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El ex Paseo de la Infanta, en el olvido
Pastos crecidos, ratas, locales abandonados y usurpadores son la actual postal de una zona que nadie recupera
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LA NACIONPablo Tomino
El ex Paseo de la Infanta, en Palermo, acumula seis años de abandono: el pasto crece sin control entre los centenarios ladrillos que conforman los diez arcos del puente bajo el Ferrocarril General San Martín y las ratas hicieron de él su morada. Ya nada queda de los bares, restaurantes y juegos para niños que hace menos de una década eran deleite de vecinos y visitantes.
Ese privilegiado lugar, denominado hoy Paseo Marcela Iglesias, está situado en el Parque Tres de Febrero, delimitado por la Avenida del Libertador, Coronel Freire y los viaductos de los ferrocarriles San Martín y General Mitre.
Durante la gestión del ex jefe de gobierno porteño Jorge Telerman se anunciaron reformas para volver a dar vida a esa zona que fue, sin duda, un punto de enorme atracción. Su decadencia se acentúa día tras día. Ni Telerman ni el actual jefe de gobierno, Mauricio Macri, lograron sacarlo del olvido y la degradación.
Por estas horas, la empresa Panter SA, que tiene la concesión de los locales, asegura que espera construir allí un "pequeño Puerto Madero", con bares y restaurantes, mientras que la ciudad prometió que el año próximo se construirá la postergada Plaza de la Shoá, espacio público que ordena crear una ley.
Hoy, sólo un bar que parece haber quedado exento de los desalojos y las controversias jurisdiccionales funciona en ese predio, aunque en una estructura que muestra su enorme decadencia, especialmente cuando se ingresa en sus baños, sucios y descuidados, situados en un bajo escalera de donde se divisan trastos amontonados de lo que fueron otros sectores que hace más de un lustro también estaban destinados a la gastronomía.
En 2006, un proyecto proponía realizar allí una plaza seca. Más tarde, se habló de construir en el paseo un espacio verde que mantuviera las características paisajísticas y patrimoniales de la zona donde está emplazado: un área de protección histórica (APH).
En 2007, las autoridades prometían inaugurar un espacio parquizado con flora nativa y una fuente de estilo inglés. Se anunció, incluso, que iba a erigirse el Monumento a la Memoria de las Víctimas del Holocausto Judío, mientras que por una ley de 2008 se denominó a un sector de ese predio Plaza de la Shoá.
El actual gobierno porteño tampoco parece apurado en recuperar esa zona. Por estas horas, una familia usurpó parte de esas tierras para levantar allí una casilla recubierta de bolsas de nylon, donde viven varios adultos y niños. Los fines de semana se higienizan y comen asados al aire libre. A 20 metros de ellos, dos hombres ofrecen lavar los autos a quienes concurren al parque a pasar el día, a pasear en bicicleta o, simplemente, a caminar.
Donde debería estar la Plaza de la Shoá, el actual Ministerio de Desarrollo Urbano porteño montó una suerte de showroom , denominado Centro Vivencial Plan Hidráulico, con inmensos carteles amarillos, para mostrar las obras que lleva adelante para mitigar las inundaciones. Casi nunca está abierto.
La única inversión concreta de los últimos años es la que realizó la empresa YPF en el Rosedal. Plantó unos 6000 rosales y mantiene cuidados varios monumentos y zonas parquizadas.
"El gobierno de la ciudad es incapaz de manejar un espacio público de la envergadura del parque 3 de Febrero. Por eso, el abandono generalizado. Esos arcos del bajoviaducto deberían ser ocupados por estaciones de gimnasia, juegos para niños, lugares donde se informe y promocione turísticamente el parque. También podría haber un museo. La zona está catalogada como urbanización parque (UP), por tanto no está permitido su uso comercial. Los locales que antes funcionaban bajo los arcos ferroviarios no tenían la habilitación del gobierno porteño", dijo Osvaldo Guerrica Echevarría, presidente de la Asociación Amigos del Lago de Palermo.
"Se llamó a un concurso para hacer un monumento a las víctimas del Holocausto. Hay un llamado a licitación que se hizo este año para hacer la plaza con la incorporación de caminos, césped, luminarias y mobiliario urbano. Esperamos que esté terminada el año próximo", dijo a LA NACION el ministro de Ambiente y Espacio Público porteño, Diego Santilli.
En tanto, el Organismo Nacional de Administración de Bienes del Estado (Onabe, que depende del gobierno nacional) es el que explota comercialmente el predio del bajoferrocarril. Son terrenos nacionales que, como se dijo, están momentáneamente en manos del concesionario Panter SA. Su contrato vence el año próximo, por lo que ya comenzó a gestionar una prórroga por una década más.
"Desde 2005 hasta hoy, la ciudad no habilitó los locales por diferentes conflictos jurisdiccionales. Sabemos que la ley nos ampara para volver a abrir allí bares y restaurantes y concretar un pequeño Puerto Madero que también incluya salas de arte. Tenemos un proyecto fantástico para volver a dar brillo a la zona", dijo a LA NACION Marcelo Villarino, gerente de esa firma.
Marcela Iglesias
El ex Paseo de la Infanta es recordado por mucha gente a raíz de un hecho luctuoso: el accidente que le costó la vida a Marcela Iglesias, una niña de 6 años que, en febrero de 1996, fue aplastada por una estatua de metal de 270 kg que se desprendió durante una exhibición realizada por una galería de arte. Por esa razón, el paseo lleva su nombre tras la aprobación de la ley 2366, publicada en agosto de 2007.
Sin embargo, no hay un cartel oficial que dé cuenta de esa nueva denominación, sino uno casero que colocaron los propios padres de la niña y vecinos de la zona el 10 de agosto pasado. Su nombre anterior responde a la visita que en 1910 hizo al país la infanta Isabel Francisca Asís de Borbón.
Por Pablo Tomino
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