
Arte: una narración visual y sonora de Buenos Aires en la Fundación Proa
Pinturas, fotos, textos y voces dan forma a una muestra que describe la ciudad en la mirada de artistas como Ana Gallardo, Martha Minujin, Gian Paolo Minelli y Marcos López, entre otros

En la génesis del proyecto de "Buenos Aires", la muestra inaugurada el sábado en la Fundación Proa, anidaba el concepto de la metrópoli como fuente de inspiración y disparador de ideas; como espacio de reflexión y de interacción de los artistas contemporáneos. De lo general a lo particular, la idea de la urbe abstracta derivó en la ciudad real. "Buenos Aires" es la ciudad escrita y pintada, desde la primera fundación hasta las últimas placas de Gian Paolo Minelli sobrevolando la villa 31. Desde las imágenes de los pintores viajeros, las visiones costumbristas e iconográficas hasta la motorhome cartonera de Ana Gallardo y el pop latino acuñado por Marcos López.
Buenos Aires, la ciudad que vivimos, caminamos y amamos, es el hilo conductor que enhebra imágenes potentes, bellas, instalaciones conmovedoras y, por primera vez, una caja negra y sonora donde se escuchan las voces de escritores contando Buenos Aires.
En la recorrida inaugural, escoltada por los curadores Cecilia Rabossi y Daniel Link, Adriana Rosenberg, presidenta de la Fundación Proa, puso el acento en el carácter interdisciplinario del abordaje que tiene puntos de eterno retorno, como el Obelisco, tal vez por la potencia icónica del símbolo por excelencia de la capital de los argentinos. Hay un registro de las permanentes transformaciones operadas en el entorno de la Plaza de la República desde que el intendente Mariano de Vedia y Mitre, en 1936, encargó al arquitecto Alberto Prebisch la construcción de esa "torre" de 67 metros que celebraba el cuarto centenario de la fundación de Buenos Aires.
Créase o no, el Obelisco se levantó en 60 días, obra del consorcio alemán formado por Geope, Siemens, Grün y Bilfinger, según el proyecto de Prebisch. Dicen que fue tan rápido que los vecinos ni se dieron cuenta y que años más tarde estuvieron a punto de tirarlo abajo tras una votación en la Legislatura. Hoy, el turista que visita Buenos Aires lo primero que pregunta es por el Obelisco emplazado en la estratégica ubicación de 9 de Julio y Corrientes.
Mucho para ver, aprender y disfrutar en esta cuidada celebración del espacio público que soslaya el lugar común. En la primera sala de la Fundación Proa, el visitante encontrará dos polos visuales de carácter narrativo: la pintura histórica de Moreno Carbonero de la fundación de la ciudad, encargada en 1909 y el film de Andrés Levinson donde la ciudad es protagonista excluyente. Levinson recupera el espacio urbano en un lenguaje de lógicas connotaciones narrativas, con fragmentos de películas de Pablo Trapero y Hugo Santiago. El tiempo resulta un leitmotiv que atraviesa el proyecto, su exhibición y su contemplación.

Es una visita que requiere tiempo por la enorme carga de contenidos disímiles y complementarios; exigió tiempo la investigación, y el relato está narrado desde hoy, 2013, con la perspectiva del tiempo transcurrido desde que Pedro de Mendoza, primer adelantado, plantó bandera en la costa del Río de la Plata.
Con la coordinación de Cintia Mezza, Facundo de Zuviría, Paolo Baseggio y Martín Seijo aportaron sus miradas entrenadas para recuperar en imágenes la ciudad como hábitat, como escenario y como provocativo disparador de acciones colectivas y performáticas. Basta citar las acciones de Leandro Katz y de Marta Minujin, Liliana Maresca, Leandro Erlich y Sergio Avello, entre muchos otros.
Arte, cine , fotografía, arquitectura y diseño reunidos en este gran calidoscopio podrán visitarse en la Fundación Proa, Pedro de Mendoza 1929, hasta el 27 de octubre.
En un trabajo inédito de cooperación, por la cantidad de prestadores generosos, la muestra se enriquece con piezas cedidas por Carolina Bony, Galería Jorge Mara La Ruche, Galería Vasari, Malba, Juan Vergez y Sociedad Central de Arquitectos, entre otros.
No es la primera vez que la Fundación Proa fija su atención en las ciudades como campo experimental del arte. Desde las instalaciones de Mario Mertz hasta las fotografías del movimiento Nueva Objetividad alemana, el paisaje urbano se constituyó en eje expositivo. Basta recordar, por ejemplo, que la tipografía desarrollada ad hoc por un estudio de diseño británico se inspiró en el gigantesco mecano que es, visto desde la terraza de Proa, el puente Nicolás Avellaneda.
La instalación provocativa e inquietante de la motorhome de Ana Gallardo remite a una situación personal de la artista, que en la peor de las crisis perdió su hogar y montó sobre una bicicleta el mobiliario de su casa perdida, colchón incluido. Durante varios días de paseo por las calles bajo este nuevo techo en una acción crítica del sistema y también como forma de exorcizar sus propios fantasmas. En línea con la obra de Gallardo, la muestra recoge la experiencia de Liliana Maresca, precursora con una instalación "premonitoria" del carrito cartonero.
Está previsto que un programa educativo de visitas guiadas y ciclos de conferencias acompañen el despliegue de "Buenos Aires".
Del editor: por qué es importante.