Pianista prodigio que conquistó Rusia dio un concierto en Quilmes
LA PLATA.- La sala está llena y en silencio. Los vecinos de Quilmes son ahora espectadores de un niño prodigio que es suyo y acaba de llegar de Rusia, donde fue aceptado por tres escuelas para pianistas jóvenes. Facundo Navarro tiene 16 años y cuando toca parece que sus dedos se desplazaran apenas por el teclado, suave y exacto.
Viajó en enero a Rusia representando a la Argentina, donde impresionó a los jurados en la Tercera Competencia Internacional Vladimir Krainev para pianistas menores de 22 años. Llegó a la instancia semifinal. Fue el único representante latinoamericano seleccionado entre 151 pianistas de 33 nacionalidades.
"Audicioné después en el conservatorio de San Petersburgo y me aceptaron. Fuimos unos días a Ucrania, audicioné en otro instituto y también me aceptaron. Pero todos me dijeron lo mismo: que termine el secundario y aprenda ruso", contó Facundo anoche, flaco, de estricto traje y moño negro.
Son las 20 del miércoles. Facundo está nervioso, aunque no lo reconoce. Se toca la nuca acomodándose el pelo. Está por salir a tocar frente a su gente, algo que incluso a su profesor Christian Usciatti, también quilmeño, le genera nervios; pero no solamente por sus alumnos, sino por él mismo, que actuará esta noche.
Empieza Facundo. Termina una pieza de Mozart, pone sus manos en la falda. El público aplaude. Se para, se toma del piano y hace una reverencia. Un par de piezas más tarde es el turno de su maestro. "Todo genio ha tenido un gran maestro. Facundo ha tenido el suyo", dice la presentadora desde un costado del escenario. Entra Usciatti, también de traje negro. Se sienta ante el mismo piano.
"Esta noche fue soñada, increíble; con mucha expectativa, mucho nerviosismo. Tocar en el lugar de uno es lo más difícil. El público tuyo, los directivos, profesores que te conocen de toda la vida, es más difícil que en un lugar donde no conocés al auditorio", contará Usciatti después de terminar la función en el Teatro Municipal de Quilmes, pasadas las 22.
Pero ahora aún está tocando. Las cortinas son rojas, el suelo brilla, las ocho luces enfocan al piano y al pianista. Nada más sobre el escenario. Algunos celulares filman. La gente escucha atenta. Vuelve Facundo e interpreta obras argentinas (Astor Piazzola, Alberto Williams), después de Frédéric Chopin y Serguéi Rajmáninov. Todo sin partitura. El moño negro apenas se le mueve.
Poco antes del final, el maestro pone un asiento más frente al piano y tocan a cuatro manos la Rapsodia Húngara de Johannes Brahms. El público aplaude de pie, Facundo y su maestro tienen que volver a salir y saludar una y otra vez. Cuando bajan del escenario se arma una fila para fotografiarse con ellos.
"Un orgullo". "Un genio". Le repite cada persona que se acerca a saludar a su madre, Inocencia. Durante siete días acompañó a su hijo a practicar para esta noche.
Día de nervios
"Para él fue un día de nervios. Toda la semana estábamos yendo a un piano del Club Social Quilmes para que practique", dice Inocencia. Quiere seguir hablando pero la interrumpe una mujer que le pregunta: "¿Me ubica a mí? De chiquito lo veía cuando a veces tocaba el piano en lo de Anita".
Anita era una de las empleadoras de su padre. Y en esa casa, lejos de la suya, Facundo iba cada tarde a practicar, porque en su hogar solo tenía un pequeño órgano que le había regalado a su padre.
También interrumpe Martiniano Molina, el intendente de Quilmes, que invita a la familia a cenar a su casa: "Quedé impresionado con el talento y la sensibilidad de Facundo. Cuando conocí su historia fui a visitarlo y a ponerme a su disposición para que pueda cumplir su proyecto. Pudo viajar a Rusia, donde impresionó a la audiencia y lo presentamos en el Teatro Municipal para que todos los quilmeños lo conozcan y se sientan orgullosos de él".
Durante toda la semana, Facundo se hacía una pregunta: "¿mami irá mucha gente?". Finalmente, la sala se llenó. La Casa de Rusia lo becó para estudiar el idioma. Su próximo concierto será en una sociedad de fomento de Ramos Mejía. Le queda terminar el secundario y el profesorado en la Escuela Municipal de Bellas Artes de Quilmes para, entonces sí, irse a estudiar a Rusia.
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