Alerta. La caída de La Diabla revela que los narcos rosarinos expanden sus operaciones al norte bonaerense y el conurbano
La cantante de trap Brenda Leguizamón copó la distribución de cocaína en San Nicolás, donde usaba un local de ropa como pantalla; se detectó que otros grupos criminales, ligados a Los Monos, se instalaron en el conurbano; intercambian drogas y sicarios, aunque todavía no se llegó a la cartelización
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ROSARIO. El crimen organizado santafesino extiende sus tentáculos hacia el sur, con relaciones cada vez más aceitadas y, también, con operaciones directas. Se detectó que Los Monos se proveen de cocaína en sectores del conurbano, como General Rodríguez y Moreno, pero también empieza a verse que el territorio bonaerense comenzó a ser una plataforma de expansión para algunas de las bandas rosarinas más consolidadas.
San Nicolás es la ciudad bonaerense más cercana a Rosario. Están separadas por unos 60 kilómetros, pero a pesar de que pertenecen a distintas provincias, la relación es estrecha. Brenda Leguizamón es una cantante de trap, conocida como La Diabla, que eligió San Nicolás para mudar su negocio de venta de drogas –tanto directa como la provisión de cocaína y marihuana a otras organizaciones locales–, según detectó una extensa investigación que realizó la Policía de Buenos Aires junto a la fiscal de la Unidad Funcional de Instrucción N°1 del Departamento Judicial de San Nicolás, Verónica Marcantonio.
La historia de Brenda Leguizamón trascendió a los medios antes de que fuera detenida el martes pasado, en medio de un operativo de la policía bonaerense que incluyó 24 allanamientos, de los cuales 20 fueron en San Nicolás y cuatro en Rosario. La Diabla es la hermana de Brisa Mílagros Leguizamón, protagonista junto a su pareja, Esteban Rocha, del casamiento narco que el 29 de enero del año pasado terminó en una masacre. Esa vez, un grupo sicario hizo una emboscada a uno de los invitados a la boda, donde concurrió la elite del narcotráfico rosarino, entre ellos, Iván Giménez, quien fue acribillado en un Audi TT junto a su pareja Érica Romero y la hija de ambos, Elena, de un año.
La Diabla estaba en la fiesta, en las redes sociales hizo gala de un vestido amarillo intenso, pero en ese momento, a diferencia de su hermana, no tenía deudas con la Justicia.
Como la boda terminó de manera trágica y sangrienta, los novios huyeron. Fueron detenidos un año después, en enero pasado, en Asunción, Paraguay, donde se sospecha que un grupo narco local les daba refugio en un edificio lujoso. El casamiento no solo expuso la ostentación de estos jóvenes narcos: abonó las sospechas de que la venta de drogas les daba la renta necesaria para mantener ese estilo de vida.
Como sus cuñados se fugaron, La Diabla quedó al frente del negocio narco. Pero en Rosario tenía todos los focos encima, tras la trágica boda en Ibarlucea. Entonces, decidió mudar su empresa criminal a San Nicolás.
Según la investigación judicial, Leguizamón llevó con ella a sus hermanos, Ignacio y Nadin Albornoz. La joven trapera alquiló un local donde vendía ropa. El negocio se llama “Bichota Girl Femenina”, y está ubicado en Gerónimo Costa y avenida Moreno, de San Nicolás..
La lupa de los investigadores
Después de que el 26 de julio de 2022 detuvieron a uno de los dealers que trabajaban para ella con 30 gramos de cocaína y una balanza, los investigadores policiales empezaron a seguir a esta organización para profundizar la pesquisa y llegar a los líderes.
En un extenso trabajo de seguimiento, la Justicia bonaerense comenzó a armar un rompecabezas, que tenía a La Diabla como la encargada de vender cocaína al menudeo, pero que a veces también proveía a otros “transas” nicoleños.
Los investigadores comenzaron a delinear los perfiles del entorno de La Diabla y llegaron a la conclusión de que varios vendedores de droga rosarinos se habían mudado a San Nicolás. Así, los policías bonaerenses y la fiscal Marcantonio comenzaron a sumar más protagonistas a una trama que dejaba en claro que la banda narco se había instalado en esa localidad del norte de Buenos Aires.
El 30 de enero pasado, la policía de Buenos Aires secuestró 5 kilos de marihuana y 145 gramos de cocaína tras interceptar un Citroën C3 que había salido del local de ropa que usaba de pantalla La Diabla. En el vehículo iban Lautaro Olazábal, Patricia Gómez y Nadin Albornoz, media hermana de Leguizamón.
Tras el seguimiento a los alfiles que tenía La Diabla en San Nicolás para vender drogas, los investigadores determinaron cómo funcionaba la estructura de la banda. Se realizaron el martes pasado 24 allanamientos: 20 fueron en San Nicolás y cuatro, en Rosario. En esos operativos fueron detenidos nueve sospechosos involucrados en la causa que investiga la fiscal Marcantonio.
Entre las casas allanadas, por orden del fiscal federal de Rosario Claudio Kishimoto, se encuentran varias que son de la familia de “Pinky” Rocha, el cuñado de La Diabla, que fue detenido en Paraguay a principios de este año. Por ejemplo, los investigadores allanaron una casa en Antártida 1240, que pertenece a José Enrique Rocha, padre de “Pinky”. Según se desprende de la investigación, toda la familia se dedicaba a la venta de drogas.
La Diabla tenía tiempo para dedicarse a la música e invertir parte del dinero que obtenía con la distribución de cocaína en la producción de videos para YouTube.
En el clip Brenda Legui, La Diabla se presenta y aclara: “Conmigo no se juega; yo te doy batalla”, y se escucha una ráfaga de ametralladora. La letra de la canción no contiene muchas metáforas, como es común en este estilo del trap. “Al que tira le esquivo todas las balas”, canta La Diabla, que admite en el tema: “Más de uno tiene miedo cuando dice mi nombre”. Y, como si fuese una declaración de principios, lanza: “Sigan hablando, mientras más hablan más facturamos. Quiero más money”.
“Rosario siempre estuvo cerca”
La droga que vendía La Diabla en San Nicolás provenía de Rosario. Se sospecha que la banda de Los Monos proveía a esta joven, que luego distribuía el estupefaciente en San Nicolás. En varias investigaciones aparece un ida y vuelta en materia narco entre Santa Fe y Buenos Aires.
Por un lado, hay bandas que se proveen en el conurbano de su principal insumo: la cocaína. Se detectó que miembros de la principal organización criminal de Rosario, como Los Monos, se asentaron en lugares claves de la provincia de Buenos Aires, como los partidos de Moreno, San Martín y General Rodríguez.
Por otro lado, en investigaciones judiciales se advierte que hay narcos de Santa Fe que hicieron pie en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) como un mercado nuevo y paralelo al de la provincia.
Por ahora la droga se importa o exporta a otros distritos del país, pero no hay relación entre las organizaciones que generen alertas de que se vaya a crear un cartel más poderoso. Igual, es algo que siguen con atención desde Buenos Aires. Se identificaron casos en los que el intercambio también se dio con sicarios: rosarinos que van a ejecutar trabajos a Buenos Aires, y viceversa.
Hay engranajes del narcotráfico rosarino, ligados a Los Monos, que empezaron a asentarse en Buenos Aires. Es el caso de Leonardo Saravia, conocido en el ambiente criminal como Leo Rey. Otro es Daniel Godoy, oriundo de la zona norte de Rosario e instalado en Moreno, un lugar del conurbano donde la violencia narco supura de manera similar que en Rosario.
Ambos traían cocaína desde el conurbano. Leo Rey, que tenía relación directa con el fundador de la banda de Los Monos, Ariel Cantero, El Viejo, fue detenido cerca de Pergamino el 18 de marzo pasado con 22 kilos de cocaína de máxima pureza.
Esa droga iba primero a un laboratorio clandestino en la localidad santafesina de Pérez, donde la estiraban con insumos químicos hasta superar los 100 kilos, que –según los investigadores consultados por Aire de Santa Fe– les alcanzaba para la comercialización en los búnkeres de Villa Banana y Vía Honda para todo un mes. Leo Rey había pagado 198.000 dólares ese cargamento.
EEsa inversión, según las fuentes, la recuperaban en menos de 30 días y obtenían una ganancia neta de unos 300.000 dólares con la venta al menudeo. Daniel Godoy cambiaba la recaudación de los búnkeres por dólares blue en la cueva del financista Marcelo Fornes, que terminó condenado por lavado de activos, Leo Rey usaba la misma mecánica, porque los billetes en pesos se hacen difíciles de acopiar y no sirven para pagar a los proveedores bonaerenses.
Otro clan que se había asentado en el conurbano era el que lideraba Ramón Insaurralde, que se había mudado a Lomas de Zamora, desde donde dirigía la organización, que tenía puntos de venta en distintos barrios de Rosario, focalizados en el sudoeste.
Este grupo criminal fue detenido en 2017 y condenado, tres años, después en un juicio en el fuero federal, en el que el fiscal Federico Reynares Solari aportó pruebas para que el tribunal dictara condenas de entre 3 y 18 años de prisión. Se detectaron operaciones de lavado de activos en San Nicolás, donde los cabecillas adquirían autos de alta gama, y también se identificaron operaciones de compra de inmuebles en Córdoba y Rosario.
Ida y vuelta
El negocio también se da a la inversa: narcos de Santa Fe y Rosario que se animan a meterse en un mercado más grande, como es el de Capital Federal. Por ahora parecen casos aislados, pero preocupan, según admitieron fuentes del Ministerio de Seguridad de la Nación.
Otro narco rosarino que estaba instalado en CABA era Ignacio Actis Caporale, detenido a principios de abril, luego de que se descubriera que enviaba cocaína a Europa en encomiendas por una empresa postal. “Ojito” –que estando prófugo corría carreras y fue arrestado en el autódromo de la Ciudad cuando estaba en el auto para competir– acopiaba la droga en un estacionamiento del barrio de Palermo, a metros del Cinemark que está en el shopping Alto Palermo.
Otro de los engranajes clave en ese tipo de emprendimiento, por fuera de las fronteras de Rosario, era José Matías Ruiz, apodado “El Tucu”, oriundo de Santa Fe, quien en ese momento estaba detenido en Marcos Paz, junto con Cantero.
Según la denuncia que luego investigó el fiscal federal Walter Rodríguez, Ruiz era el encargado de buscar cocaína en Rosario –provista por el líder de Los Monos–, para luego distribuirla en la provincia de San Juan y en distintos puntos de la Capital.
El Tucu gozaba en ese momento de salidas transitorias de la cárcel y en esas horas en libertad comercializaba la droga del líder de Los Monos.
En un primer momento, desde la justicia federal confirmaron que Ruiz había estado alojado en el penal de Marcos Paz, luego de ser condenado a cuatro años de prisión por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización por el Tribunal Oral Federal de Santa Fe, el 12 de marzo de 2021.
En la investigación que realizó el fiscal federal Rodríguez se dilucidó que Ruiz había comenzado con salidas transitorias de la cárcel bonaerense el 21 de abril de 2022, con el objetivo de “afianzar y mejorar sus lazos familiares y sociales”.
Le concedieron dos salidas mensuales: una de 24 horas y otra de 48. Dos meses más tarde se amplió la cantidad de horas a 72. El tribunal había valorado de manera “positiva” la evolución del detenido, como “así también su proyección laboral y habitacional, y contención familiar ante un eventual egreso”.
Uno de los requisitos que le impusieron fue no cometer nuevos delitos, algo que Ruíz no cumplió. Como señala el fiscal Rodríguez: Ruiz “hizo todo lo contrario”.
De acuerdo a la investigación judicial, Ruiz no solo construyó lazos delictivos con miembros de Los Monos, sino que llevó a cabo maniobras delictivas vinculadas al tráfico de drogas. El 21 de noviembre de 2022, durante una comunicación telefónica que mantiene con un comprador, dejó en claro para quien trabajaba: “A mí me la dan Los Monos”.
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