Es una herramienta que abre puertas a un amplio abanico de otras habilidades que favoren el crecimiento personal y laboral
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Es una habilidad, aunque hay quienes aseguran que se trata de un arte, que permite organizar el discurso y expresarse con asertividad, ordenando los distintos elementos que lo componen. Algunas personas tienen el don nato de la oratoria, otras necesitan adquirirla. Es, claramente, una herramienta práctica en la vida diaria. En un sentido más profundo, su adquisición brinda una sensación de superación y abre las puertas a un amplio abanico de otras habilidades, favoreciendo el crecimiento personal.
En la práctica, la oratoria permite, a partir de un argumento, llevar a cabo la presentación de un tema, organizar los argumentos que lo sustentan y elaborar una conclusión, retomando el inicio del discurso. “También tiene su parte receptiva, que es tener la atención suficiente como para descifrar, de aquello que me están diciendo, cuál sería la introducción, cuáles serían los argumentos y desarrollar la escucha activa para poder interpretar y descifrar si las conclusiones a las que está llegando mi interlocutor están en sintonía con lo que yo suponía que iba a suceder. Y si no están en sintonía, saber cómo puedo, llegado mi momento y mi turno, interactuar de un modo asertivo también, partiendo de la escucha” sostiene Bettina Schettini, licenciada en fonoaudiología (M.N. 9977), magister en neuropsicología infantil y neuroeducación.
La oratoria está asociada a las habilidades discursivas (speaking skills) y tiene dos aspectos. “Uno se vincula con el desarrollo personal y el otro con el terapéutico. El punto de vista del desarrollo personal está muy relacionado con lo terapéutico porque muchas personas tienen ansiedad social y eso les genera dificultades para hablar en público. Pasa desde niños. Hay gente que tiene miedo de dar examen oral y genera muchísima ansiedad: no puede dormir, tiene síntomas como inquietud y nerviosismo.
Por otro lado, a medida que va creciendo, esa persona puede tener después dificultades laborales. Por ejemplo, una persona que trabaja en una empresa y en algún momento, para ascender, tiene que hacer alguna presentación en público y tiene dificultad para hacerlo. O, por ejemplo, un profesional exitoso al que genera ansiedad social, nerviosismo, preocupación el hablar en público, por ejemplo, en un congreso”, explica Ricardo Corral, médico psiquiatra (M.N. 67653), jefe del departamento de Docencia e Investigación del Hospital Borda y presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP).

Una habilidad a menudo pasada por alto
Según una publicación del Virginia’s Collegiate Honors Council, “hablar en público es una habilidad para la vida insustituible, a menudo pasada por alto. A pesar de su relevancia en todos los trabajos, los profesionales y los adolescentes a menudo evaden hablar en público, experimentan un estrés extremo y no confían en sus habilidades. Cuando las personas experimentan una ansiedad grave y debilitante al hablar en público, se les puede diagnosticar ansiedad por hablar en público (PSA). Las causas definidas y examinadas fueron la baja confianza en sí mismo y las malas experiencias pasadas”.
Cuestiones personales como inseguridad personal, falta de autoconfianza y baja autoestima están asociadas a dificultad en las habilidades discursivas. “El camino inverso para modificar eso hacia una seguridad personal, mejorar la autoestima y sentirse seguro de sí mismo, es expresar verbalmente. Eso se logra a través de un entrenamiento que, incluso, muchos profesionales lo hacen, que se llama speaking skills, que son las habilidades comunicacionales que permiten que una persona se pueda expresar correctamente, mejorando la articulación de la voz, el discurso y, sobre todo, que no se sienta amenazada frente al auditorio.
El punto fundamental es que la persona que va a hablar siente que puede ser observada y, de alguna manera, examinada. Lo cual es cierto en el contexto de un examen o incluso en una actividad profesional, pero el tema es que, en estos casos, esto genera una ansiedad excesiva que le impide a la persona posicionarse y defender lo que está diciendo”, apunta Corral.

Schettini asegura que, si uno puede tomar conciencia del valor de las palabras, de la importancia de los silencios y de la riqueza que tiene el lenguaje para matizar aquello que se dice, con distintos volúmenes de voz, con distintas inflexiones, con determinadas pausas y con determinado orden, “se va a poder ser asertivos con lo que se está diciendo, no se va a confundir, repetir y dar vueltas sobre una misma idea. Y por otro lado se va a desarrollar esta asertividad para descifrar lo que hay más allá de las palabras de aquellos que están hablando”, describe. Y esto no se limita a los adultos. Bettina Schettini trabaja con niños, a quienes enseña a organizar el discurso. “En los niños también se trabaja esto de organizar lo que se va a decir. Con chicos se utilizan palabras claves que son, por ejemplo, primero, después y al final. Y se hace una introducción a lo que sería la introducción del tema, la argumentación y el desenlace o la conclusión”, detalla la fonoaudióloga.
El trabajo para mejorar la oratoria requiere de entrenamientos especiales, en los que “se utiliza mucho lo que tiene que ver con exponerse a la situación de hablar y entrenar el discurso. Se hace como si fuera una situación de ejercicios. También lo utilizan mucho los políticos y los funcionarios que se entrenan para un discurso”, destaca el psiquiatra.

Adquirir el “arte de la oratoria” lleva tiempo
Quien desee desarrollar el arte de la oratoria no lo va a conseguir de un día para el otro, sino que es el fruto de un trabajo y de una práctica que lleva tiempo. Sin dudas que lograrlo aporta mejoras a nivel personal. “Mientras más seguro está uno de lo que siente y de lo que piensa, hay un incremento del autoconocimiento que lleva a la autovaloración, a saber cuánto uno vale y a entender qué se quiere transmitir a partir de las propias convicciones. Esto va de la mano de la autoestima. Uno se valora porque se conoce y reconoce estos valores como virtudes y se quiere y se estima y se considera un ser valioso en este mundo.
La oratoria permite ordenar los estados mentales, que son los pensamientos, los sentimientos y todas aquellas cuestiones que pasan por la mente de la persona. Mientras son ideas, pensamientos y sentimientos, todavía no tienen estructura lingüística. Al momento de otorgarle estructura lingüística, se pone en juego la parte más rígida del lenguaje. La oratoria permite obtener la flexibilidad suficiente para decir aquello que se quiere decir y poner en palabras lo que se quiere transmitir”, afirma la profesional especializada en neuroeducación.
De la mano de una mejor autoestima, mayor confianza y seguridad en sí mismo se genera “un círculo virtuoso en el cual la persona va obteniendo una buena visión de las personas con las que está interactuando, ya sean alumnos, colegas o profesionales, y, de esta forma, se siente seguro de sí mismo y mejora su autoestima”, agrega Ricardo Corral.
¿Quiénes se benefician? Según Schettini, la capacidad de ordenar el discurso y de expresarse asertivamente ayuda a todas las personas. Sin embargo, aquellas que tienden a ser más dispersas en su discurso, tener la guía que brinda la oratoria les permite ordenarse y poder iniciar y finalizar una idea, marcando los puntos esenciales. “A las personas que tal vez por una cuestión de timidez o de baja autoestima sienten, sospechan, piensan que aquello que dicen no va a ser valorado o no va a ser oído en su totalidad, les da la posibilidad de reducir al máximo el discurso, sin perder las partes esenciales. Y a los niños que están en desarrollo de las habilidades de interacción comunicativa, les brinda herramientas donde no solo se desarrolla el modo en que se dicen las cosas, sino el modo en el que se escucha a otro decir las cosas. Mientras más claro sea el discurso, menos ruidos en la comprensión van a aparecer”, expresa.
Se trata de un instrumento muy valioso en el campo de la comunicación y el lenguaje, así como en el de la fonoaudiología. “Es una herramienta que se utiliza en personas con desafío en la comunicación, que requieren optimizar el recurso lingüístico para potenciar algunas otras habilidades. Y en personas con alteraciones del ritmo del habla, o con alteraciones en la dicción, les permite optimizar el discurso”, afirma Bettina Schettini.
Al alcance de la mano, los cursos de oratoria son un recurso que contribuye a obtener los más variados objetivos, que van desde un deseo de crecimiento laboral hasta la voluntad de avanzar en el desarrollo personal. En todos los casos, los beneficios están asegurados.
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