
En el corazón de Nueva Pompeya un museo recuerda a Homero Manzi
Su creador lo llamó Manoblanca, en referencia a otra gran creación del popular autor del tango "Sur"
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En cuanto a visitantes, lo desfavorece la lejanía del Centro, pero está donde tiene que estar, en la esquina de Centenera y Tabaré, uno de los pliegues más tradicionales del barrio de Nueva Pompeya.
La ubicación se explica por el hecho de que allí vivió, entre 1920 y 1923, parte de su adolescencia un santiagueño nacido en Añatuya llamado Homero Manzi, poeta popular de indiscutida talla, que después emigraría a los barrios de Boedo y Palermo.
Y a él está dedicado el museo Manoblanca, con sede en una vieja casona de Tabaré 1371. En su frente está emplazada una escultura del autor de "Sur", a cuya letra se acopló la lánguida nostalgia de la música de Aníbal Troilo para convertirse en un ícono del cancionero porteño.
"Manoblanca" es el título de otra de sus célebres piezas, que en un par de versos expone bella y elocuentemente la pasión de un hombre: "...que esta noche me esperan sus ojos/en la avenida Centenera y Tabaré".
En esa esquina, en la que ahora funciona el bar El Buzón, estaba entonces el colegio Luppi, del que Manzi fue alumno pupilo.
La fundación del museo, en la esquina opuesta, se le ocurrió a Gregorio Plotnicki, 65 años, en agosto de 1983. Curiosa y heterogénea confluencia: un descendiente de inmigrantes polacos consagrado a homenajear el talento de un santiagueño de sangre italiana.
A un amigo
El tango "Manoblanca" se lo dedicó Manzi a su amigo Oscar Musladino. Su padre tenía una herrería y un caballo con una pata delantera blanca. "Dio nombre al tango, pero otra versión, más pícara, lo remite al apodo que le habían endilgado a Oscar por no ser muy afecto al trabajo, así que sus manos estaban siempre muy pulcras", añade Plotnicki.
Manzi -aclara- no fue sólo el autor de más de 250 temas, entre tangos, valses y milongas, sino que también fue un idealista que creó con su amigo Arturo Jauretche y otros aquel particular núcleo político que se llamó Forja.
Centro de la antigua vivienda es un patio con aljibe revestido de mayólicas de Talavera de la Reina. Entre multitud de objetos, contra una pared se observa una cocina inglesa fabricada hace 100 años y una placa de bronce en la que el Gobierno de la Ciudad declaró el museo sitio de interés cultural. "Tuvimos que ponerla ahí porque en el frente ya habría desaparecido", advierte Plotnicki.
En tres salas se observan elementos que pertenecieron a Manzi, entre ellos, partituras originales, fotografías y su partida de nacimiento, refrendada en un registro civil de la lejana Añatuya.
Más allá del terraplén
Pero el museo se diversificó, con los años. Por una parte, se extendió al tango, en general, y también a rescatar aspectos olvidados de la historia del barrio. El animoso inspirador del lugar consideró que debía destacarse la emblemática presencia del puente Alsina en el paisaje pompeyano.
Fotografías de gran valor por su antigüedad -la mayoría, producto de la donación de particulares- reflejan las diversas versiones del puente: el primero, que data de 1855 y terminó arrasado por una correntada del Riachuelo; el provisional, que lo reemplazó el año siguiente; el tercero, que se mantuvo desde 1859 hasta 1905; el cuarto (puente Uriburu), entre 1910 y 1938, y el actual, con su denominación definitiva.
Caballeros del buzón
En el anecdotario de la casa figura un episodio singular. En junio de 1999, el buzón de la esquina -un clásico del barrio- fue retirado por "carecer de utilidad".
Hubo una reacción vecinal tan sostenida -incluyendo una carta de lectores aparecida en LA NACION- que en dos semanas el Correo lo restituyó.
La circunstancia impulsó la creación de la Orden del Buzón, que hasta ahora ha sido otorgada a 40 personalidades de la música, las letras, el teatro y otras expresiones artísticas, así como a entidades y bares tradicionales de la ciudad.
"Ayuda económica de la firma Kellogg´s -explica Plotnicki- permitió realizar mejoras en la vereda y los murales del frente, proveernos de elementos técnicos y de seguridad, y publicar libros, postales y folletería. Pero lo mejor sería una subvención, por ejemplo, del Fondo Nacional de las Artes."
Reconoce la distancia con el centro urbano, por lo que, como modesto recurso de difusión, se organizan periódicamente visitas de escolares.
"Anualmente, alumnos de 150 escuelas recorren estas instalaciones. Esperamos que alguna vez se sumen los turistas. Pueden empezar a llamar desde marzo al 4918-4998, diciéndonos cuándo quieren venir", se esperanza.





