
Ametrallaron a un policía en Ezpeleta por venganza
Le dispararon 14 balazos en una villa
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LA PLATA.- El cabo primero Osvaldo Ramirez salió apurado anteanoche de su casa, a las 3 de la madrugada, y dijo que volvería pronto. Manejó su Fiat Uno hasta la villa Los Alamos, de Ezpeleta, con las pantuflas puestas. Allí, una hora después, fue acribillado de 14 disparos efectuados con una ametralladora, y su automóvil apareció calcinado. Por las características del hecho, las autoridades sospechan que se trató de un ajuste de cuentas o de una venganza de delincuentes con los que se había tiroteado hacía una semana.
El ministro de Seguridad, Juan Pablo Cafiero, que ayer encabezó un operativo de seguridad en Florencio Varela, afirmó que se trata de un "caso muy grave" y que plantea muchas dudas. Con este crimen suman 34 los policías bonaerenses fallecidos en lo que va del año.
El suboficial asesinado tenía 28 años. Había ingresado en la fuerza en octubre de 1994 y se desempeñaba en el Comando de Patrullas de Quilmes. Esperaba su primer hijo y, como el embarazo de ocho meses y medio de su mujer había tenido complicaciones, estaba de licencia para cuidarla.
La primera incógnita del caso es por qué motivo Ramírez salió de la casa -situada en Quilmes- en su Fiat Uno, a las tres. "Se presume que alguien fue a buscarlo. Pero todavía no tenemos precisiones, porque la esposa está muy nerviosa y fue internada", explicó a LA NACION el fiscal Ricardo Maidana, a cargo de la investigación.
A las cuatro, en la comisaría 3a. de Quilmes se recibió un llamado anónimo que advertía que en las inmediaciones de Los Alamos (una zona peligrosa, según la policía) había un hombre muerto y con varios impactos de bala.
Al llegar al lugar, en la intersección de las calles Namuncurá y Mar del Plata, los policías encontraron el cuerpo de Ramírez acribillado y, a unos 200 metros, su automóvil calcinado.
Según fuentes policiales, el hombre estaba en pantuflas y esto podría indicar "que no tenía previsto salir, pero debió hacerlo por algún motivo que surgió en ese momento".
Las extrañas circunstancias en las que ocurrió el asesinato no fueron lo único que llamó la atención de los investigadores. También la saña con la que se ejecutó: "De acuerdo con los resultados de la autopsia, se estableció que el cuerpo del policía tiene 14 orificios de entrada y 13 de salida, pues un proyectil quedó alojado en el interior", dijo Maidana.
Algunos de los profesionales que participaron de las tareas de recolección de pruebas y que pudieron observar la escena del crimen aseguraron que el homicidio se cometió con "gran salvajismo".
El arma reglamentaria del cabo primero no estaba en el lugar, por lo que se sospecha que fue robada por las personas que lo mataron. En tanto, se secuestraron varias vainas servidas para ser sometidas a peritajes.
Un caso grave
Fuentes judiciales consultadas por LA NACION coincidieron con la policía respecto de los interrogantes que rodean el crimen de Ramírez, ocurrido a escasa distancia del lugar donde Cafiero, junto con el secretario de Seguridad de la Nación, Norberto Quantín, participaba ayer de un operativo de control vehicular.
Los investigadores intentan averiguar qué hacía un policía que estaba con licencia en su trabajo en una zona tan peligrosa como Los Alamos y a la madrugada.
Además, consideran importante establecer si llegó hasta allí por propia voluntad, o si fue obligado.
Según las fuentes, ambas cuestiones serían relevantes para llevar la investigación a buen puerto.
Una de las hipótesis que se contemplan es que el suboficial haya sido víctima de una venganza, o de un ajuste de cuentas.
Es que, según calificadas fuentes judiciales, Ramírez habría participado de un tiroteo, hace siete días, en un bar situado en las inmediaciones de Los Alamos.
El enfrentamiento habría ocurrido en la madrugada. En aquella oportunidad, el policía estaba fuera de servicio "y no tenía motivos para encontrarse en ese sitio". El ministro Cafiero reconoció ayer que el hecho "abre muchos interrogantes" y que "es un caso muy grave".
Otra posibilidad que no se descarta es que Ramírez haya sido atacado por delincuentes que pretendían robar su vehículo y que, al descubrir que era policía, lo mataron con saña. En este caso, se desconoce si el cabo primero alcanzó a defenderse.
Aunque en principio se informó que no había testigos de lo ocurrido, fuentes judiciales indicaron anoche que durante la tarde de ayer la fiscalía había tomado declaraciones testimoniales, que podían aportar datos de interés para la causa.
Familiares, amigos y compañeros del suboficial Ramírez se acercaron ayer, a partir de las 17, al velatorio, realizado en la calle Mitre 2278, en Berazategui, donde se percibía un clima de profundo dolor.
"Hizo parte del entrenamiento conmigo y era muy buen compañero. Veo su foto y no puedo creer que haya muerto. Uno sabe que puede pasar, porque así es nuestro trabajo. Pero esto no quiere decir que nos acostumbremos", dijo un sargento ayudante de la Jefatura Departamental de Quilmes.
Las víctimas
El que sigue es el listado de policías bonaerenses asesinados este año.
Enero: Pablo Cisneros, Félix Blanco, Claudio Díaz.
Febrero: Juan Barrios, Daniel Rodríguez, Jorge Piazza, Jorge Coo, Ignacio Fidalgo.
Marzo: Anselmo Rodríguez, Nicolás Romero y Carlos Campitelli.
Abril: José Vergara, Julio Polero, Manuel Oviedo, José Sanabria, Héctor Antúnez, Omar Alonso.
Mayo: Abelardo Retamar, Rubén Monzón, Hugo Armoa, Claudio Rojas y Luis Santoro.
Junio: Horacio Finamore, Pedro Corbera, Claudio Amestoy, Juan Micone, Carlos Montenegro y Mario Contreras.
Julio: Víctor Ferrari, Alberto Leaniz, Gustavo Vázquez y Luis Giménez.
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