
La ciudad en la que cabe una selva
Está en la capital formoseña; se llama Laguna Oca; la declararán de interés mundial
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FORMOSA.- Solo hay que cruzar una calle en el barrio sur de esta capital para ingresar en un mundo impensado. Cuesta creer que a unos pasos del centro de la ciudad, que sólo cuenta con una plaza, exista un espacio natural de tanta riqueza y de semejante volumen.
Será por el olvido, que nunca se supo muy bien de dónde vino y que alguna vez, inexplicablemente, condenó a esta provincia, que ahora los forasteros comienzan a descubrir lugares como Laguna Oca, una reserva de más de 10.000 hectáreas que será declarada de interés mundial por la Unesco.
Y está allí, a unas cuadras de aquella plaza San Martín, pero medio escondida por algunas casas o por eso del olvido que a veces también atrapa hasta a algunos formoseños.
Al corazón de la laguna se llega en 15 minutos de lancha, a sus mejores riberas en 25 minutos de auto y a sus maravillas visuales y auditivas sólo con las ganas de entregarse a algo que es de todos y que está allí, tras internarse por algún brazo del río Paraguay.
Y allí, casi enfrente de lo que pronto volverá a ser el Hotel de Turismo, basta embarcarse en la siesta, cuando todos descansan, e internarse en esa selva en galerías, bordear los camalotales y ver, por ejemplo, un yacaré overo brillando bajo el sol.
El gobierno provincial no dudó en avanzar sobre el proyecto y creó una Unidad Central de Administración, compuesta por técnicos y profesionales de todos los órdenes.
La biosfera
Una de esas personas es Susana Fourcans, una apasionada, y que explica el tema de la biosfera: "En definitiva, esto tiene que ver con todo lo viviente de la Tierra, incluido el hombre. No se trata de un parque natural en donde no se puede tocar ni una rama, no. Esto involucra al hombre en la conservación, pero con un desarrollo sustentable, teniendo en cuenta el cuidado de la tierra para el futuro, sin agotamientos ni contaminación, pero también pensando en la economía".
Es que en la reserva existen terrenos y campos privados, cuyos dueños fueron convocados y firmaron un contrato de concertación que los compromete con el orden natural, pero que también les otorga un asesoramiento gratuito, un certificado de control de calidad de lo producido y el compromiso del gobierno de ordenar las mensuras, legalizar los títulos de propiedad y realizar las correspondientes escrituras de quienes no las posean.
"Por eso convocamos a todos -agrega Fourcans-, porque el Gran Chaco es casi tan importante como el Amazonas y aunque 10.500 hectáreas parezcan poco es mucho si agregamos que es una reserva pegada a la ciudad."
Y así surgió la idea, por esa belleza paisajística recostada sobre la capital formoseña. "Nadie cuida lo que no conoce, por eso es también un desafío, demostrando que la gente urbana puede convivir con un entorno natural", asegura Susana Fourcans.
Fourcans se embarca con el cronista de La Nación en un viaje apasionante. La lancha corre sobre el río Paraguay y entra en un espejo de agua planchada. Sólo la estela que deja la nave hace ondular los camalotes como si fueran olas verdes. Los laureles, los sauces, los alisos de río, los algarrobos blancos y los claveles del aire llenan el ojo en un avistaje interminable y, sobre el río Piquisirí, se ve el bosque en galerías.
La lancha se detiene en el embarcadero de la estancia La Florida, de Pancho Kullak, un hombre que dejó el campo de tierra adentro para disfrutar de la selva, el río y el turismo. Su mujer, Estela, maneja la hostería, ofrece el esperado almuerzo y no deja tiempo para mucha sobremesa.
"No se pierda el bosque, venga conmigo", apura Estela mientras recorre senderos casi inexplorados, muestra las huellas de los guazunchos -pequeños venados- y se detiene para señalar un mono carayá, bien negro y que por esas cosas de los animales se encuentra solo, abandonado por el resto de la colonia. Pero el mono también escapa de nosotros, aceptando su definitiva soledad.
"Cuando estoy acá, en La Florida, encuentro una paz que no tenía y reconozco los valores que la gente va perdiendo. Y la gente, como ustedes, se sorprende cuando nos visita, incluidos los mismos formoseños, porque muchos no saben todo lo que tenemos", cuenta con orgullo Estela.
De regreso en la lancha, la tarde se va por detrás del verde. Un pescador saluda, un lobito de río mira y una garza levanta vuelo entre las plantas.
Y, desde Formosa, Laguna Oca comienza a cobrar más importancia que nunca para el mundo, al menos para ese que quiere seguir siendo natural y que, por sobre todo, no olvida.
Para conservar el sistema
FORMOSA (De un enviado especial).- Para ensayar métodos de desarrollo sostenible en Laguna Oca se experimentaron las siguientes actividades:
- Mejoramiento y recuperación de sistemas forrajeros: entre otras, con clausuras o con cercos de ramas y desarrollos de siembras para mejorar el suelo.
- Manejo y aprovechamiento de fauna: es a través del rancheo de yacarés y carpinchos para el aprovechamiento de carne y cueros.
- Pesca tradicional: promover la pesca, pero con métodos artesanales.
- Recolección del polen de totora: es importante la difusión de prácticas sanitarias que permitan la venta para el consumo humano de este producto.
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