Católicos: “El embrión es un ser humano real, no en potencia”
"Los cristianos también queremos aportar nuestra voz, no para imponer una concepción religiosa, sino a partir de nuestras convicciones razonables y humanas", decía el comunicado que emitió la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), horas después de que el presidente Mauricio Macri habilitara el debate sobre el aborto. El comunicado llevaba la firma de presidente de la CEA, monseñor Oscar Ojea y sorprendió por su tono conciliador y alejado de las posturas más radicalizadas. En primer lugar reconocía que se trata de un problema social que genera mucho sufrimiento, destacaba el rol pastoral de la iglesia junto a las mujeres que necesitan apoyo y pedía "un debate integral, sincero, profundo, sin agresiones ni violencia".
La oposición de la Iglesia católica al aborto es la más conocida de las posturas religiosas: contraria a la legalización y opuesta incluso a las excepciones que hoy contempla la ley. La defensa del derecho a la vida ha sido el argumento histórico. Sin abandonar esa línea, ahora la Iglesia católica busca sostener sus argumentos, alejada de la postura más reaccionaria.
Representa un giro del estilo de confrontación y rechazo que caracterizaron otros pronunciamientos anteriores e incluso manifestaciones públicas de sectores católicos. Aunque no un cambio en los argumentos. Para el domingo de ramos, los obispos instaron a los fieles a llevar un cartel que diga "Vale toda vida" junto al ramito de olivo. El cardenal Mario Poli, en su mensaje previo a las Pascuas, habló de elegir la vida y resistir "los proyectos de muerte", una referencia indirecta al tema. Ante la consulta de LA NACION, las autoridades de la Conferencia Episcopal decidieron que fuera una mujer quien contestara las preguntas en nombre de la CEA. Fue el único culto que tuvo ese gesto: Graciela Moya, médica especialista en genética, miembro del Instituto de Bioética de la UCA.
– ¿Qué pone en juego el debate sobre el aborto?
–Lo que se pone en juego es quién se adjudica el derecho a decidir sobre la vida del otro, especialmente si esa vida depende del quien decide ¿Puede el Estado adjudicarle ese derecho a una persona? ¿Quién puede vivir o no, quién debe seguir vivo o no? Se pone en juego también en qué basamos el progreso de la humanidad, si hay una ley natural, un derecho a la vida por sí misma.
–¿A qué se refiere con la ley natural?
–La Iglesia se sustenta en la ley natural y el derecho a la vida como muchas otras filosofías y religiones. El derecho natural es la naturaleza de las cosas y sustenta la protección de la vida como un derecho inviolable. En la actualidad este debate se ha centrado también en la confrontación de dos derechos: el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo y su sexualidad, y que al ejercer estos derechos no se pongan en riesgo su salud y su vida; y por otro lado el derecho a la vida del niño por nacer, como vida en situación de vulnerabilidad, que depende naturalmente de su madre.
–También se plantea el debate sobre la legalización del aborto como un asunto de salud pública, una forma de disminuir la mortalidad materna
–Si bien el debate se centra en la disminución de la mortalidad materna, y sostiene por ello, que buscaría la protección de las mujeres en condiciones de pobreza y excluidas del sistema de salud, incluye a todas las mujeres en cualquier condición económica y social. Tampoco analiza en forma integral otros causantes de mortalidad materna como el acceso a la educación, al cuidado de salud, o a vivir en un ambiente saludable, que son los factores que disminuyen directamente la mortalidad materna. Sin duda la mortalidad materna es muy elevada en nuestro país y debe analizarse en forma integral, protegiendo la vida de la madre y el niño por nacer. Está claramente fundamentado que existen estrategias que disminuyen significativamente la mortalidad materna, entre ellas: los años de educación de la mujer, sobre todo si pensamos que la mitad de las muertes maternas son mujeres muy jóvenes, la atención médica en centros de salud de complejidad cercano a su domicilio, y acceso al agua potable y saneamiento ambiental. Sin duda, son estrategias complejas que implican un mayor gasto y responsabilidad, pero también sabemos que es la manera de permitir que las mujeres salgan de la pobreza, que puedan ejercer su sexualidad en forma responsable, y fundamentalmente que los hijos sean esperados y deseados.
– ¿Cuál es la postura de la Iglesia católica sobre el aborto? ¿En qué se sustenta?
–El magisterio de la Iglesia Católica parte de dos principios: que cada vida humana tiene valor en sí misma, sin importar las circunstancias en las que vive o su etapa de desarrollo; y que los seres humanos no pueden disponer de la vida de ningún otro ser humano. Estos preceptos se basan en el entendimiento de que el valor de la vida humana radica en que posee una dignidad que es intrínseca, no es adquirida con el tiempo por los comportamientos de los humanos adultos que desarrolla; ni es otorgada por otros seres humanos con base en ciertas características. Ya han ocurrido circunstancias muy dolorosas en la vida de la humanidad en que ciertos grupos humanos disponen de la vida de otros seres humanos, basados en que presenten o no ciertas características físicas o intelectuales, un determinado origen étnico, cultura o religión. Generando injusticias al arrogarse la decisión de elegir qué ser humano tiene derechos de persona, y qué seres humanos pueden ser eliminados, porque no son otorgados estos derechos. Esto significa que es importante no perder de vista que estamos hablando sobre el respeto de la vida humana, y la forma en que respetemos la vida humana nos define como personas y como sociedad.
- ¿Se admite en ciertas circunstancias?
–El Magisterio de la Iglesia no admite como moralmente lícita, la muerte deliberada de un ser humano en ninguna circunstancia. Contempla en aquellas circunstancias en que se encuentran en riesgo la vida de la madre y en consecuencia la del niño por nacer, la posibilidad de realizar tratamientos o procedimientos en la madre que indirectamente pongan en riesgo la salud o la vida del feto, cuando no existe otra opción. Pero siempre lo interpreta como una acción indirecta que tiene por finalidad la protección de la vida de ambos.
–¿Cuándo comienza la vida? ¿Y la persona?
–Para las ciencias biológicas, no hay ninguna duda de que la vida humana comienza desde el momento mismo de la fecundación. Desde ese momento, el cigoto tiene toda la capacidad de desarrollarse como un ser humano adulto con características propias que se encuentran inscritas en sus genes. Lo que se entiende por embrión es un ser humano en etapa embrionaria. Ya es un ser humano. Se ha demostrado que en la semana 14 el feto se encuentra completamente formado, con actividad cerebral propia, con todos sus órganos funcionando, solo resta madurar para poder adaptarse a la vida fuera del útero. En definitiva, no hay ningún motivo biológico para establecer diferencias significativas en el ser humano en desarrollo entre la semana 10, 15, 20 o a término. Es el mismo ser humano que va cumpliendo un proceso de crecimiento propio, definido por su genoma. Aquí la verdadera pregunta es acerca de la noción de persona y su dignidad. Es decir, ¿la dignidad de la persona es inherente a todo ser humano o es un atributo adquirido en algún momento del desarrollo u otorgado por otros seres humanos? La Iglesia Interpreta la dignidad como una característica intrínseca a la propia naturaleza humana. Define a cada ser humano como un fin en sí mismo, que ya desde su etapa embrionaria es un ser individualizado, no potencial, sino real. Sólo es potencial su posibilidad de desarrollo pre y postnatal. Por lo tanto, la obligación de defender la vida humana se torna fundamental y prioritaria respecto de cualquier otro valor.
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