El patriarcado, un sistema que aún domina
El patriarcado, tan mencionado ante el Paro Internacional de Mujeres, es el sistema de dominación más antiguo. En un sentido general, se refiere a la dominación masculina y a las relaciones de poder a través de las que los hombres dominan a las mujeres, como lo define la activista norteamericana Kate Millet en Política sexual (Aguilar, 1975). El sistema justifica el control sobre la supuesta inferioridad biológica de las mujeres y tiene su origen histórico en la familia cuya jefatura ejerce el padre y se proyecta a todo el orden social. Sus 5000 años de existencia se contradicen con la intención frecuente de asimilarlo al mundo de la naturaleza.
Este sistema se fundamenta en el dominio del hombre ejercido a través de la violencia contra la mujer y promovida por instituciones como la familia y el Estado a través de la educación sexista y los medios.
Esta violencia se instala en los cuerpos de las mujeres, quienes quedan sujetas al control social y reproductivo de los hombres, en particular de aquellos que se atribuyen su dominio (una pareja, por ejemplo). Aunque existen varones en situación de opresión del sistema patriarcal, las mujeres mantienen una situación de este tipo frente al hombre. Así se justifican las desigualdades y el dominio de las mujeres por las diferencias biológicas. La dominación patriarcal amplía la brecha entre mujeres y hombres, produciendo feminización de la pobreza, marginación, femicidios y aumenta la violencia entre los hombres, agudizando la explotación de unos pocos sobre muchas y muchos.
La jurista Alda Facio afirma que para que las diferencias sexuales se hayan convertido en legales, políticas, sociales y económicas entre mujeres y hombres tuvo que existir la ideología patriarcal que devalúa e invisibiliza a las mujeres a través del lenguaje y promueve un pensamiento dicotómico jerarquizado y sensualizado que permite mantener y reproducir su exclusión y someterlas al cumplimiento de sus roles "naturales". El patriarcado erige al hombre en parámetro, modelo o paradigma de lo humano, mientras que subordina a las mujeres en función de sus pretendidos "roles naturales". El cambio cultural empezó, pero falta mucho aún por deconstruir para dar lugar al nacimiento de una sociedad más justa y equitativa.
La autora es socióloga de la Comisión Nac. de Acciones para la Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género
Irene Castillo
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