Los máximos criminales de guerra croatas vivieron en la Argentina
Anton Elez, un camarada de Dinko Sakic en el campo de exterminio de Jasenovac, también llegó a la Argentina en 1947, vivió en el país desde entonces con su verdadero nombre y murió en Miramar, provincia de Córdoba, el 23 de julio de 1985. Aunque Elez tenía el mismo grado que Sakic -capitán del ejército croata- era su subordinado en la conducción del campo y estaba acusado de haber participado en ejecuciones masivas.
Su nombre figura en el informe de la Comisión Yugoslava para el Establecimiento de Responsabilidades en la Comisión de Crímenes de Guerra y su pista se había perdido desde los últimos días de abril de 1945.
Elez había formado parte de los primeros grupos de ustashas llegados a Buenos Aires. Había llegado el 1º de abril de 1947 en el Philippa, un buque de bandera panameña y al día siguiente los diarios argentinos informaron que en el buque viajaban treinta criminales de guerra.
Además de Elez, entre los fugitivos habían llegado Vladimir Kratch, ex jefe de la fuerza aérea croata; Gorg Vrantich, jefe de la policía secreta; Radomil Vergovitch, jefe de la policía estatal, y Josip Tomlianovich, general y ex comandante del ejército ustasha.
Este estado mayor croata trasladado a la Argentina fue la primera avanzada de lo que vendría después. Según cifras coincidentes, unos veinte mil croatas se asentarían en el país en los meses siguientes, y la mayoría reconocería como jefe político a quien había sido el presidente del pro nazi Estado de Croacia: Ante Pavelic.
En las listas de criminales de guerra confeccionadas por los aliados, Ante Pavelic figuraba primero. Entre 1941 y 1945 había ordenado personalmente la ejecución de centenares de miles de personas en los campos de exterminio croatas, entre los cuales Jasenovac era el más grande y el más activo.
Protegido por Dinko Sakic, el general Moscow y el coronel Kirim, en los últimos días de la guerra había huido hacia el Norte y había alcanzado refugio en un convento franciscano en el Tirol austríaco.
Los croatas peronistas
Sólo allí había pensado en su futuro y cuando embarcó en Génova hacia Buenos Aires, a fines de agosto de 1947, contaba con una nueva identidad (Aranjos Pal, pasaporte de la Cruz Roja Internacional número 74.369) y con la protección de ciertos sectores de la Iglesia Católica.
Según un documento del Central Intelligence Corps norteamericano, el führer croata estaba en contacto con el subsecretario de Estado vaticano, Giovanni Batista Montini, quien años después sería Papa con el nombre de Pablo VI.
En Buenos Aires, Pavelic y sus croatas encontraron un refugio ideal a la sombra del peronismo gobernante. La primera estructura que crearon fue el llamado "Gobierno Croata en el Exilio" -presidido por el propio Pavelic, a quien secundaba Vjekoslav Vrancic- y luego la Agrupación Croata del Movimiento Peronista para los Extranjeros.
Esta agrupación tenía una dirección colegiada, integrada por seis personas: Edo Bulat, Josih Subasic, Ratimir Gadja, Nedim Salvegovic, Nikola Perik y Marijan Gudel.
La protección oficial
La protección ofrecida por el peronismo fue una verdadera coraza para el jefe ustasha y sus colaboradores. En principio, Ante Pavelic vivía en una casa de Aviador Mermoz 643 de Ciudad Jardín, en El Palomar, propiedad de los organismos de ayuda social del gobierno. Allí Dinko Sakic -según él mismo admitió- cumplía sus funciones de guardaespaldas vistiendo uniforme de fajina.
Pero a Pavelic, además de la casa, el peronismo le daba cobertura legal. El 24 de mayo de 1951 Yugoslavia solicitó su extradición, considerándolo "el principal criminal de guerra de la última contienda bélica", y el gobierno argentino respondió que en el país no había nadie con ese nombre.
En rigor, otro gobierno -el de la Revolución Libertadora- también iba a tender el brazo para protegerlo: en 1957, dos años después de la caída del peronismo, la Argentina volvería a negar su extradición.
El final de Pavelic en la Argentina comenzó a escribirse el 11 de abril de 1957. Ese día sufrió un atentado a balazos cuando llegaba a su casa de El Palomar, y su nombre y su presencia en la Argentina volvieron a cobrar una indeseada notoriedad.
Después de pasar un período oculto en el Chaco, viajó a España y murió en un convento fransciscano de los alrededores de Madrid la noche del 28 de diciembre de 1959.
En el testamento político que dejó al Consejo del Movimiento Libertador Croata, designaba sucesores a otros tres ustashas: Stjepan Hefer, Ivan Asancaic y Josip Markovic. Los tres vivían en la Argentina.
Bernasconi pidió informes
El juez federal Hernán Bernasconi libró ayer oficios a los ministerios del Interior y de Justicia para que informen si tienen datos sobre pedidos de captura internacional contra el ex capitán croata Dinko Sakic, que reconoció ante las pantallas de TV que dirigió un campo de concentración instaurado en su país por el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
Fuentes policiales revelaron a La Nación que Interpol le informó al magistrado que "no registra pedidos de captura ni de arresto preventivo contra Sakic", por lo que no existirían restricciones para que el presunto jerarca nazi continúe en libertad.
El paradero de Sakic es incierto desde la noche del lunes último, aunque fuentes judiciales dijeron anteayer que la Policía Federal "lo tenía localizado".
En tanto, en una carta remitida al director de La Nación , el defensor del juez Bernasconi, Guillermo Guevara Lynch, precisó que el magistrado enfrenta una acusación de la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados por supuestas irregularidades cometidas en tres causas judiciales y no once, como se informó.
Según el letrado, "no aparecerán imputaciones verdaderamente cargosas en contra del doctor Bernasconi, pues hasta el más inadvertido puede notar que no existe comisión alguna de delitos de su parte, sino más bien, que parece haber un intento de incriminarlo para obtener su destitución como juez federal de Dolores con competencia en balnearios de la costa, Pinamar y Villa Gesell". Para Guevara Lynch, con la acusación a Bernasconi "se pretende contar durante un lapso prolongado con una zona liberada, (...) en la importante jurisdicción del narcotráfico del verano". El abogado sostuvo que "las mafias que trafican indecentemente con el tráfico de estupefacientes se han enancado en este proceso con miras a lograr la destitución de un juez probo".
Dinko Sakic ya había sido denunciado en 1977 en una publicación paraguaya
MONTEVIDEO.- El croata Dinko Sakic fue denunciado en 1977 como "un infiltrado comunista" por el presidente para Europa del Movimiento de la Resistencia Nacional Croata, Zdrvko Beno, según publicó el diario ABC, de Asunción del Paraguay, el 31 de marzo de ese año.
Beno agregó que "Dinko ha hecho todo lo posible por destruir a nuestra organización y, durante varios años, mediante engaños, fraudes, estafas y delaciones ha logrado sembrar la confusión en nuestras filas".
Según el dirigente croata, Dinko "estaba casado con la media hermana del general Luburic, jefe del Movimiento de Resistencia Croata asesinado en España en 1969, y valiéndose de este hecho logró escalar posiciones", lo que le permitió recibir mucho dinero para ayudar a los croatas radicados en Paraguay, pero que invirtió en provecho propio.
Además -siempre según aquella denuncia de Zdrvko Beno- el croata que fue hallado en el balneario bonaerense de Santa Teresita, habría montado en Madrid, España, una oficina en la que habría vendido nuevas identidades.
Según Beno, Sakic tenía en Madrid una colección de pasaportes falsos de varios países europeos y latinoamericanos, que vendía a un precio entre 500 y 1000 dólares, además de ellos con visas de varios aeropuertos.
Entre los croatas engañados por Dinko Sakic estuvo Jozo Domjanovic, un croata que había pasado varios años en prisiones comunistas de Yugoslavia y Alemania del Este.
Este hombre, con alteraciones mentales, asesinó en Asunción al embajador de Uruguay, Carlos Abdala, en 1972, al confundirlo con un diplomático yugoslavo.
Paraguay, el refugio
Otro documento surge de la publicación el 15 de julio de 1977 por el diario sueco Aftonbladet, en un despacho titulado "Croatas en exilio se acomodan en el Paraguay", en el que se informa que "cuando el líder croata Dinko Sakic fue arrestado en Asunción acusado de un desfalco por 3,5 millones de dólares, dijo que había usado el dinero para comprar tierras para futuras colonias croatas".
"El dinero venía de la así llamada federación anticomunista latinoamericana", agregaba el diario sueco, el que vinculaba a Sakic y Domjanovic con los terroristas ustachis de Croacia, autores del asesinato de un embajador yugoslavo en Estocolmo y liberados después de un secuestro aéreo en Bulltofta, en 1972.
Asimismo, en setiembre de 1976 la agencia yugoslava Tanjug mencionaba a los ustachis como autores del secuestro de un avión de la TWA de los Estados Unidos para lograr la difusión de un manifiesto político. En este caso, sin embargo, no se menciona a Dinko.
Estos datos fueron hechos públicos por el diputado Juan Carlos Raffo, del Partido Nacional y ex ministro del gobierno del presidente Luis Alberto Lacalle, quien exhibió los facsímiles de las publicaciones mencionadas que había conservado en su archivo dado su vinculación con el embajador Abdala.
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