrollan algoritmos capaces de detectar a demanda moléculas que tienen una actividad farmacológica específica. “A partir de 2020 tuvimos la posibilidad de colaborar con una multinacional farmacéutica y eso nos permitió validar el poder predictivo de nuestros algoritmos a gran escala”, reveló.
En comparación con un screening farmacológico masivo, en su compañía logran aumentar hasta 40 y 50 veces la probabilidad de encontrar una molécula con la actividad farmacológica deseada.

Mejorar la salud con precisión, inteligencia y empatía
Los datos son concretos, en el caso de las mujeres solo 1 de cada 5 conecta los síntomas de malestar que tiene con los cambios hormonales. El diagnóstico tardío, explicó Kirpach, se traduce en tratamientos pocos efectivos o equivocados. Por eso, desde su startup tienen el objetivo de reducir esa jornada de dolor con un test de autoevaluación de 10 minutos cuyos resultados permiten acercar a las mujeres a tratamientos personalizados.
Lo mismo hace Vilieri desde su compañía: “A través de modelos propios nosotros predecimos la probabilidad de embarazo que tiene cada embrión. Esto permite alejarse de las técnicas invasivas que no solo perjudican al paciente sino también al profesional y a las clínicas”.

Si de precisión se habla, Talevi resaltó que hoy la industria farmacéutica puede llegar a tardar hasta 12 años para dar con un medicamento. “Por cada éxito hay un montón de moléculas que fracasan en el camino y eso es un problema social y humanitario porque el precio final de un medicamento acarrea a sus espaldas el costo de los intentos fallidos”, ilustró. Todo lo que uno puede hacer hoy con la tecnología y la IA, añadió, permite acelerar ese ciclo y volverlo más eficiente y obtener así medicamentos más innovadores y accesibles.
Consultados por Del Rio sobre el sueño que más anhelan alcanzar con sus proyectos, los tres dieron respuestas distintas: “Los esfuerzos están puestos para que este test llegue al mercado y podamos ayudar a más de 186 millones de personas con problemas de fertilidad”, respondió Vilieri. “Que al menos una molécula que hayamos identificado nosotros llegue a los pacientes”, simplificó Talevi. “Que la peri, meno y post menopausia se visibilicen tanto que no tengan que estar en agenda”, concluyó Kirpach.
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