Córdoba: murió Chichina, la histórica novia del Che Guevara, a los 85 años
María del Carmen Ferreyra tuvo una relación de joven, cuando el revolucionario vivía en Alta Gracia; pertenecía a una familia reconocida de esta provincia
CÓRDOBA.– A los 85 años, murió en Córdoba María del Carmen “Chichina” Ferreyra. El nombre puede no decir nada para muchos, hasta que se le agrega el mote de “la novia del Che”, con el que pasó buena parte de su larga vida. Ella prefirió no hablar mucho de aquella relación juvenil que marcó su historia.
Los testigos cuentan que los ojos verdes de “Chichina” encandilaron a Ernesto Guevara Lynch en el casamiento de Carmen, hermana de un gran amigo de ambos, Pepe González Aguilar. Era octubre de 1950. Ella tenía 16 años y también se sintió atraída por él, de 22.
Por 1951, Ernesto viajaba seguido de Buenos Aires a Córdoba, donde vivían “Chichina” y su familia, una de las más destacadas de la provincia no solo por su fortuna, sino por su cultura y sus relaciones. También los visitaba en la casona de Malagueño. Los Guevara Lynch, en cambio, eran aristócratas venidos a menos.
“Me fascinó su físico obstinado y su carácter antisolemne”, contó “Chichina” en una de las escasas oportunidades en que rompió su silencio público sobre la relación. “Su desparpajo en la vestimenta nos daba risa y, al mismo tiempo, un poco de vergüenza. No se sacaba de encima una camisa de nailon transparente que ya estaba tirando a gris del uso. Se compraba los zapatos en los remates, de modo que sus pies nunca parecían iguales. Éramos tan sofisticados que Ernesto nos parecía un oprobio...”, recordó.
Ernesto había vivido con su familia en Alta Gracia en los años 30; en Buenos Aires estudiaba medicina y, cuando tenía la oportunidad, viajaba como enfermero en barcos de la Marina Mercante. Demoró poco en ofrecerle matrimonio a “Chichina” y una luna de miel de mochileros por América Latina. La familia de la joven se escandalizó.
Visitas y regalos
El romance transitaba en años del peronismo, movimiento con el que Ernesto no comulgaba como tampoco lo hacía su suegro, el radical Horacio Ferreyra. Los motivos de la oposición eran diversos; las diferencias políticas empezaron a colarse en las conversaciones.
De todos modos, el vínculo siguió y “Chichina” hasta colaboró (seguramente a escondidas de su gente) con el viaje de Ernesto y Alberto Granado en moto por América. Salieron en diciembre del ’51 y, antes de empezar a subir, se fueron a la costa, donde estaba su novia: para Reyes le regaló un cachorro de ovejero alemán, llamado Come back.
En una carta a su padre, Ernesto le contó: “Todo fue una luna de miel continua, con ese sabor amargo de la próxima despedida que se estiraba día a día, hasta llegar a ocho. Cada vez me gusta más o la quiero más a mi cara mitad. La despedida fue larga, ya que duró dos días, y bastante cerca de lo ideal”. A los meses, “Chichina” le comunicaba –también por correo– que el romance había terminado.
Ferreyra era historiadora, se casó con un médico pediatra y fue madre de tres hijos. Era muy querida y reconocida por su trabajo en Córdoba. En las elecciones de 2016 fue fiscal de mesa por el Pro, día en el que volvió a aparecer en los medios.