
Disculpas y confusión en el barrio Corimayo
Pedido de perdón para Echarri
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La casa americana, blanca y cuadrada, de material, pasa inadvertida en el barrio Corimayo. Los árboles y cercos crecidos casi la ocultan de la vista. Al fondo de un largo lote de pastos altos, donde se herrumbra un Dodge 1500 abandonado y dos perros viven a sus anchas, se levantan los dos cuartos, con una cocina y un living, donde Antonio Echarri estuvo cautivo durante siete días.
La vivienda, con rejas, está situada en la calle Sarcione 792, una zona peligrosa. Allí, Antonio Echarri estuvo cuidado hasta que fue liberado por Ezequiel Dicugna, de 22 años, un joven que maneja un Peugeot 504 negro en una remisería situada a cinco cuadras de allí. Frente a la casa donde estuvo Echarri vive el padre de Ezequiel, un suboficial de la Policía Federal retirado. Fue él quien alquiló la vivienda en febrero para su hijo, que debe cuatro meses de alquiler.
Ayer, el barrio Corimayo estaba casi desierto. Pocos vecinos se animaban a salir de sus casas bajas, a medio terminar, tal vez para no encontrarse con los periodistas. La casa donde estuvo cautivo Echarri es la vivienda familiar de Ezequiel, su mujer, Paula, y su hijo, de alrededor de un año.
Dormitorio prisión
Desde el día anterior al secuestro, por consejo de su marido, la señora se mudó a la casa de su madre. En su ausencia, su dormitorio se convirtió en prisión. Ayer, la señora lloraba desencajada: "No lo puedo creer. En nombre de Ezequiel le pido perdón a la familia Echarri. Algún castigo se merece porque esto no se hace", dijo.
"Si hubiera sabido que ese hombre estaba allí yo misma lo habría entregado. Esa familia estaba desesperada y le pido disculpas", reiteró.
Paula, de 20 años, convive con Ezequiel desde hace dos años y parece no conocerlo bien: "No entiendo cómo llegó a esto", se lamentó, mientras se secaba el rostro y dijo haberse enterado de lo que hacía su marido cuando vio todo por televisión. "Me dijo que iba a viajar a Misiones por la remisería y que mientras tanto yo fuera a lo de mi mamá porque el barrio es inseguro", relató.
Mientras dialogaba con LA NACION, un hombre que pasaba por el lugar en bicicleta gritó: "En la remisería cambian los coches todos los días", y se alejó con el misterio a cuestas.
Las explicaciones de Paula son confusas. En toda la semana no volvió a su casa e incluso dijo que no tenía la llave, que tal vez estaba en poder de un vecino. En el barrio todo el mundo habla bien de Ezequiel, excepto una vecina que dijo llamarse Ramona Galarza. La señora denunció que su hijo discapacitado, Claudio Ocampo, de 26 años, hace seis meses fue atado, golpeado, amenazado y quemado con cigarrillos por Ezequiel, su padre y otros empleados para burlarse del joven.
Los clientes de la remisería, como Adriana, de 18 años, y Yanina, de 21, que viajaban con él, en cambio, lo elogian, aunque no se les pasó por alto un detalle: en toda la semana no lo vieron trabajando.
Los relatos son sólo retazos de un barrio donde nadie sospechó que en la misma casa donde vivían Paula y su marido estuvo cautivo el padre de uno de los actores más populares de la Argentina.
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