Ciencia básica, en retroceso. El Gobierno elimina un financiamiento clave para proyectos y despierta críticas
Anuló fondos para los PICT; sostiene que el sistema estaba deteriorado y que debía reorientarse a áreas estratégicas; en sustición creó dos nuevos apoyos económicos
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El 4 pasado, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (I+D+i) publicó las convocatorias para los nuevos programas de financiamiento científico, una noticia que para varios investigadores consultados fue más que preocupante. Con esta decisión, el Gobierno concretó la eliminación de una de las principales fuentes de financiamiento que impulsaba dicha institución y que para varios representantes de la comunidad científica jugaba un rol clave en el desarrollo científico nacional.
Se trataba de los Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica (PICT), un mecanismo creado para sostener investigaciones de todo tipo durante sus fases iniciales. Duraban hasta tres años y permitían a los beneficiarios comprar materiales, viajar a congresos nacionales e internacionales o complementar los estipendios de los becarios que colaboran en esos trabajos. Becarios que, en su mayoría, hoy reciben un ingreso mensual no mayor a $750.000.
El Gobierno argumentó que la disolución se debe al exceso de burocracia y a la falta de alineación de los proyectos con los objetivos que consideran relevantes. Además, en distintas consultas realizadas por LA NACION, desde la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación señalaron que la razón principal del cierre de los PICT es que no había fondos suficientes para cubrir todos los proyectos registrados hasta 2022.
Lo cierto es que desde hace algunos años los PICT venían funcionando con dificultades, aunque fuentes del sector científico remarcaron que el deterioro se acentuó en los últimos dos años. “Tengo bastantes críticas al sistema científico. Pero hay un ‘pero’ muy grande: si algo no funciona bien, no hay que cerrarlo, hay que arreglarlo. Esto, para nosotros, es parte de una desarticulación del sistema científico y no otra cosa”, advirtió Valeria Levi, química y miembro de la Red Argentina de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología (RAICyT). “Proyectos como los del stream del Conicet no serían posibles sin el desarrollo de la ciencia como la conocemos”, añadió.
Varios sectores de Ciencia y Técnica reaccionaron inmediatamente a la decisión de la Agencia I+D+i. El 9 de diciembre, la Comisión de Ciencia, Técnica y Arte del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) expresó su “profunda preocupación y rechazo” a las medidas adoptadas. Ayer hubo protestas frente al edificio de la agencia y Fernando Peirano, expresidente del organismo, publicó un artículo criticando el rumbo actual. “Si el Sol se apagara ahora mismo, no nos daríamos cuenta”, escribió. Para él, como para otros científicos y referentes del sector, el cierre de los PICT —sumado al resto de los ajustes— tendrá consecuencias aún no dimensionadas. Por su parte, la Red de Directores de Centros Científicos Tecnológicos del Conicet manifestó su profunda preocupación por “el desfinanciamiento y reorientación restrictiva de la investigación científica nacional”. El mismo mensaje fue reproducido por varios miembros del directorio del Conicet.
Levi también denunció que en los últimos dos años los salarios de investigadores y los estipendios de becarios se recortaron un 37% en promedio en los fondos provenientes del Tesoro. En total, el sector cayó un 70% durante los primeros dos años de la gestión libertaria. La Agencia I+D+i fue una de las más afectadas: sufrió un recorte del 76% respecto del final de 2023. Esto de acuerdo al último análisis de presupuesto en ciencia del Centro Iberoamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación (Ciicti).
Sin embargo, para Levi no se trata solo de recortes presupuestarios. Señaló que con las autoridades actuales el diálogo existe, pero es estéril. “Nos escuchan, pero no nos hacen caso”, dijo. Para ella, los miembros de RAICyT y otros investigadores y estudiantes, el cierre de los PICT es una muestra más de la marginación del sector.
A esto se suma un congelamiento del financiamiento internacional que podría haberse destinado a mecanismos como los PICT. Científicos consultados acusaron a la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación —a cargo de Darío Genua— de abandonar a todos los ganadores de la convocatoria 2022, que debían entrar en vigencia a fines de 2023 y que hasta el jueves pasado no tenían claridad sobre su situación; Levi es una de ellas. También quedaron en un limbo los que aplicaron a la convocatoria 2023, cuya publicación de resultados fue prorrogada 13 veces hasta su cierre definitivo.
Agustín Ormazábal, becario postdoctoral en biotecnología, contó que debió modificar su proyecto sobre diagnóstico temprano de patologías vinculadas con la salud sexual y reproductiva por falta de recursos. “Todos los PICT se deterioraron sustancialmente”, señaló. Finalmente, el jueves pasado supieron que su proceso había sido abandonado. “Nosotros escribimos el proyecto, lo enviamos, un montón de evaluadores lo revisaron. Y todo eso lo tiraron a la basura”, agregó Levi.

Hace unos meses, desde la secretaría explicaron que la demora en las altas se debía a que no había fondos suficientes para cubrir todos los proyectos seleccionados por el directorio de la agencia anterior. A esto se sumaban el ajuste presupuestario general y problemas administrativos como falta de designaciones y procesamiento de documentos. Sin embargo, Ormazábal advirtió que sí existen fondos disponibles para la Agencia I+D+i.
Desde la secretaría confirmaron que hay cuatro acuerdos vigentes con la banca multilateral destinados a la promoción científica, que en un inicio sumaban US$515.000.000. Son dos acuerdos con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), uno con el Banco Mundial (BM) y otro con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). LA NACION reveló hace dos meses que, de esos fondos, solo se había ejecutado un 30%. Dos de ellos, incluso, menos del 5%.
Consultadas por la falta de ejecución durante los últimos años, las autoridades respondieron que los programas continúan vigentes hasta 2026 y 2028, según el caso, y que “todos siguieron en ejecución de acuerdo con los cronogramas establecidos”. Informaron también que se ejecutaron poco más de US$25.000.000 destinados a los 5550 proyectos —incluidos los PICT— de la Agencia I+D+i.
Convocatorias
El jueves pasado, el Poder Ejecutivo abrió las convocatorias para dos nuevas modalidades de financiamiento, cuyas bases y condiciones se conocieron en detalle. La primera se llama Apoyo a la Investigación Científica (AIC). Este programa tiene US$10 millones y cada proyecto recibirá hasta el equivalente en pesos de US$200.000, de los cuales el 80% será aportado por la Agencia I+D+i y el 20% por la empresa o institución beneficiada.
También se lanzó la convocatoria START UP 2025, orientada a emprendimientos tecnológicos de base científica con potencial productivo. Esta convocatoria se divide en tres según el Nivel de Madurez Tecnológica (TRL), que indica el grado de avance de los proyectos. En total, se destinaron US$11 millones a estos tres partes para la convocatoria de este año. El financiamiento proviene de uno de los acuerdos con el BID, que hasta este año tenía disponibles US$109.469.991 para ejecutar, según el último informe ante el Congreso del entonces jefe de Gabinete, Guillermo Francos.
Según informó el Poder Ejecutivo, tanto el préstamo del Banco Mundial como el del BID se usarán en convocatorias aún no publicadas. La autoridad no respondió cuál será el destino del préstamo del BCIE.
Becarios de la Agencia I+D+i y miembros de RAICyT denunciaron que el Gobierno detuvo deliberadamente las convocatorias de los PICT y que ahora usará esos fondos para un programa exclusivo de algunas disciplinas. Los sectores elegibles son tres: agroindustria, minería y energía, y salud. En el sector científico preocupa que, para ellos, esto signifique abandonar la ciencia básica. A esto, se refiere con la rama del método científico que busca ampliar el conocimiento fundamental sobre fenómenos naturales, leyes y mecanismos sin una aplicación práctica inmediata. Levi remarcó que la ciencia no funciona bajo una lógica empresarial: los descubrimientos más trascendentes suelen surgir de proyectos inesperados.
“Si ves los grandes casos de desarrollo en la Argentina, provienen de proyectos de ciencia básica. César Milstein [Premio Nobel en Medicina] descubrió los anticuerpos monoclonales de esa forma. Hoy se usan para terapias médicas y más. Ese hallazgo mueve US$200.000 millones anuales, pero en su momento no se había monetizado. Ahora están tratando de hacer eso cortando proyectos con un potencial inmenso”, subrayó.
Desde el Poder Ejecutivo relativizaron esa sectorización y explicaron que pueden ingresar otras disciplinas que adapten sus proyectos a las categorías definidas. “Además de los alcances sectoriales, cabe resaltar la importancia de las tecnologías transversales habilitantes —Inteligencia Artificial, Biotecnología y Nanotecnología, Tecnología Satelital y Espacial, Tecnologías de la Información y la Comunicación— como objetos de estudio con potencial de reorientación y de utilidad”, detallaron. “Hay, por ejemplo, algunos proyectos paleontológicos ahora financiados por petroleras”, agregaron.
Desde la Comisión de Ciencia, Técnica y Arte del CIN criticaron la perspectiva oficial: “La falta de financiamiento ha generado un grave deterioro en múltiples áreas estratégicas de trabajo, arriesga la continuidad de proyectos, la formación de recursos humanos y la estabilidad institucional del sistema científico. Privar al país de un instrumento central de financiamiento competitivo significa dejarlo sin una política científica activa y sostenible. Dichos instrumentos no pueden sustituir —ni por su alcance ni por sus montos— a los programas estructurales que garantizan el desarrollo de la investigación en sentido amplio. Sin ciencia básica es imposible pensar en un desarrollo sostenible a mediano y largo plazo. Ningún país desarrollado ha abandonado su sistema científico-tecnológico”, señalaron en su comunicado.
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