Tragedia de Beara: el juicio oral y público a empresarios y funcionarios, demorado
Lo tiene el Tribunal N° 7; en su dictamen, el fiscal incluirá a los uniformados
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En la Justicia avanza el proceso contra los primeros procesados por la tragedia de Beara, entre los que se encuentra el exdirector de Habilitaciones y Permisos de la Ciudad Martín Farrell.
El proceso, no obstante, viene lento. Es que el Tribunal Oral Correccional que lo lleva adelante, el N° 7, es uno de los que se buscó convertir en Tribunal Federal para darles más agilidad a las causas radicadas en Comodoro Py. Esa medida fue rechazada este año por la Corte Suprema, por lo que muchas de las causas sustanciadas en ellos sufrieron demoras, según dijeron a LA NACION fuentes judiciales.
La de Beara no es la excepción. Farrel es el único de los procesados que tiene en su contra dos casos de cobros de coimas, por ese boliche y por Caramel, otro local de la misma sociedad (El Viejo Sabio) que era lindero a Beara.
Contra Farrel pesa una acusación por homicidio culposo agravado y lesiones agravadas más dos hechos de coimas. Junto a él trabajaban los exfuncionarios Carlos Mustapich y Vanesa Berkowsky. Esta última fue la única por la cual el fiscal Andrés Madrea no pidió su procesamiento por considerar que no tuvo responsabilidades y que, tal y como consta en el expediente, le había enviado una nota personal a Farrell en donde detallaba las irregularidades de Beara.
De no haber apelaciones por parte de las defensas de los expolicías ahora procesados, Madrea solicitará la elevación a juicio para ellos también con el objetivo de que toda la causa se juzgue junta y no termine separada en diferentes tribunales.
Farrel había sido propuesto por el entonces jefe de gobierno porteño Mauricio Macri, para ocupar uno de los juzgados en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad, pero no consiguió el aval de la Legislatura. En el expediente judicial se detalla que cuando se encontraba a cargo de Habilitaciones florecieron los permisos precarios para que funcionen boliches bailables.
La mecánica era la siguiente: como los requisitos para conseguir la habilitación de "local bailable clase C" eran más rígidos, los empresarios conseguían habilitaciones como "casa de fiestas particulares" y todos los fines de semana conseguían un permiso especial para operar. Como debían ser "eventos privados", los relacionistas públicos se encargaban de confeccionar las famosas "listas de invitados".