El desafío para los docentes: apropiarse de la propuesta
A fines de mayo de este año, el Ministerio de Educación de la Nación avanzaba en una reforma que modificaría la forma en que se enseña Matemática. La impronta en la que se apoyaba la propuesta era el modelo educativo de Singapur, con la consigna: "Enseñar menos y aprender más".
Tal reforma era impulsada a partir de los resultados obtenidos en Matemática por los estudiantes que finalizan la escuela secundaria en los operativos ONE 2013, Aprender 2016 y Aprender 2017.
Hoy, apenas unos meses después, la Asamblea 88° del Consejo Federal de Educación resolvió aprobar el documento: Indicadores de Progresión de los Aprendizajes Prioritarios de Matemática. El solo hecho de que el conjunto de los ministros de Educación de la Nación, la ciudad de Buenos Aires y todas las provincias adopten una medida en esta dirección es muy auspicioso y reconoce el valor que esta asignatura tiene en la formación de nuestras niñas, niños, jóvenes y adultos. Y visualiza ante la sociedad la necesidad de que todos aquellos que tenemos responsabilidades en su educación matemática revisemos, analicemos, propongamos y definamos -según nuestro rol dentro del sistema educativo- cuáles deberían ser las líneas de acción a implementar.
Sin embargo, el proceso de búsqueda de consenso fue limitado y se redujo a "una construcción colectiva con la participación de especialistas de Matemática" designados por la Nación y las jurisdicciones, sin la participación y consulta de los docentes que enseñan la asignatura en las aulas diariamente ni de los docentes que forman y capacitan a los profesores en los institutos superiores de formación docente y las universidades.
El camino elegido, que puede resultar más corto, probablemente generará mayores resistencias en maestros y profesores que desde hace 30 años vienen formándose -aún de forma desigual- con una teoría de la didáctica de la matemática francesa a la cual hay que reconocerle importantes resultados, sobre todo en la escuela primaria.
Ahora bien, queda por delante un enorme desafío, la puesta en marcha en cada una de las escuelas de una política pública que acaba de aprobarse. Esta tendrá impacto positivo o no sobre los aprendizajes de nuestras y nuestros estudiantes en la medida en que quienes enseñamos Matemática nos apropiemos de la propuesta, la incorporemos a nuestras prácticas docentes cotidianas y, sobre todo, estemos convencidos de que lo nuevo puede ser mejor para nuestros estudiantes.
Profesor de Matemática, formador de docentes y rector del Colegio Nacional de Buenos Aires
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