La voraz epidemia de fiebre amarilla que dio origen al Cementerio de la Chacarita
En 1871 una epidemia de fiebre amarilla azotó la ciudad de Buenos Aires dejando como resultado 14 mil personas fallecidas, la mayoría inmigrantes italianos, españoles, franceses y de otras partes de Europa.
Los cementerios existentes no daban abasto para sepultar tanta muerte. El cementerio del Norte -actualmente de la Recoleta- había prohibido que se inhumen allí a quienes habían sido devorados por la epidemia. Por este motivo fue necesaria la construcción de nuevos espacios para recibir a los infortunados.
El 11 de marzo se habilitaron unas cinco hectáreas en las afuera de la ciudad para dar destino final a los caídos, y se creó el Tranvía Fúnebre, utilizado para llegar al cementerio. También e inauguró la llamada Estación Fúnebre en la intersección de las calles Bermejo -actualmente Jean Jaurès- y avenida Corrientes, donde se recibían los ataúdes.
Se llegaron a cremar 564 cadáveres en un día, bajo condiciones de higiene mínimas, que costaron la vida de 14 empleados. Finalmente, los olores y la falta de salubridad -que molestaban a los vecinos del barrio- llevaron a la clausura del lugar en 1875.
A partir de 1887 las inhumaciones comenzaron a realizarse en el cementerio Chacarita la Nueva, por lo que los cadáveres fueron exhumados del viejo cementerio y llevados al nuevo. El 30 de diciembre de 1896 se denominó a este cementerio como Cementerio del Oeste, pero como todavía era conocido como Cementerio de la Chacarita, una ordenanza del 5 de marzo de 1949 lo renombró de esa forma.