Con nuevo dueño, el Cariló Golf Club proyecta un centro de alto rendimiento para jóvenes jugadores
CARILÓ.- Hoyo 1. Par 5. 446 yardas. Hándicap 13. El cartel de punto de partida ya avisa que lo que viene no será fácil. Los pinos cercanos son una barrera que requiere demasiada precisión y un mix de drive y efectos para llegar con menos golpes hasta el green. Así de complicado será en 18 escalas para completar un recorrido que tiene un ideal de 73 golpes.
Impactante por su vegetación, ahora en plena etapa de mejoras de su campo de juego y entorno, el Cariló Golf Club tiene nuevos propietarios. Desde siempre en manos de la familia Guerrero, fundadora de esta localidad, ahora el paquete accionario lo compraron empresarios que proyectan jerarquizar esta reconocida cancha con nuevas instalaciones, servicios y un ambicioso proyecto a mediano plazo: concretar allí un centro de formación y alto rendimiento para jóvenes que se entusiasmen con este deporte.
Los primeros cambios son por ahora en el predio que implica para los jugadores un recorrido de 6473 yardas. También en la atención gastronómica. Las obras más relevantes llegarían recién el año próximo, con un restaurante de categoría que funcione de día y de noche. "Vamos a ir de a poco, respondiendo a un criterio fundamental que es dar respuestas a un perfil de turista cada vez más exigente que tiene Cariló", dijo a LA NACIÓN el inversor y ahora presidente de Cariló Golf S.A., Nelson Valimbri.
El nuevo responsable es aquí también propietario del complejo Saint Germain, a cuyos clientes les ha abierto esta tentadora oferta que es el acceso al campo de golf local, muy reconocido por quienes practican este deporte.
David Leguizamón, ex profesional y actual gerente del Cariló Golf Club, asegura que estos 18 hoyos son un verdadero desafío para los golfistas, incluso los más experimentados. "Es una cancha que a diferencia de otras del resto de la costa y el país tiene mucha vegetación y tiros ciegos", comenta a La Nación.
Por eso considera que se trata de una cancha "más estratégica que de distancia" dado que, quien no conoce demasiado el lugar, incurre en la desacertada opción de apuntarle al bosque, que a menudo se convierte en un laberinto de muy difícil salida. Insiste que es "angosta, comprimida y castiga mucho los errores".
Valimbri explica que el primer paso en esta nueva etapa es que la cancha encuentre su mejor estado, con buenas condiciones y mejor mantenimiento, sobre todo con un emprolijamiento del bosque interior. También una renovación del servicio de bar y confitería del campo de golf, como para que los jugadores y quienes los acompañan tengan un lugar adecuado y confortable para descansar, alimentarse y esperar. O tomarlo como una salida gastronómica, tanto para almuerzo como cena. Las actuales instalaciones son muy modestas y con prestaciones básicas. El objetivo es que se conviertan en un nuevo propuesta de categoría para Cariló.
Aspira a que se pueda construir alguna suerte de dormis o cabañas para pernoctar, aunque es un proyecto a más largo plazo y sobre el que aún resta consultar con autoridades municipales para ver si es viable.
Esa opción de alojamiento está ligada a la otra idea que más entusiasma a los flamantes responsables: crear esa escuela de formación de nuevos golfistas y centro de alto rendimiento. La propuesta, cuando tome forma definitiva, se acercará a la Asociación Argentina de Golf. "Puede ser una oportunidad para que chicos que no conocen el golf experimenten, prueben, se perfecciones, formen e incluso lleguen a la competencia como tenemos tantos casos en el país", detalla Valimbri.
Leguizamón avala esta iniciativa por el plus que para los jugadores jóvenes significaría prepararse aquí. "Insisto que es muy estratégica y los hará pensar mucho, porque acá hay que evaluar tiro por tiro".
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