Los vendedores ilegales volvieron a la calle Florida
Algunos empujaban sus carritos de garrapiñadas o jugos de naranja exprimidos. Otros habían levantado paneles con retratos y pinturas, o extendido sus lonas sobre la franja central de la peatonal para desplegar allí sus colecciones de anteojos, discos compactos, mates, collares, pulseras o juegos de ingenio.
Según pudo comprobar ayer LA NACION, los vendedores ambulantes volvieron a instalarse en la calle Florida y a ocupar ilegalmente el espacio público que es de todos los porteños. Al mismo tiempo, en la plaza Francia, los artesanos cortaron parte de la Avenida del Libertador en protesta por la falta de medidas contra los puestos no autorizados que, según ellos, ocupan más de la mitad de la plaza. Dijeron que hoy al mediodía cortarán por una hora dos carriles de la Avenida de Mayo al 500.
"De lunes a viernes es impresionante la cantidad de vendedores y artesanos que hay. El otro día vi a un grupo fumando marihuana en la calle, un desastre", dijo Leandro Ataría frente a su puesto de diarios, en la esquina de Florida y Viamonte. "Los que venden CD truchos vienen solamente los sábados y los domingos desde la tarde", agregó.
Casi todos los vendedores se concentraban en el tramo de la peatonal entre las avenidas Corrientes y Córdoba, sin que los intimidara la presencia policial.
No fue posible, por otra parte, comunicarse ayer con los responsables de la Subsecretaría de Control Comunal de la Ciudad, ya que no respondieron a las llamadas de LA NACION.
A metros de Corrientes, Bruno, de 37 años, atiende la florería de un amigo. "Yo veo siempre a los carritos que exprimen naranjas y venden jugo, también hay un hombre que vende juegos de ingenio de metal", contó a LA NACION.
"Pirañitas" en acción
El comerciante también dijo que le preocupaba una sensación de inseguridad. "Hace poco vi cómo un grupo de «pirañitas» (así definió a chicos de la calle) rodeaban y acosaban a un turista para robarle. Eran algunos pibes chiquitos que andan por acá todas las noches."
Carlos González, de 54 años, que le lustraba los zapatos a un turista, la emprendió contra los vendedores de jugo y garrapiñadas que, a su entender, "están arreglados con la policía, porque nunca les dicen nada".
Alrededor de 50 artesanos de la feria de plaza Francia, en tanto, cortaron ayer dos carriles de la Avenida del Libertador, a la altura de la avenida Pueyrredón, entre las 14.30 y las 16. "Retorno ya al área de Cultura", se leía en un cartel que sostenían los manifestantes.
"Queremos que el sistema de ferias vuelva a depender de la Secretaría de Cultura. En 1991 pasamos a la Unidad de Proyectos Especiales (UPE), en la que participan varias secretarías, pero ahí no prosperan nuestros proyectos", dijo Carlos Francisco Catania, delegado de los artesanos.
Según Catania, los vendedores ilegales ocupan más de un 50% de la feria, y ellos impiden que otros artesanos autorizados ocupen ese espacio. "Nosotros no pedimos plata del gobierno. Queremos proteger a los ingresantes, porque creemos que nuestro oficio es un aporte a la cultura de la ciudad", dijo.
Entre los pedidos de los miembros del sistema de ferias de Buenos Aires, que son alrededor de 900, está un servicio básico de salud y la posibilidad de dictar talleres gratuitos en escuelas y cursos de capacitación para artesanos.
"Tenemos un buen diálogo con el secretario de Cultura, Gustavo López, que valora nuestras propuestas, pero en la UPE nunca se ponen de acuerdo", se indignó Catania, y anunció que hoy reclamarán frente a la Casa de Cultura de Buenos Aires, en Avenida de Mayo 575, de 11.30 a 12.30. "No nos dejan opción. Si la cosa sigue así, las ferias van a desaparecer, y creemos que eso sería perder una parte esencial de nuestra cultura", concluyó.
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