Cáncer de ovario: una nueva terapia para casos avanzados abre expectativas para los pacientes
Esta alternativa aparece tras más de una década con escasos avances; en la Argentina, el desafío sigue marcado por el diagnóstico tardío, que alcanza a siete de cada diez mujeres
6 minutos de lectura'


Durante años, para miles de mujeres en todo el mundo, el diagnóstico de cáncer de ovario avanzado implicó transitar un camino con opciones terapéuticas limitadas y un pronóstico incierto. Tras más de una década con pocas innovaciones relevantes para los casos resistentes al tratamiento estándar, la llegada de una nueva terapia dirigida —un anticuerpo conjugado a droga (un fármaco que combina un anticuerpo con quimioterapia y actúa de forma selectiva sobre el tumor)— marca hoy un cambio de paradigma y abre un escenario de mayor expectativa clínica.
Esta nueva terapia está dirigida a un subgrupo de pacientes con enfermedad avanzada resistente a la quimioterapia basada en platino, un grupo de fármacos que daña el ADN de las células tumorales.
En la Argentina se diagnostican cerca de 2200 casos de cáncer de ovario por año y alrededor del 70% de las pacientes llega a la consulta en estadios avanzados, cuando la enfermedad ya se diseminó fuera del ovario y las posibilidades de curación se reducen de manera significativa. Este patrón se repite a nivel global y explica, en gran parte, la elevada mortalidad asociada a este tumor.

Uno de los principales obstáculos es la ausencia de métodos eficaces de tamizaje (estudios de detección temprana en personas sin síntomas). A esto se suma que las manifestaciones iniciales suelen ser vagas o inespecíficas, como distensión abdominal persistente, molestias digestivas, dolor pélvico o sensación de saciedad precoz. Estos síntomas, frecuentes también en patologías benignas, suelen ser subestimados y contribuyen al retraso diagnóstico. Por ese motivo, la concientización sobre los signos de alarma y el acceso a controles médicos periódicos siguen siendo herramientas clave para mejorar el pronóstico.
Históricamente, el tratamiento del cáncer de ovario se basó en la combinación de cirugía y quimioterapia. Si bien estas estrategias permiten controlar la enfermedad en una primera etapa, un número considerable de pacientes presenta recaídas y desarrolla resistencia a los esquemas habituales, en particular a la quimioterapia basada en platino. Cuando esto ocurre, las opciones terapéuticas disponibles hasta ahora eran escasas y con beneficios limitados.
Durante más de una década no se incorporaron innovaciones significativas para las pacientes con enfermedad resistente al platino, una situación que representó una necesidad médica insatisfecha a nivel global. Sin embargo, el avance en el conocimiento de la biología tumoral permitió identificar blancos moleculares específicos (estructuras presentes en las células cancerosas que pueden ser atacadas de forma dirigida), lo que dio lugar al desarrollo de terapias completamente diferentes a las estrategias tradicionales.
En este contexto, recientemente se produjo un avance que podría representar un cambio relevante en el abordaje del cáncer de ovario: la incorporación de una nueva herramienta terapéutica con un mecanismo de acción diferente al de los tratamientos utilizados hasta ahora. Se trata de un anticuerpo conjugado a droga (un medicamento que une un anticuerpo con una quimioterapia), diseñado para reconocer de manera selectiva una proteína presente en la superficie de algunas células tumorales, el receptor de folato alfa.
Caballo de Troya
Este tipo de tratamiento funciona como un “caballo de Troya”: el anticuerpo se une específicamente a la célula cancerosa, ingresa en ella y, una vez dentro, libera la quimioterapia. De este modo, se aumenta la eficacia sobre el tumor y se reduce el impacto sobre los tejidos sanos. La indicación está dirigida a pacientes con cáncer de ovario avanzado resistente a la quimioterapia basada en platino.
“A diferencia de la quimioterapia convencional, que actúa de forma sistémica y poco específica, esta estrategia permite focalizar la acción terapéutica en los tumores que expresan determinados biomarcadores (características biológicas medibles del tumor)”, explicó Valeria Cáceres, médica oncóloga y directora del área médica y de la carrera de especialistas en oncología clínica del Instituto de Oncología Ángel H. Roffo de la Universidad de Buenos Aires.
Y agregó: “Por eso, el testeo del perfil molecular del cáncer resulta hoy indispensable, ya que nos permite identificar qué pacientes pueden beneficiarse de estas terapias personalizadas y tomar decisiones más precisas”.

Los estudios clínicos internacionales más recientes demostraron que este nuevo enfoque logra mejorar la sobrevida y el control de la enfermedad en comparación con los esquemas tradicionales utilizados hasta ahora en pacientes con cáncer de ovario resistente al platino. Para los especialistas, estos datos representan una noticia largamente esperada, luego de años en los que las alternativas disponibles ofrecían beneficios modestos.
“El avance en la caracterización genética de los tumores nos abrió la puerta a tratamientos verdaderamente personalizados. Hoy no todas las pacientes reciben exactamente el mismo esquema: evaluar biomarcadores permite adaptar la terapéutica a cada caso”, señaló Ana Laura Mendaña, médica oncóloga clínica del Instituto Alexander Fleming.
No obstante, los expertos advierten que persisten desafíos importantes. La equidad en el acceso al diagnóstico molecular, a tratamientos de última generación y a centros especializados sigue siendo una asignatura pendiente para garantizar que todas las pacientes tengan las mismas oportunidades terapéuticas.
El abordaje del cáncer de ovario no se limita al tratamiento oncológico. Requiere una mirada integral que contemple el apoyo nutricional, la contención psicológica, el acompañamiento social y, cuando corresponde, cuidados paliativos orientados a mejorar la calidad de vida.
En este camino, las organizaciones de la sociedad civil cumplen un rol fundamental. “Si bien no contamos con métodos de prevención o detección temprana, la información sigue siendo la herramienta más poderosa”, sostuvo María de San Martín, directora ejecutiva de Fundación Donde Quiero Estar. En el marco del programa MAPEC (Mapeo de Personas con Cáncer), la organización trabaja con pacientes para relevar necesidades, identificar barreras de acceso y acompañarlas durante el recorrido de la enfermedad.
Datos preliminares
Según los datos preliminares recabados por la fundación a partir de entrevistas a pacientes, las principales vías de detección del cáncer de ovario son las consultas por síntomas y los estudios de rutina. El tiempo promedio entre la primera consulta médica y el inicio del tratamiento es de 172 días, y el 65% de los casos detectados por síntomas ya se encontraba en estadios avanzados. Entre las principales dificultades se destacan la desestimación de síntomas, las demoras burocráticas y los problemas de cobertura para la autorización de estudios.
El escenario actual abre una etapa de mayor esperanza para una enfermedad históricamente relegada en términos de innovación. La incorporación de terapias dirigidas basadas en blancos moleculares no solo amplía las opciones para las pacientes con mayor necesidad, sino que confirma que la investigación oncológica avanza hacia tratamientos cada vez más precisos, eficaces y personalizados.
1Autismo: las razones detrás del llamativo aumento de casos y la advertencia de expertos
2Soleado Parador de Playa en Mar de las Pampas: precios, cuánto cuesta la carpa y cómo llegar
3El Vaticano anunció que el empresario argentino Enrique Shaw será proclamado beato
4Quién es Enrique Shaw, el empresario que será beatificado por el papa León XIV




