Un nuevo juicio. Aislado en la cárcel, el líder de Los Monos sumará otra condena y acumulará más de 160 años de prisión
Esta vez está acusado del secuestro de un joven al que le cortaron parte de un dedo; fiscales federales pidieron unificar en 50 años las penas contra Guille Cantero en este proceso
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ROSARIO. Ariel Cantero, líder de Los Monos, está aislado bajo un régimen especial de detención en el penal federal de Marcos Paz. El lunes escuchó por videoconferencia el pedido que hicieron los fiscales federales para que sume una nueva condena a 25 años de prisión por el secuestro de un joven en 2021. La cantidad de sentencias que tiene en su contra Cantero hacen hasta difícil para la propia Justicia cuantificar los años de prisión que carga sobre sus espaldas.
Para simplificar, en el juicio se pidió que se unificaran en 50 años de prisión las condenas que ya tiene firmes, que suman 69 años. Medio siglo es la pena máxima de cumplimiento en la Argentina. Pero aún enfrenta varias más, que están en proceso de apelaciones, y sumarían más de 160 años. Cantero es uno de los presos sobre el que pesa la mayor cantidad de años de prisión.
Las condenas contra el líder de Los Monos que ya están firmes son la primera por asociación ilícita, que data de 2018 y fue dictada bajo jurisdicción provincial, en la que recibió 22 años. Ese mismo año fue condenado a 15 años por narcotráfico, en el marco de la causa que se conoció como Los Patrones. Un año después fue sentenciado a 10 años por el secuestro extorsivo malogrado de un joven. En 2019, además, fue condenado a siete años en otra causa por narcotráfico, cuyo principal acusado era Edgardo Norberto Smolsky. Con los 25 años que los fiscales Federico Reynares Solari y Matías Scilabra pidieron contra Guille Cantero por este nuevo juicio por secuestro extorsivo el total daba 69 años, pero el pedido de la pena se unificó en 50.
Este caso por el que está siendo juzgado es otro que a Cantero no le salió bien. El secuestro extorsivo, una actividad criminal para la que se necesita cierta logística y planificación, no es uno de los fuertes de Los Monos, una banda caracterizada por usar una violencia extrema y brutal.
La dureza del pedido que hicieron Reynares Solari y Scilabra tiene relación con que este secuestro fue tramado desde la cárcel federal de Marcos Paz. En la investigación aparecen otros delitos, como tráfico de drogas y tenencia ilegal de armas.
Singularidades
La provincia de Santa Fe estuvo siempre “alambrada” ante los secuestros extorsivos, un tipo de delito muy grave, con alto impacto social, que en otras provincias, como Buenos Aires e incluso, Córdoba, desató en las últimas dos décadas crisis de seguridad profundas. El secuestro de un joven en Arroyo Seco, en julio de 2021, provocó en ese momento extrema preocupación en el gobierno que entonces encabezaba el peronista Omar Perotti.
Uno de los casos más resonantes –y que provocó intensos cambios en la policía bonaerense hace una década– fue el secuestro seguido de muerte de Candela Rodríguez, la niña de 11 años que fue raptada el 22 de agosto de 2011 cerca de su casa en Hurlingham. La investigación destapó una trama sucia en la que se mezclaban piratas del asfalto, narcos, policías corruptos y funcionarios ineficientes de la provincia de Buenos Aires.
Los sectores oscuros de la policía de Santa Fe han participado en todo tipo de delitos, entre ellos, el de narcotráfico, formando parte de bandas como Los Monos o la que lideraba Esteban Alvarado. Pero nunca se detectó hasta ahora que hayan formado parte o hayan sido cómplices en este tipo de delito, para el cual se necesita una logística y un nivel de inteligencia criminal elevado.
Hasta ahora los casos de secuestro que se concretaron en Santa Fe se llevaron adelante dentro de la geografía narco. Cantero intentó iniciar un emprendimiento de ese tipo hace un tiempo, al tramar raptos de personas ligadas al mundo narcocriminal, a los que podía extorsionar sin tener complicaciones con la Justicia, porque se aseguraba de que nadie iba a denunciarlo. Ese es un rasgo de Cantero: siempre se mueve en esa zona oscura donde la ilegalidad genera garantías de impunidad, como ocurrió con muchas de las extorsiones.
Seguidilla de errores
El primer intento de Guille de meterse en esta rama criminal de los secuestros extorsivos le salió muy mal. Se equivocaron al capturar a la víctima. Por este hecho, en octubre de 2019 Cantero fue condenado a 10 años de prisión por el secuestro extorsivo de un joven al que los cómplices del jefe narco se llevaron del barrio Triángulo, en el sur de Rosario. Era hijo de un carnicero y nada tenía que ver con el narcotráfico.
En las escuchas telefónicas Guille habló de conseguir “plata fácil”, “por lo menos tres palos”, con este tipo de operaciones, según recordó el fiscal federal Santiago Marquevich, jefe de la Unidad Fiscal Especializada en Criminalidad Organizada (Ufeco), especializada en la investigación de secuestros extorsivos. En ese momento la Justicia federal de Rosario buscó “cortar” rápidamente este tipo de emprendimiento para evitar el posible efecto contagio.
Los secuestradores que recibían órdenes de Cantero desde la cárcel de Coronda, donde estaba preso en ese momento, eran los hermanos Ezequiel y José Fernández, que rápidamente encontraron la muerte: fueron acribillados junto a Gerardo Abregú dentro de un auto en Granadero Baigorria. El sicario que los ejecutó fue Mauricio Laferrara, el Caníbal, un asesino a sueldo del narco Esteban Alvarado, que presumía que Cantero quería hacerle daño a su hijo. Laferrara logró huir de la cárcel de Devoto y fue recapturado en una casa de la localidad de Andino en junio pasado.
Un caso con la TV en el medio
En junio de 2021 ocurrió un secuestro que se originó en la localidad de Arroyo Seco y provocó preocupación en las autoridades de Santa Fe. En esa historia del secuestro de un joven de 21 años se mezclaron delincuentes improvisados, una víctima con presuntas deudas por drogas y una investigación que casi naufraga porque la familia difundió audios que intercambiaba con los captores en un canal de televisión de Buenos Aires, antes de hacer la denuncia. El padre de la víctima confió más en un antiguo amigo que tiene en TN que en un fiscal.
Las declaraciones de los familiares y de la víctima se extendieron por varias horas durante dos días en la fiscalía federal Nº2 de Rosario. Se necesitó ese tiempo para poder desentrañar una historia que por momentos parecía confusa. El muchacho secuestrado debía dinero a los narcos a los que les compraba los estupefacientes en Arroyo Seco. Para obligar a su familia a cobrar las deudas secuestraron y lo llevaron a Rosario al hijo de un empresario, dueño de una estación de servicio.
Durante las horas en que el joven estuvo cautivo, los captores exigían a la familia del joven 50.000 dólares para liberarlo, aunque por una confusión, en un primer momento los delincuentes mencionaron 50 millones de dólares, lo que generó angustia en el entorno de la víctima.
El rescate se pagó, pero fue por mucha menos plata de la exigida. La duda que persiste es si el secuestro solo quedó reducido a una deuda por drogas o si realmente había una intención de fondo de extorsionar al empresario.
Otro problema que hubo en las alocadas negociaciones fue que la madre de la víctima bloqueó en un primer momento el número del que le hablaban los secuestradores al pensar que se trataba de una estafa telefónica.
La situación se puso más tensa con el correr de los minutos. Los diálogos telefónicos mostraron la desesperación de los secuestradores para que la madre desbloqueara el número. Luego, los captores empezaron a usar el teléfono de la víctima. “Desbloqueá a los pibes que le mandaron primero [un mensaje] porque si no a tu hijo no lo vas a ver mas. Así, cortá la bocha”, advirtieron.
Para lograr que la familia pagara el rescate llamaron por el teléfono de la víctima e hicieron hablar al joven retenido. “¿Papi, podés entregar la plata, los dólares, y todas las joyas, por favor? Todo, papi, entregá todo lo que te piden, por favor… Ya… ¿O no valgo nada, pa?”, afirmó el muchacho.
En el plan para demostrar que el secuestro iba en serio los secuestradores le arrancaron al joven un pedazo de uña. La situación llegó a ese nivel de violencia y desembocó en el pago de una suma de dinero y joyas que la familia entregó a los raptores, que liberaron al muchacho en Villa Gobernador Gálvez. Luego fue hospitalizado por las heridas en un brazo y la mano que había sufrido.
Todo se difundió por TN, mientras en la Justicia no sabían de qué se trataba el hecho. La irresponsabilidad de la familia pudo haberle costado caro.
En el juicio, los fiscales pidieron unificar en 50 años de cárcel la condena para Guille Cantero y 25 para Leandro Vinardi, el Pollo. Pero además solicitaron fuertes penas para otros miembros de la banda: 18 años para Cristian Nicolás “Pupito” Avalle; 15 para Jonatan Leonardo Lencina; 14 para Axel Aldo Nahuel Vilches y Pablo Javier Pascua; 12 años para Mayra Belén Mansilla y Virginia Malvestiti; 11 para Gregorio Agustín Núñez, Laureano Aznarez Espeche y Alexander Daniel Alcaraz, y seis años para Sabrina Ivana Barrías y Marina Liliana Núñez.
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