Bachrach. "La gente me pregunta cuál es la solución mágica para estar mejor"
El limbo es aquel lugar donde confluyen -si es que hay algo que pueda enhebrar todo - algunos de los temas que atraviesan la vida de Estanislao Bachrach: doctor en Biología Molecular, ex docente en Harvard, actual profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella y hábil orador.
En los últimos años publicó libros sobre la mente, la creatividad y el cambio y se decidió a la divulgación científica de temáticas relacionadas a estos conceptos. Hoy lo ocupa el universo de las emociones, tema sobre el que se centra su próximo libro En el limbo, que sale a la venta en diciembre, y su precuela en formato cuarentena: un curso online que ofrecerá a través del Centro Cultural Konex todos los miércoles de noviembre.
Para la Biología, el limbo es la zona del cerebro donde se alojan las emociones. Según el cristianismo es aquel lugar donde van las almas que no pertenecen ni al cielo ni al infierno. Cualquiera diría que estar en el limbo es estar perdido o distraído. Según Bachrach, si uno sabe dónde está parado puede "diseñar" sus emociones y lograr lo que se proponga.
-En plena pandemia, nuestra estabilidad emocional ¿está más comprometida que de costumbre?
-Trabajo en el mundo de las emociones hace muchos años y durante estos meses vi que hay mucha gente que se dio cuenta de que siente cosas, y que esas cosas la afectan para bien y para mal. Es como que en este periodo cuarentenil y pandémico, la gente empezó a sentir más que las emociones en sí, la intensidad de las emociones. Hay mucho miedo, nervios, ansiedad y angustia. Yo no trabajo con pacientes, sino más bien con organizaciones, y estas emociones afectan la toma de decisiones y la performance laboral. Entonces en el curso trabajamos mucho el tema de la intensidad emocional: está bien tener miedo, pero si tenés pánico te vas a equivocar. Está bien sentir enojo, pero si sentís furia te vas a equivocar. También vemos qué son las emociones, dónde están, qué es lo que puedo hacer con ellas y cómo se pueden manejar un poco mejor para subir el bienestar y bajar la incomodidad. Como si uno tuviese un control remoto. No las podés poner en mute, pero las podés regular para tomar mejores decisiones y tener más bienestar en tu vida
-Hablando de pacientes, ¿suelen tomarte por psicólogo?
-El 99% de las personas. Pero esta es una mirada de la biología sobre el mundo de las personas "sanas" que tienen sus malestares cotidianos, siempre respetando a rajatabla que no soy terapeuta, ni psicólogo, ni coach. Yo no soy un psicoanalista que te va a decir qué hacer con tu hijo que no te escucha. Todas las personas pasamos por situaciones incómodas en la vida, la mayoría no son patológicas. Se trata entonces de cómo podemos llevarnos mejor con esas situaciones para sentirnos mejor y tomar mejores decisiones
-¿Nos enseñaron que hay que reprimir las emociones negativas?
-Según la Biología, no existen emociones negativas, la adjetivación es cultural. Son emociones no placenteras, en todo caso. Hay algunas que son más divertidas y otras más feas, pero no son malas en sí. Las emociones son datos, información que te da tu cuerpo sobre algo que te está pasando. Entonces para mi, como biólogo, un dato es algo muy útil, porque me puede ayudar a tomar mejores decisiones. Y si vos le ponés un adjetivo negativo le otorgás una connotación negativa que no deberías sentir, porque eso genera que la gente rechace y suprima emociones que a largo plazo le hacen peor a su cuerpo.
-¿Por ejemplo?
-El papá o la mamá que dicen "no tengas miedo" a una nena que está yendo a rendir una prueba de matemática. Cuando vos le decis a un nene que no tenga miedo, ya desde los 10 años empieza a entender que lo que él siente está mal. Entonces esos nenes que escuchan durante diez años "no estés triste por esto", "no tengas miedo", "hay que ser valiente" empiezan a suprimir el miedo porque está mal visto en su casa. Y tal vez treinta años más tarde tiene cáncer. Qué quiero decir: que hay hay evidencia estadística, no científica, que indica que las personas que tienden a lo largo de su vida a suprimir o tapar lo que sienten, sobre todo las cosa que creen que está mal sentir, se enferman mucho más y tienen más malestares y síntomas de todo tipo.
-¿Tendemos a pensar negativamente por naturaleza?
-Si un homo sapiens en la selva africana no pensaba en los peligros como la sequía, el hambre y los leopardos, tenía menos chance de sobrevida, entonces era beneficioso evolutivamente tener ese tipo de pensamientos. Para los biólogos, arrastramos millones de años de evolución donde es natural pensar en negativo.
-¿Cuáles son hoy los pensamientos negativos más extendidos?
-En realidad se refuerzan por la crianza: son por ejemplo el "no podes hacer esto", "no sos bueno para los deportes", "nunca te va a salir esto". Esos pensamientos negativos -estos si son negativos- tienen un impacto en las emociones. Si yo me digo hace treinta años que no soy bueno en arte, no voy a poder pintar nunca, me voy a sentir inseguro cuando me den un pincel. Finalmente eso que pensás te condiciona en todo.
-¿Por qué decís que la tristeza es tu emoción favorita?
-Me encanta porque es pacificadora. Te pone en frente a la realidad y te dice ¿sabés que? las cosas no son siempre como vos querés y eso te pone triste. La tristeza te permite reflexionar. Bueno, si las cosas no son como yo quiero siempre, ¿qué puedo hacer distinto?
-¿Y cuál es la peor emoción?
-La culpa, porque no sirve para nada
-Otro gran tema que solés tratar es la inteligencia del cambio. Con la pandemia todo lo que conocíamos como normalidad cambió de forma radical. ¿Los que tienen inteligencia de cambio la están pasando mejor?
-Diría que la están pasando menos mal porque para los biólogos el cambio es dolor. Ahora, cuando tenés inteligencia de cambio, ese dolor es menor. La inteligencia de cambio es ser consciente de que si yo quiero que me vaya mejor, tener más bienestar o tomar mejores decisiones, tengo que cambiar yo. Ni mi pareja, ni mi jefe, ni mi presidente, ni el contexto. Si vos asumís y te haces consciente de que sos responsable de tu propia vida y pensás qué cosas querés hacer distintas, ahí ya tenes inteligencia de cambio. Después cómo cambiar ya es otra tema,
-¿Tenemos un cerebro más preparado para el cambio de lo que creemos?
-Si 100%, el verbo "creemos" es el más importante de la Biologia. Nosotros vamos aprendiendo a pensar y creyendo las cosas que nos dicen cuando somos chicos. Nuestras experiencias, nuestro nivel de conocimiento y nuestra crianza van impactando en qué cosas creemos como ciertas y qué cosas creemos como mentiras y eso hace que la gente crea que no puede cambiar. Porque lo convencieron de que va a ser gordo toda la vida o de que es malo para los números o que nunca va a poder ser jefe porque se lleva mal con la gente. Cuando uno está convencido tiene mucha menos capacidad de cambio, aunque plásticamente el cerebro sí la tiene. Entonces el primer verbo es creer que uno puede cambiar.
-¿Hay algo que te pregunte todo el mundo?
-Algo que es muy de estos tiempos: cuál es la solución mágica para estar mejor. Cuál es el atajo, digamos. Y también está esa cosa del personaje, que porque yo hablo de esto la gente imagina que yo siempre estoy bien. Y yo soy normal. Este es mi laburo, pero yo tengo mis problemas, mis quilombos, mi divorcio, mi relación con mis padres, las cosas que me gustan y las que no. Y eso está bueno porque -escuchá esto que es espectacular- quiero acortar la distancia entre el personaje y la persona. Porque cuanto más se aleja el personaje divulgador del Estanislao ser humano normal, más ansiedad me genera. Y más incomodidad y malestar.
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