Juicio en Dolores: “no hubo plan” para matar y “no le pegué”, las coincidentes afirmaciones de dos acusados de matar a Baéz Sosa
En la decimotercera y última audiencia de presentación de pruebas, Lucas Pertossi y Blas Cinalli pidieron declarar ante el tribunal y continuaron con la estrategia de plantear que el homicidio, ocurrido hace tres años, sucedió durante una pelea
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La etapa de presentación de pruebas en el juicio por el homicidio de Fernando Báez Sosa, ocurrido hace hoy tres años, ya había terminado. Tras un cuarto intermedio, la jueza María Claudia Castro, que preside el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°1 de Dolores, reanudó el debate. Y sucedió lo que todos suponían. Antes de que pudiera anunciar las fechas para los alegatos, Hugo Tomei, abogado de los ocho imputados, anunció que Lucas Pertossi quería declarar. No fue el único. También lo hizo Blas Cinalli. Con las palabras de los dos acusados, una vez más quedó en claro la estrategia de la defensa: intentar derribar la hipótesis de que hubo un plan para asesinar al joven estudiante de Derecho y que su muerte ocurrió en medio de una pelea generalizada, la tesis contraria a la que sostienen la fiscalía y los abogados que representan a Silvino Báez y Graciela Sosa, los padres de la víctima, que al caer la tarde se aprestaban a encabezar la misa interreligiosa y los homenajes por el tercer aniversario del crimen.
Fue una jornada histórica y complicada. Histórica por la fecha, y porque fue la de conclusión de la etapa de pruebas, que ahora dará paso a los alegatos, que se completarán entre el miércoles y el jueves próximo. Pero fue complicada por los insultos y agresiones que recibieron los padres de los imputados cuando salieron del Palacio de Tribunales tras el final de la audiencia, y por los gritos que decenas de manifestantes profirieron desde la calle cuando, dentro de la sala de audiencias, declaraban Pertossi, de 23 años, y Cinalli. “¡Asesinos, asesinos!” y “¡Fer está presente”, exclamaban.
La jornada había comenzado con tensión, por las declaraciones de los dos últimos testigos de la defensa. El médico forense Juan José Fenoglio y el emergentólogo Jorge Rodolfo Velich cuestionaron duramente las conclusiones que, durante la instrucción y la primera etapa del debate, se dieron por “palabra santa” en cuanto al momento y las causas de la muerte de Báez Sosa. Cuestionaron el informe de autopsia realizado por el legista Diego Duarte –”causa vergüenza ajena”, dijo Velich– y sostuvieron que no era concluyente en definir la causa de la muerte, ya que no precisaba si ciertas lesiones habían sido producto de los golpes o de las maniobras de reanimación. No obstante, aclararon: “No fue la RCP la que mató a Fernando Báez Sosa, pero agravó la situación por la movilización” del cuerpo”.
Luego sí, llegó el turno de la declaración de dos de los imputados. “Estoy muy mal por lo que pasó y sigo mal. Estuve con tratamiento psiquiátrico y psicológico. A todos nos afectó mucho. Siento mucha pena por lo que pasó. En ningún momento le pegué a Fernando Báez Sosa, no lo toqué. En ningún momento participé de un plan para asesinarlo. Solo fui de vacaciones. Nunca tuve intención de quitarle la vida a nadie”, sostuvo Lucas Pertossi en parte de su relato.
Lucas Pertossi hizo un relato de lo que hicieron el día anterior al homicidio. Remarcó que la tarde del 17 de enero de 2020, después de haber dormido tras una larga noche, fueron a la playa y tomaron alcohol.
Como lo hizo su amigo Máximo Thomsen al declarar el lunes, Pertossi recordó la “previa” de la que participaron antes de ir al boliche Le Brique. Sostuvo que jugaron a un juego de cartas en el que perdía debía tomar alcohol. Él perdió, dijo.
Entre las 3 y 3.30, el grupo fue a Le Brique. Pertossi contó que como le costó entrar estuvo a punto de irse y vender su entrada, pero finalmente ingresó y fue directo a una de las barras para cambiar la consumición que tenía con el ticket.
Afirmó que después de sacarse una foto con sus amigos, en un abrir y cerrar de ojos vio que hubo un tumulto en la pista y que un patovica tomó del cuello a uno de sus amigos, a quien no identificó. “A este sacalo por la cocina, que lo cagamos a palos”, dijo haber escuchado. Él salió por sus propios medios.
Relató que una vez afuera se sentó con un amigo en “un borde” [por el cordón] y se pusieron a mirar historias en Instagram. “Me dicen ‘Croniquita’, porque grabo todo”, explicó. Naturalmente, lo hizo, porque en el expediente hay una filmación del ataque mortal a Báez Sosa, recuperada de su teléfono celular.
A continuación, se refirió a la secuencia que terminó con el joven asesinado a golpes. Sostuvo que, de pronto, escuchó gritos y vio un tumulto de gente, donde había personas que no conocía, y uno de sus amigos.
“A mi izquierda vi un amigo que lo agarraron de un pie. Me acerqué y le dije [a la persona que lo agarraba] ‘soltalo’, y le pegué dos patadas”, sostuvo.
No identificó a quién le pegó esas dos patadas. Pero, por las filmaciones reproducidas en el juicio y otras pruebas testimoniales, se trataría Tomás D’Alessandro, un amigo de la víctima.
Sostuvo que después se encontró desorientado por el “alcohol” y la “noche”. Hizo referencia al mensaje de voz que envió al grupo de WhatsApp que integraban gran parte del grupo de acusados. “Estoy acá cerca donde está el pibe y están todos ahí a los gritos. Está la policía, llamaron a la ambulancia… caducó”, envió el 18 de enero a las 4.55. Hoy explicó que, en realidad, ese comentario, textual, se lo dijo alguien con quien se cruzó en la calle y él repitió a sus contactos.
Después se fue a la casa que alquilaban para las vacaciones, se cambió porque la “ropa tenía olor a alcohol y era para salir” y se fue a un local de comidas rápidas a comer. Luego durmió hasta que lo despertó la policía en el allanamiento donde terminó detenido. “Ahí se me cayó el mundo”.
Cuando terminó la declaración de Lucas Pertossi, Tomei avisó que Cinalli, otro de los acusados, también tenía ganas de hablar.
Apenas se sentó frente a los jueces Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lazzari, espetó: “Quiero empezar diciendo que lamento mucho lo que pasó. Fue una tragedia terrible. Falleció un chico de mi misma edad”. Y sostuvo que “no hubo ningún plan”, “no hubo planificación” y “no hubo ningún rol”.
Al igual que Thomsen y Lucas Pertossi, Cinalli recordó la previa antes de ir a Le Brique para contar que había tomado alcohol. Después, también hizo referencia al incidente ocurrido dentro del boliche. Dijo que se metió para “defender a un amigo que le estaban pegando o le estaban por pegar”.
Los patovicas, contó, le pidieron que se fueran del boliche. Él no se quería ir. Finalmente se retiró. Con uno de sus amigos se sentó en el asiento de un local.
“Escuché gritos, vi un tumulto de gente. Fui a la ronda lo más rápido posible. Vi que a un amigo lo estaban tacleando [sic]. Lo llevaban para la parte de atrás de un auto. Lo seguí porque pensé que lo iban a tirar. Lo habían agarrado del pie. Le dije ‘soltalo’. Lo soltó y me agarró a mí. Cuando pude zafar, le tiré una patada”.
Después afirmó: “Nunca le pegué a Fernando Báez Sosa”, pero dijo suponer que pudo ser la persona con la que tuvo un “encuentro” en el boliche. Y, de esta manera, justificó que se haya encontrado su ADN debajo del dedo meñique izquierdo de la víctima.
Para afirmar que él no golpeó a Fernando Báez Sosa, explicó que “al chico al que le había pegado se levantó y se fue”.
Tras su relato, dijo que iba a responder preguntas de la fiscalía, pero no de Fernando Burlando, uno de los abogados que representa a los padres de la víctima.
Para explicar su decisión, pidió permiso para reproducir un video. Se trató de la edición de entrevistas donde Burlando definió a los imputados como “asesinos”, “cobardes”, “cagones”, “hijos de puta” y donde afirmó “que merecen morir en la cárcel”.
“Esto es lo que viví durante tres años. Una falta de respeto hacia mí y hacia mi familia. Poco profesional [por Burlando]”, sostuvo Cinalli ante los jueces.
Después, comenzó a responder preguntas del fiscal Juan Manuel Dávila. Pero aclaró que el interrogatorio tenía que estar dirigido a él, no sobre los otros imputados.
“Vi que estaban tacleando a un amigo y lo tomé como una forma de agresión”, sostuvo cuando el representante del Ministerio Público le preguntó por qué hablaba de una “pelea”.
“¿Se cruzó a una persona tirada en el piso?”, preguntó la fiscalía. “La verdad que vi un tumulto de gente y lo bordee [sic]” respondió Cinalli y dijo que estaba borracho en ese momento.
“¿Agredió físicamente a la persona que estaba arrodillada [Báez Sosa]”, preguntó la fiscalía. “Yo no”, fue la respuesta.
Y agregó: “Cuando me acerqué a la ronda puede haber estado ahí [donde estaba Fernando]”.
Últimas preguntas
”¿Por qué dice que fue una pelea si nadie lo agredió?”, le volvió a preguntar la fiscalía.
“Lo vi como una pelea, estaban agarrando del pie a un amigo”, insistió el imputado.
“¿Vio a alguien pegarle a algún amigo suyo?”, fue la última pregunta de Dávila.
“No”, concluyó el imputado.
Tras la declaración de Cinalli, la jueza Castro anunció las fechas de los alegatos. Pero cuando anunció que la acusación pública y privada iban a alegar el martes próximo, Burlando pidió un día más para preparar su presentación.
Entonces, las fechas quedaron fijadas para el 25 y 26. El alegato final es de la defensa.
“El balance es positivísimo. El logro de la fiscalía fue sacar una confesión de Cinalli, que se puso en el lugar del hecho. Él mismo se ubica a menos de treinta centímetros en la escena del crimen”, sostuvo Burlando al terminar la audiencia.
“Los chicos mintieron. Esperamos que se haga Justicia para que Fernando pueda descansar tranquilo“, dijo Silvino Báez a LA NACION y otros medios al terminar la audiencia.
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