“Era el más violento”: un testigo complicó al ladrón disfrazado de judío ortodoxo juzgado por el homicidio de un policía

El testigo no lo dudó y espetó: “Era el más violento”. Y recordó que a él y a su hijo lo golpeó con la culata de un arma. Pasaron cuatro años y siete meses desde que Francisco Mansilla, sentado ahora en el banquillo de los acusados, ingresó en su financiera de Florida, Vicente López, vestido como lo suelen hacer los judíos ortodoxos, y no pudo olvidar el nivel de violencia ejercida durante un robo que terminó con el homicidio de Marcelo Acuña, un teniente primero de la policía bonaerense que, franco de servicio, quiso frustrar el atraco y detener a los delincuentes.

Mansilla, de 40 años, y Adrián Romero, de 39 y apodado Grandote, y Ángel Martínez, de 46, comenzaron a ser juzgados por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 4 de San Isidro, integrado por los jueces Federico Ecke, Osvaldo Rossi y Esteban Andrejin.

Los sospechosos están imputados de “homicidio calificado criminis causa y por resultar víctima un miembro de las fuerzas policiales, robo doblemente calificado por el uso de arma de fuego y por su comisión en poblado y en banda, portación ilegal de arma de guerra agravada por tener el imputado antecedentes penales y abuso de arma criminis causa”. Acusación que intentará probar en el debate el fiscal Martín Gómez.

Norberto Barone, dueño de la financiera asaltado el 8 de enero de 2019, no solo recordó a Mansilla “como el más violento” de los delincuentes y el que estaba vestido como un judío ortodoz, también sostuvo que a Acuña, de 52 años, “lo mataron como a un perro” y que era una buena persona que le faltaba poco para jubilarse, dijeron a LA NACION fuentes judiciales.

“Las constancias colectadas hasta el presente, considero se encuentra justificada la existencia del delito, las que constituyen, asimismo, elementos de convicción suficientes e indicios vehementes para sostener que los imputados han sido autores, en todos los casos, penalmente responsables del hecho”, sostuvo el fiscal Alejandro Guevara en el requerimiento de elevación a juicio, al que tuvo acceso LA NACION.

Según el dictamen del fiscal Guevara, todo ocurrió a las 14.30 del 8 de enero de 2019 cuando Mansilla, Martínez y Romero “se constituyeron en el local de rubro financiera de la avenida Maipú 1484, en Florida, junto a al menos tres personas cuyas identidades a la fecha se desconocen, siendo que cuatro de ellos ingresaron en el local y el quinto sujeto se encontraba a bordo de una camioneta marca Renault Duster y el restante a bordo de un Volkswagen Bora dominio HHO-064 quienes, participando del hecho, se encontraban a modo de apoyo, campana y refuerzo aguardando la huida, quienes mediante la utilización cada uno de ellos de armas de fuego ya de manera impropia toda vez que con una de ellas sin mediar palabras comenzaron a pegarle al dueño del lugar [Barone], quien se encontraba acompañado por su hijo, Matías Barone, provocándole lesiones cortantes de carácter leve, y de un cliente que resultara también lesionado en su cabeza y bajo esa modalidad se apoderaron de dinero en efectivo perteneciente a Barone, sumas que ascienden a $400.000, 2000 Reales, euros y dólares en billete en cantidad que no puede establecer su propietario. Tras ello, y con el dinero sustraído en su poder, al salir del lugar y darse a la fuga, aun dentro del local, se encuentran con que en el exterior estaba el funcionario policial Marcelo Pablo Acuña, quien se identifica como tal y pese a estar vestido de civil, portaba su chapa identificatoria como personal policial en el pecho intentando hacer cesar la comisión del ilícito en curso ante lo cual los delincuentes abren fuego con las armas que portaban, disparando cada uno de ellos, al menos un arma calibre nueve milímetros marca Bersa Thunder con inscripción Policía Federal y numeración suprimida, y una pistola Bersa calibre 9 milímetros con numeración suprimida que portaban sin la debida autorización legal para ello, a la vez que con ese accionar procuraban la impunidad para sí y consumar el hecho. Dicha agresión de armas de fuego fue repelida por Acuña con su arma reglamentaria sin lograr que los imputados desistan de su accionar, siendo que al menos uno de los disparos de arma de fuego que recibió impactó en su tórax y le produjo la muerte”.

Dos de los ladrones huyeron a pie, otro de los delincuentes -Mansilla-, huyó primero en el Renault Logan gris del policía asesinado, pero luego abandonó ese vehículo y se subió a la Renault Duster negra que los esperaba con un cómplice afuera de la financiera y donde había logrado subirse otro integrante de la banda. Tras un operativo cerrojo, a unas 25 cuadras del lugar, en el cruce de Sahores y Valle Grande, se produjo un choque entre la Duster y un patrullero y la policía apresó a los tres acusados, según recordó la agencia de noticias Télam.

Romero y Martínez se había conocido en la Escuela Federal de Suboficiales y Agentes Don Enrique O’Gorman de donde egresaron en 2004. Compartieron el primer destino: la por entonces comisaría 5°, en Balvanera, de la Policía Federal Argentina.

Cuando participaron del robo a la financiera y del homicidio de Acuña, Martínez y Romero estaban exonerados de la fuerza federal de seguridad: habían sido condenados a la pena de cuatro y tres años de cárcel, respectivamente, por el delito de robo con arma. Se trató del robo a la sucursal Nueva Pompeya del Banco Nación ocurrido el 9 de septiembre de 2010, de donde se llevaron un botín de $ 2.618.620 y U$S 142.911.

Romero ya no formaba parte de la fuerza. Había sido dado de baja un año antes. El día del robo, Martínez, según fuentes policiales, cumplía funciones como encargado de seguridad de la entidad bancaria.

La víctima, Acuña, tenía 52 años, era padre de tres hijos -uno de ellos también policía- y se desempeñaba como teniente primero en el Cuerpo de Seguridad Islas y fue ascendido a teniente mayor post mortem.