
Inhuman a Barrantes en El Pucará
Así lo decidieron Sarah Ferguson y su hermana Jane, quienes llegaron ayer al país para participar en la íntima ceremonia.
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SALLIQUELO.- Los restos de Susan Barrantes, madre de Sarah Ferguson, duquesa de York, quien murió trágicamente el sábado último cerca de esta ciudad, serán inhumados hoy cerca de las 10.
La pequeña procesión de íntimos amigos y de un puñado de familiares caminará cerca de 100 metros siguiendo el féretro, desde la puerta principal del casco de la estancia El Pucará hasta los límites de la cancha de polo, lugar donde descansa el cuerpo de Héctor Barrantes, marido de Susan.
La decisión de enterrar a Barrantes en la estancia -y no trasladarla a Gran Bretaña, tal como trascendió poco después del accidente- fue tomada por sus hijas Sarah y Jane, y aprobada por una ordenanza de la municipalidad de esta ciudad. Es la segunda vez que los concejales votan de esta forma: la primera fue en 1990, año en que murió Héctor Barrantes y a pedido de su viuda, Susan.
Llega la duquesa
Cientos de periodistas esperaron ayer en el aeroclub de esta ciudad el arribo de Ferguson, quien acaparó la atención de los hombres de prensa de todo el mundo y también de los curiosos locales.
Ferguson llegó a las 9.40 de ayer en un avión Cessna particular que abordó tras su arribo a Ezeiza, procedente de Londres, de lo que se informa por separado.
Vestía una pollera y un sacón negro. Su rostro sin maquillaje denotaba más bien una expresión neutra que se hizo aún más patente al mirar hacia el nutrido grupo de periodistas reunido en el aeródromo y que no logró el permiso para un contacto más cercano. Ante una pregunta de uno de ellos en inglés, formulada a los gritos para poder ser escuchado, se limitó a sonreír y a musitar algo ininteligible.
Luego de confundirse en un abrazo con Enrique Gatica, capataz de la estancia, tomó asiento en un automóvil conducido por el joven modelo Martín Barrantes, su sobrino político, mientras el limitado equipaje de la duquesa -una pequeña valija y un bolso- era colocado en el asiento posterior de una camioneta.
Ambos vehículos junto con otros tres destinados a su custodia, partieron velozmente para cubrir los 25 kilómetros de tierra que separan a Salliqueló del campo El Pucará, propiedad de su madre.
La característica particularmente penosa de esta visita de Fergie al establecimiento se verá subrayada hoy cuando Susan Barrantes sea inhumada junto a su esposo en la estancia.
Controles
La policía departamental, en tanto, acentuó a partir del arribo de la duquesa las extremas medidas de seguridad dispuestas desde el día anterior en el acceso a El Pucará.
Este rigor incluyó la verificación de credenciales de gente que se acercaba para ingresar en la estancia. La entrada era permitida luego de que la policía lo consultaba con "alguien" del interior. También desde allí llegó la indicación "absoluta" de no franquear el paso al periodismo. Hubo un pequeño incidente, incluso, cuando dos colegas de un semanario lograron filtrarse "subrepticiamente", por lo que fueron detenidos y liberados un par de horas más tarde.
Vanos fueron los intentos de algunos periodistas por alquilar avionetas particulares para sobrevolar El Pucará: los pilotos del aeroclub se negaron "por respeto a la señora".
De todos modos, como observó un experto, la intención igual hubiera fracasado: las ráfagas de 80 kilómetros por hora de viento soplaron en la zona durante toda la jornada, lo que hubiera tornado muy dificultosa cualquier maniobra aérea.
Llamó la atención los escasos visitantes que traspasaron la tranquera del campo y que fueron en su gran mayoría sólo vecinos de la estanciera. Tampoco hubo ofrendas florales, de lo que se desprende que había una orden expresa en ese sentido.
Al mediodía ingresó en El Pucará el intendente de Tres Lomas, Roberto Martín. Cuando se retiraba aceptó un breve diálogo con la prensa en el cual informó que "las exequias de la señora Barrantes se cumplirán mañana (por hoy), probablemente a las diez".
Poco después de las 17 llegó a El Pucará la hermana menor de Sarah Ferguson, Jane, quien viajó desde Australia (desde un pueblo cercano a Sydney, donde reside) acompañada por funcionarios de la embajada británica.
Al igual que la duquesa de York, vestía en forma sencilla y traía consigo reducido equipaje. A poco de bajar del avión, pronunció algunas palabras en español, pero rehusó el contacto con la prensa. El reencuentro con su hermana ocurría en una infortunada circunstancia.






