Incendio y motín en Ezeiza: los jefes narco empiezan a protestar en las cárceles por los mayores controles
Emanuel Chamorro, uno de los antiguos lugartenientes de Los Monos, fue internado con quemaduras, tras un fuego intencional que provocaron otros presos
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Por primera vez, los líderes narco comenzaron a enfrentar de manera directa y sin vueltas restricciones en los lugares donde están detenidos. Se instalaron inhibidores de señal de celulares en Piñero, y también escáneres y arcos de detectores de metales en los principales penales de Santa Fe. A esto se sumó que el Servicio Penitenciario Federal (SPF) comenzó a agudizar los controles en los pabellones donde están alojados 25 jefes narco, entre ellos, de Los Monos.
Como ocurrió a lo largo de los últimos años, las respuestas de los líderes narco se hacen visibles en las calles, con sangre y violencia. Durante las últimas horas se produjeron tres crímenes con sicarios en Rosario, uno de ellos, en inmediaciones de la cancha de Rosario Central. Y además una protesta de internos de Los Monos en el penal de Ezeiza, donde se originó un incendio, terminó con dos reclusos internados.
Ante este clima de tensión, Walter Gálvez, secretario de Asuntos Penitenciarios de Santa Fe, aseguró a LA NACION que después del incendio en la cárcel bonaerense se reforzaron las medidas de seguridad en las cárceles de Rosario, ante la posibilidad de que se produzcan nuevos atentados.
El primer asesinato se produjo a las 21, en el barrio de Arroyito, donde dos sicarios en moto dispararon contra el conductor de un Chevrolet Onix en movimiento, que chocó contra un taxi y volcó. A causa de los disparos murió Jonathan Manuel Almirón, de 27 años.
La policía secuestró tres celulares y más de 160.000 pesos, cuyos billetes fueron incautados afuera y adentro del vehículo.
El segundo crimen fue en la zona oeste de Rosario, donde un sicario disparó contra tres jóvenes que estaban en la calle. Por esa balacera –que se presume que se ejecutó con dos armas de diferentes calibres– falleció Fernando Martín Espíndola, una de las víctimas.
El otro homicidio se cometió en la ciudad de Villa Gobernador Gálvez, vecina a Rosario, donde sicarios irrumpieron en una casa para ejecutar a Sergio Alberto Leguizamón, de 44 años. Recibió un tiro en la cabeza y otro en el cuello. Los tres crímenes se produjeron horas después de las protestas que se iniciaron en la cárcel de Ezeiza.
Por primera vez, la reacción también eclosionó dentro de la Unidad Penitenciaria Nº1 del SPF, en Ezeiza, donde Emanuel Chamorro, uno de los antiguos lugartenientes de Los Monos, fue internado con quemaduras, tras un incendio intencional que provocaron otros presos de esta organización criminal, entre ellos, Axel Vilches y Cristian Avalle, alias Pupito.
Ayer, cerca de las 17.30, Vilches –imputado del secuestro extorsivo del hijo de un empresario de Pueblo Esther- se acercó a la reja de acceso del pabellón y, bajo el argumento de manifestarse por las condiciones de alojamiento en Ezeiza, prendió fuego un colchón. Otros integrantes de Los Monos, como Avalle, Javier Pacheco y Sergio Rodríguez, incendiaron un tacho de basura y ayudaron a propagar las llamas.
Estas reacciones violentas dentro del penal de Ezeiza se produjeron luego de que el SPF comenzó a cumplir con las restricciones ordenadas por la justicia contra 25 presos de alto perfil, entre los que se encuentran los líderes de Los Monos.
Los guardicárceles revisan los contactos telefónicos a los que llaman los reclusos desde los teléfonos “públicos”, controlan a las visitas y a la mercadería que le llevan a los convictos, se producen requisas de forma permanente y se instalaron más cámaras de vigilancia para estar al tanto de lo que hacen dentro de sus celdas estos 25 líderes criminales.
Estas medidas se pusieron en marcha hace casi dos semanas, por una disposición del SPF que está en el foco de los cuestionamientos y las críticas por las “libertades” que tenían los jefes de las bandas narcocriminales de seguir con su actividad delictiva dentro de los penales federales, sobre todo de Ezeiza, Marcos Paz y Rawson.
Ante estas nuevas medidas, primero los líderes narcos fueron por el camino legal. Presentaron habeas corpus a la justicia federal, que fueron todos rechazados. Uno de los primeros fue Ariel Guille Cantero, líder de Los Monos.
El líder de Los Monos, autor de frases cargadas de amenazas, luego cumplidas, como: “Me dedico a ordenar a sicarios a disparar a jueces”, condenado a más de 100 años de prisión por delitos que en su mayoría cometió en la cárcel, pidió a la Cámara Federal de Casación Penal que “cesen las condiciones actuales de detención”.
La defensa del jefe criminal argumentó que Guille estaba “aislado” en el penal de Marcos Paz. Los jueces Guillermo Yacobucci, Ángela Ledesma y Alejandro Slokar rechazaron el planteo miércoles de la semana pasada, con el argumento de que las condiciones especiales de detención del líder de Los Monos “no implican un trato inhumano o degradante, que conlleve a una vejación de su dignidad humana”.
En el fallo, los magistrados advierten que Cantero está preso en una celda de 184 metros cuadrados, donde tiene acceso –en horarios permitidos por el Servicio Penitenciario Federal- a realizar y recibir llamadas, y también recibe de manera frecuente visitas, incluso, dos veces al mes las de su pareja Vanesa Barrios, que está condenada por narcotráfico, y se encuentra actualmente bajo el régimen de prisión domiciliaria en Rosario.
En la resolución, a la que tuvo acceso LA NACION, también consta que Cantero recibe la visita de sus hijos menores de edad y las autoridades pusieron a disposición del detenido tratamientos psicológicos, a los que Cantero rechaza someterse.
Cantero, a través de su defensa, intentó que anulen el régimen especial de condiciones de detención en el penal de Marcos Paz, donde, de acuerdo a decenas de causas judiciales, tanto provinciales como federales, sigue llevando adelante delitos vinculados con las tramas violentas del crimen organizado de Rosario. Pero, además, durante su detención en Marcos Paz, en una visita gente de su círculo cercano, intentó ingresar al penal un chip de celular oculto en un reloj inteligente dentro de una silla de ruedas.
Otro de los que se quejó de las medidas del Servicio Penitenciario fue Leandro “Pollo” Vinardi, lugarteniente de Guille Cantero, que tomó mayor trascendencia pública tras aparecer su caricatura en la bandera que Los Monos exhibieron el 24 de junio pasado durante la despedida de Maximiliano Rodríguez.
En esa línea que impuso mayor dureza, el Tribunal Oral Federal 3 de Rosario rechazó el 21 de julio pasado un permiso para que la pareja de Vinardi, que está presa en detención domiciliaria –con tobillera electrónica- en Villa Gobernador Gálvez, tenga una visita conyugal en el penal de Ezeiza. El fiscal federa Federico Reynares Solari mencionó para pedir que el TOF 3 bajara el pulgar al pedido de Vinardi las libertades que tuvo el preso para planear la exhibición de la bandera gigantesca, fabricada en Isidro Casanova, La Matanza, que tenía el texto: “Nosotros estamos más allá de todos”.
Luego de las medidas más duras de control que estableció el SPF el 17 de julio pasado en una requisa encontraron pocas horas después dos celulares Iphone. También en la celda del narco peruano Julio Rodríguez Granthon -principal proveedor de cocaína en Rosario, aliado histórico de “Guille” Cantero- se encontró flotando un reloj inteligente, según publicó Clarín. Estos aparatos -además de ser resistentes al agua- enlazan con los celulares y replican los mensajes. Uno así usó Esteban Alvarado para coordinar su frustrada fuga en helicóptero en marzo pasado.
Granthon fue trasladado al Pabellón 7 del Módulo 5 de Marcos Paz a un sector especialmente acondicionado para él. Se le hizo un espacio gemelo al que ocupa, en la misma unidad, “Guille” Cantero. Pero “El Peruano” no habría llegado solo: lo requisaron y llevaba encima un cargador de iPhone.
A los reclamos judiciales se sumaron ahora episodios violentos, como ocurrió en el penal de Ezeiza. Las autoridades penitenciarias prevén que estas situaciones conflictivas se repetirán, porque las restricciones repercuten directamente en el negocio criminal. Si los líderes narcos no tienen contacto con los engranajes que están en libertad se va a complicar la subsistencia de la estructura criminal. El desafío, que hasta ahora nunca se cumplió, es que las medidas de mayores controles se mantengan.
Después de más de dos años de haber iniciado la licitación, el gobierno de Santa Fe anunció la semana pasada la puesta en marcha en la cárcel de Piñero de un sistema de inhibición de señal de celular, con el que buscan evitar que los reclusos continúen utilizando Smartphone dentro de los pabellones, con los que dan órdenes para cometer delitos. El sistema aún está en periodo de prueba. Funciona unas 12 horas al día y está siendo manejado de manera remota desde la sede de la empresa israelí que instaló los inhibidores.
Estas restricciones comenzaron a provocar tensión dentro de la cárcel. Y esperan que sean mayores, cuando el sistema funcione en su totalidad. Esta nueva tecnología se suma a los scanners corporales y arcos detectores de metales, que se instalaron en los penales más grandes de la provincia, como Las Flores, Coronda y Piñero. “Las comunicaciones, conforme reza la Constitución Nacional, están garantizadas, habida dado cuenta que hay un régimen de visitas, que la correspondencia se puede llevar adelante si es que así lo desean y, además, en los pabellones tenemos las líneas telefónicas fijas, o comúnmente conocido como teléfono público, desde los cuales se van a poder comunicar”, aseguró el ministro de Seguridad Claudio Brilloni, cuando se presentó el nuevo sistema en Piñero la semana pasada.
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