"Es más práctico hacer un curso o comprar un libro"
Cuando se enteró de que estaba embarazada, Julieta Hadid, de 30 años, corrió a comprar libros y revistas sobre embarazo y maternidad, y navegó en Internet por cuanto sitio dedicado a madres y bebes encontró.
En un foro conoció a varias mujeres que tenían fecha de parto para la misma semana que ella. Entre todas crearon un grupo en Facebook para compartir consejos y anécdotas sobre el embarazo y la crianza de sus hijos.
"Visitaba una página muy buena en la que te explicaban qué síntomas era normal sentir semana a semana y cómo se iba desarrollando el bebe. Si algo no coincidía, antes de asustarme lo consultaba con mi médico", cuenta Julieta, mamá de Martín, de un año.
"Lo más curioso que me aconsejaron fue poner un calzoncillo de mi marido debajo de la almohada del bebe para que se duerma. A algunas amigas les dio resultado, pero a mí, por suerte, no me hizo falta probar porque Martín duerme muy bien", dice orgullosa. A pesar de la extensa bibliografía que consultó, Julieta dice que los mejores consejos fueron los de su mamá.
Florencia Tejada tuvo a Sofía el año pasado, a los 27. Su mamá y sus amigas que ya habían tenido hijos fueron sus grandes consejeras. "Nunca había sostenido a un bebe en mi vida, pero leí un par de libros y para el resto recurrí a mi vieja y a mis amigas que ya tenían experiencia", cuenta.
Distinto es el caso de Laura de Landes, mamá de Angeles, para quien el paso de información de madres a hijas no alcanza, por los cambios permanentes en la crianza de los bebes. "Si tenés un hijo después de los 30, tu mamá ya se olvidó de algunas cosas, o aplicaba muchas costumbres que ahora se desaconsejan", explica, y agrega que es más práctico hacer un curso o comprar un libro.
Laura hizo un curso de lactancia materna, en el que aprendió con un muñeco cuál era la postura correcta para amamantar, cómo usar una pezonera y un sacaleche. "En la época de nuestras madres, no se usaban estas cosas: no existía ni el freezer para guardar la leche", dice.
También compró un libro sobre estimulación temprana y siguiendo algunas de sus recomendaciones, ponía cerca de su panza música y también una linterna sobre papel celofán para que el bebe oyera los sonidos y percibiera los colores.
Daniela Ximena Enríquez tiene 25 años y hace siete meses fue mamá de Romeo. "Mi vieja y mi hermana me acompañaron mucho, pero lo que me decían no era suficiente. Internet fue mi amigo fiel", dice.
Todas sus preocupaciones desaparecieron cuando sostuvo a Romeo en brazos. "Fue muy natural. ¡Parecía mi tercer hijo, no el primero!"
Daniela reconoce que se mareó con tantos consejos: "Mi mamá me dijo que tenía que acostarlo boca arriba, pero Romeo sólo duerme boca abajo. La pediatra me tranquilizó, me dijo que tenía que dormir como a él le fuera más cómodo".
Para los cólicos, llegó a ponerle leche materna en forma de cruz en la panza, un consejo de su abuela, de 91 años. "¡Probé de todo!", dice entre risas.
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