Las fans del "Gitano" no encuentran consuelo
Lo lloraron frente a su casa de Banfield
Cuando lo supieron había cinco personas cerca de la casa. Se había ido Sandro, su ídolo. Se habían enterado a través de un mensaje de texto y ya no pudieron contener tantas emociones. "Perdoná Roberto, vos dijiste que no llore, pero mi corazón duele. Me duele el corazón, me duele el alma, me duele todo", dijo Gladys Pereira, de 59 años y fanática desde pequeña. Una de tantas, tantas...
En Beruti 251, esa calle empedrada, a dos cuadras de la estación de trenes de Banfield, la puerta de madera está rodeada de los carteles que habían dejado aquellos que deseaban que Sandro pudiera volver al barrio. "Fuerza maestro, fuerza Gitano, estamos con vos", reza una de las cartulinas. Otro cartel tiene un tono más personal: "Sandro, el Gitano, nunca te olvidaré. Siempre estarás vivo en mi corazón. Te amo, Noemí de Banfield".
Silvia Nikoleaychuk, de 52 años y fanática de Sandro desde los cinco, dice, sin poder controlar su llanto: "Es un titán, me va a costar, es parte de lo más importante de mi vida. Hoy lloramos todos, no hay que ser egoístas; él descansa en paz".
Lejos de allí, Liliana Borelli, de 50, cuenta a LA NACION que en su casa todos son fanáticos del Gitano, y que no tiene fuerzas para ir hasta Banfield, porque su pena es demasiado grande. "Estamos muy mal, no esperábamos este desenlace. Era nuestra familia. La verdad es que gracias a Sandro conocimos a Roberto Sánchez, una gran persona", resume, en una conversación telefónica.
Nelly Fontana es, probablemente, la fanática de mayor edad que espera, frente a la casa de su ídolo, que la realidad, como sea, cambie. Tiene 79 años y está allí desde las 19, un par de horas antes del inmodificable final: "Estuvimos todos sus cumpleaños acá. Hoy teníamos que estar. Lo van a velar en el Congreso o en el Luna Park, es una personalidad. Todos los años, para el cumpleaños, la casa se llenaba de gente. ¿A qué ídolo le hicieron eso?". Su hija, Laura, tiene 52 años y es fanática desde los 17; ella tampoco quiere moverse del lugar.
Cerca está Alvaro, fanático de toda la vida, también, y representante en el lugar de los seguidores más jóvenes. Tiene 17 años y es vecino del barrio. Cuenta que ha sido su fan toda la vida: "Nunca pensé que esto iba a pasar. Para mí siempre va a ser un ídolo muy respetado, igual que para mi familia. Me siento muy triste porque pensé que iba a estar bien. Para mí era demasiado joven".
Las expresiones de congoja se repiten, los gestos que la denotan, también. Sentada en la vereda, desconsolada, aislada por decisión propia, una fanática murmura: "Pensé que lo iba a volver a ver vivo..." No dice más: a su voz la ahoga el llanto.
A dos horas de recibida la noticia, colman la calle unas ochenta personas; hay fanáticos desconsolados y, también, vecinos asombrados. Cantan, como buscando alivio: "Sandro no se va, Sandro no se va" . De pronto, Silvia Herrera, de 51 años, fanática desde los siete y en la puerta de la casa de Sandro desde las 19, habla como para sí misma: "No, Sandro ya se fue". Le queda de recuerdo eterno el nombre que le puso a su hijo en honor al ídolo: Roberto.
La gente continúa llegando, dejan velas, rosas, fotos y estampitas como ofrendas para el ídolo que se fue.
Liliana Bagalá, de 53 años, comenta con desazón: "Esto no lo esperaba. Rezamos mucho. El tenía muchas ganas de vivir. Como cantante fue lo más; como persona es, fue -se corrige-, un ser extraordinario. Te soy sincera, pensé que iba a salir". Ella integra el "Grupo de las nenas", que todas las noches, a las 22, rezaban ante un cirio encendido por la recuperación de su ídolo. Esta noche, las velas se encienden con otro deseo: que El Gitano Sandro descanse en paz.