Obesidad: este es el principal factor al que los argentinos culpan (erróneamente) por tener kilos de más
El 90% de quienes tienen exceso de peso en la Argentina han sentido discriminación
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En un país —y en un mundo— donde el exceso de peso va camino seguro a convertirse en la enfermedad más frecuente, cuatro de cada 10 personas que contestaron una encuesta local y se perciben a sí mismas obesas o con sobrepeso sigue considerando que tener kilos de más se debe a su falta de voluntad.
Esta creencia viene de la mano de una experiencia desagradable por la que reconoció haber pasado el 90% de quienes respondieron la encuesta: la discriminación, que se basa en pensar que alguien es “gordo” o “gorda” porque “no hace nada” para dejar de serlo y no porque tiene un problema de salud. Este error de concepto tan frecuente no solo proviene de quienes reprenden con juicios a los excedidos (incluidos profesionales de la salud) sino también de ellos mismos, quienes tienen kilos de más, acostumbrados a castigarse por algo que consideran —equivocadamente— su responsabilidad, su falta, hasta una falla moral.
La discriminación, generalmente, comienza desde el mismo hogar. En este sentido, en un video conmovedor exhibido durante la presentación de la encuesta, el escritor Hernán Casciari evocó la relación con su padre, Roberto, a quien definió como un gran deportista amateur, y que tuvo la peor de las desgracias: tener un hijo gordo, él. Casciari recordó las dolorosas miradas de su padre y los comentarios en voz baja hasta de su forma de caminar (“mirá —le decía a su esposa, la madre de Hernán—. Si hasta ya camina como gordo”), y cómo esto lo conflictuó toda su vida, aun amando profundamente a su papá.
“En la obesidad no basta con poner voluntad o intención, no es cuestión de ‘cerrar la boca y moverse más’. La obesidad es una enfermedad inflamatoria: se inflaman el abdomen, las piernas, la cara y también el cerebro, donde están los centros que regulan la conducta alimentaria, el movimiento y el balance de energía. Con un cerebro inflamado no es fácil tomar buenas decisiones. La sola mirada de un alimento apetecible impacta de manera diferente en el cerebro de una persona con obesidad y en el de una persona delgada; al delgado le es más fácil elegir brócoli que pizza. ¿Esto puede cambiar? Bueno, hay que sacar la punta del hilo, y esa punta no es igual para todos, por eso la atención debe ser individualizada”, explica a LA NACION Ana María Cappelletti, médica nutricionista y coordinadora del Grupo de Trabajo en Obesidad de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN).
En consonancia con el Día Mundial de la Obesidad, que se conmemora el 4 de marzo pero genera acciones durante todo este mes, la SAN presentó los resultados de una encuesta online titulada “La obesidad puesta en escena: un abordaje desde la salud”, realizada en octubre 2024 en Argentina por Neuronal Crafted Data, a pedido de Novo Nordisk Pharma Argentina, que incluyó a 350 mayores de 18 años (81% mujeres y 19%, hombres) que manifestaron tener exceso de peso y haber realizado al menos una consulta con un profesional de la salud por esta causa.
Como fue una muestra espontánea, explicaron desde Neuronal Crafted Data, la desproporción entre los sexos se debió a que son muchas más las mujeres quienes habían realizado alguna consulta médica por sobrepeso u obesidad que los varones. La mayoría de los que respondieron tenían entre 50 y 64 años.
“Es un estudio observacional, no extrapolable a la población general, pero el valor radica en que son los primeros datos que tenemos en nuestro país acerca de la percepción de sí mismas que tienen las personas con sobrepeso y obesidad —agrega Cappelletti—. Entre los resultados, solamente la mitad de los encuestados lo consideró una cuestión de salud con consecuencias a corto y largo plazo. Sobre esto tenemos que trabajar. Otro aspecto que nos llamó la atención es que las personas de mayor edad no consideraban importante el apoyo psicológico en los tratamientos, sí los más jóvenes, pero ahí tenemos otro agujero negro que demanda atención. No hay muchos psicólogos especializados en obesidad y trastornos de la alimentación y a menudo se deja ese aspecto fuera del problema, aunque es un abordaje imprescindible.”
Sorpresas y dificultades
Apenas el 32% de los encuestados consideró que la obesidad se puede prevenir, cuando para los especialistas esta posibilidad es mayor. El 57% consideró que el problema se puede controlar y (especialmente mujeres, y más jóvenes), en tanto el 51% —la mitad— que se puede revertir, una percepción que posiblemente no refleja la realidad, si se tiene en cuenta que la mayoría de los tratamientos para bajar de peso tienen éxito en el corto plazo, pero al cabo de 5 años más del 80% de las personas vuelve a ganar el peso perdido, como demuestra un metaanálisis sobre 29 investigaciones sobre el tema.
Las personas con sobrepeso y obesidad bien saben que mantener el logro es el auténtico desafío: precisamente seis de cada 10 encuestados consideraron que sostener los resultados es el factor de éxito más importante. La mitad de las personas, en este sentido, se desaniman y abandonan el tratamiento al no obtener los resultados esperados. En cuanto al motivo que llevó a la primera consulta, los hombres mostraron más preocupaciones por la salud; las mujeres, por la estética.
Las expertas señalaron que las cifras oficiales sobre obesidad y sobrepeso, difundidas a través de la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo datan de 2018 y están visiblemente atrasadas (61% en adultos mayores de 18 años y 40% en niños y adolescentes). “A los 45 días de la pandemia —dijo Cappelletti—, la SAN hizo una encuesta online y determinamos que una amplia proporción había aumentado entre 5 y 7 kilos en apenas ese mes y medio. Entre 2005 y 2018 se registró un 75% de aumento de la obesidad y el sobrepeso, así que necesitamos cifras actualizadas sobre el problema, que va en aumento.”
“La actitud preventiva es más frecuente en sectores de ingresos medios y altos —ilustró Virginia Busnelli, presidenta de la SAN—. Posiblemente porque las personas cuentan con más información. La obesidad es una enfermedad crónica, que no se resuelve de un día para el otro y que, desde el punto de vista biológico, tiende a perpetuarse: cuando se comienza a perder peso el propio organismo activa mecanismos compensatorios cuyo objetivo es recuperar el peso perdido, algo así como que la obesidad se protege a sí misma. Por eso es necesario el acompañamiento de un profesional de la salud o un equipo médico que guíe de manera segura y efectiva, que ponga a las personas lejos de falsas promesas y soluciones mágicas, y que pueda tener en cuenta también las necesidades individuales para determinar en conjunto las estrategias que le brinden el apoyo necesario”.
Otro elemento interesante que mostró la encuesta es que solo 4 de cada 10 personas sabe que hoy existen herramientas farmacológicas para sumar a los tratamientos. En nuestro país existe una Ley de Obesidad (2008), pero nunca fue reglamentada. Eso vuelve difícil la cobertura farmacológica para tratar la obesidad, especialmente de los inyectables, cuyo precio es inalcanzable para la mayoría de los bolsillos locales y sólo en contados casos tienen una cobertura parcial. La educación nutricional de la población y las políticas públicas son centrales para favorecer el acceso a tratamientos en un ambiente obesogénico, que cada vez conspira más contra la salud (comidas rápidas, hipercalóricas, variedad interminable de alimentos hiperprocesados, etc).
Ambas especialistas indicaron que el tratamiento actual de la obesidad y el sobrepeso se basa en 5 pilares: la alimentación saludable (no dieta extremas y absolutas, sin permitidos ni prohibidos); el movimiento físico (con rutinas posibles de realizar, por ejemplo, si se trabaja sentado hacer un “snack” de 5 minutos por hora subiendo escaleras o caminando o haciendo una bomba de gemelos); la medicación segura y confiable para el largo plazo porque ayuda a bajar y a sostener el peso perdido; el acompañamiento de un equipo profesional multidisciplinario y la aceptación de que es imposible el “hacer todo perfecto”, que uno también puede fallar.
Tanto Cappelletti como Busnelli reservaron un comentario especial sobre la discriminación, que reconoció haber sufrido el 90% de los encuestados. “Este estigma puede generar consecuencias emocionales y psicológicas negativas, como baja autoestima, ansiedad, y depresión, lo que a su vez puede dificultar la búsqueda de tratamientos adecuados para su control. Todos, como sociedad, cada uno desde el lugar que le corresponda, debemos contribuir a la construcción de una sociedad más empática e inclusiva, libre de los prejuicios y del estigma que perpetúan la discriminación y la exclusión social de las personas con sobrepeso y obesidad”, concluyeron.
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