Es momento de recuperar el sentido común
La educación de excelencia es la principal herramienta que facilita la movilidad social y el progreso. La Argentina supo tener el mejor sistema educativo de América latina, gratuito y abierto, siendo ésta la mejor forma de multiplicar las oportunidades.
Pero esto cambió. Los profesores universitarios observamos, año tras año, el deterioro del nivel con el que llegan los alumnos, su incapacidad para comprender textos y gráficos, y sus inhabilidades matemáticas. Sabemos que el problema tiene que ver con la escuela, donde hemos caído al puesto 59 entre 65 países que toman el test internacional de PISA en matemáticas, ciencias y lengua.
Pero también las universidades son parte del problema. Por eso es muy valioso el informe de Alieto Guadagni, que muestra un aspecto muy relevante del problema de las universidades nacionales. Según el informe del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA), el 44% de los alumnos no aprueba más de una materia por año. Hay más de 483.029 estudiantes que están en esa situación. Esto encarece el costo por graduado hasta superar los US$ 60.000 como promedio nacional y llega a extremos de US$ 424.000 en la Patagonia austral.
Si pensamos que una carrera contiene más de 33 materias, es evidente que pocos de esos estudiantes lograrán recibirse. Pero estos estudiantes que no estudian entorpecen la enseñanza y el aprendizaje del resto, bajando el nivel promedio. Es así, como nuestras universidades ya no encabezan los rankings de América latina y se ubican debajo de los primeros 450 lugares de los rankings globales.
Ya es momento de recuperar un mínimo de sentido común en este debate. Se deben restablecer los exámenes de ingreso, otorgando un curso de nivelación para quienes no logren aprobarlo, pero sin permitir el ingreso a quienes no lleguen a superar un nivel determinado.
Dado que las universidades nacionales son pagadas por todos los contribuyentes, es razonable exigir a los alumnos que aprueben un mínimo de cinco a seis materias por año con un promedio superior a 7 (siete).
Este tipo de requisitos son comunes en casi todos los países donde las universidades son gratuitas.
El autor es director general de la Fundación Libertad y Progreso
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