¿Por qué hay menos mosquitos? Las razones que lo explican y qué factores podrían modificar la escena
Los especialistas consultados por LA NACION señalan que efectivamente hay menos mosquitos en circulación, aunque señalan matices
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Esta verano, las calles, plazas y patios son un espacio más agradable. Aunque no es posible precisar cifras exactas, es notoria la disminución en la población de mosquitos. Al menos del Aedes albifasciatus, que es el “mosquito charquero” color marrón contra el que el año pasado, a esta misma altura, había que luchar al salir de casa.
Los especialistas consultados por LA NACION señalan que efectivamente hay menos mosquitos en circulación, aunque con matices. También advierten que esta paz podría ser solo temporal.
La principal razón detrás de este fenómeno es la ausencia de Aedes albifasciatus, una especie silvestre agresiva que generaba “mosquitadas” y predominó el verano pasado debido a lluvias copiosas y vientos que los desplazaron hacia zonas urbanas. Este año, la sequía y las temperaturas elevadas en algunas zonas del país han limitado su reproducción.
En cambio, el Aedes aegypti, el mosquito transmisor del dengue, mantiene su población en niveles similares, aunque, de manera llamativa, no se observa una circulación viral significativa de la enfermedad. Los expertos investigan si la inmunidad generada por la epidemia del año pasado podría ser la causa.
Nora Burroni, investigadora de Conicet (Iegeba) y Universidad de Buenos Aires (UBA), explicó que el Aedes albifasciatus es “bastante agresivo en su comportamiento de picadura, lo que lo hace más molesto y memorable”.
Esta especie pertenece al grupo de los mosquitos de inundación, que se reproducen en charcos y campos anegados. Su presencia masiva el año pasado se debió a dos eventos climáticos combinados: lluvias intensas y fuertes vientos que los desplazaron desde sus criaderos naturales hacia las ciudades. “En esos gigantes criaderos los mosquitos emergían sincrónicamente y el viento los llevaba hacia las ciudades, donde picaban a mamíferos, principalmente humanos”, detalló Burroni.
Este año, en cambio, no se han registrado las mismas condiciones climáticas. “En vez de copiosas y largas lluvias, hubo menos precipitaciones y de menor magnitud. Es más, se registra sequía en algunas regiones”, afirmó la especialista.
La cantidad de agua caída en los campos no ha sido suficiente para mantener los criaderos de Aedes albifasciatus, lo que ha impedido su proliferación. Además, la combinación de altas temperaturas y suelos secos ha dificultado aún más el desarrollo de la especie. “El tiempo no da para que eso suceda”, concluyó.

Adrián Díaz, biólogo e investigador del Conicet, coincidió en que la disminución de Aedes albifasciatus está directamente vinculada con las precipitaciones. “El año pasado fue un año de El Niño, muy lluvioso en el verano, y esas lluvias torrenciales generaron los criaderos de Aedes albifasciatus”, explicó. Este año, la situación climática ha cambiado y, con menos lluvias y temperaturas elevadas en el norte, la cantidad de criaderos disponibles se redujo significativamente.
Romina Barrozo, Investigadora CONICET del Instituto de Biodiversidad Biología Experimental Aplicada, FCEN-UBA, destacó que los cambios en la población de estos insectos son influenciados por múltiples factores ambientales, biológicos y antropogénicos. “Es difícil dar una respuesta tipo blanco o negro”, señaló.
Según la experta, las precipitaciones excesivas pueden generar criaderos, pero si son demasiado intensas, pueden eliminarlos. Esto explica, en parte, por qué la ausencia de lluvias este año ha tenido un impacto directo en la disminución de Aedes albifasciatus.
¿Qué pasa con el mosquito del dengue?
Si bien la desaparición de Aedes albifasciatus explica por qué hay menos mosquitos molestando en el ambiente, la situación es diferente cuando se analiza a Aedes aegypti, el mosquito responsable de la transmisión del dengue. Según los especialistas, su población se mantiene en niveles similares a los del año pasado.
Sylvia Fischer, investigadora principal del Conicet y directora del Grupo de Estudio de Mosquitos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (GEM), advirtió que “si se habla de Aedes aegypti, no hay menos abundancias que el año pasado”.
En este sentido, explicó que la dificultad para reducir su población se debe a fallas en las medidas de prevención, que impiden eliminar los criaderos donde se reproduce.

Díaz añadió que esta especie no requiere grandes volúmenes de agua para proliferar, sino lluvias frecuentes. “No importa tanto el volumen, sino que sean frecuentes”, señaló.
En un verano con precipitaciones irregulares y temperaturas elevadas, los criaderos pueden secarse rápidamente, lo que podría haber afectado su reproducción en ciertas áreas. Sin embargo, a diferencia de Aedes albifasciatus, este mosquito tiene otras fuentes de agua, como recipientes artificiales donde las personas almacenan agua, lo que le permite mantener su población.
Burroni también destacó esta diferencia en el comportamiento reproductivo. “Mientras Aedes albifasciatus deja sus huevos en grietas del barro, Aedes aegypti los coloca en las paredes internas de los recipientes”, explicó. Esto significa que la falta de lluvias no impacta de la misma manera en ambas especies, debido a que el mosquito del dengue puede aprovechar el agua de riego y otros depósitos artificiales para reproducirse.
Menos casos de dengue, pero más incertidumbre
A pesar de que Aedes aegypti sigue presente en niveles habituales, los casos de dengue en la temporada actual son significativamente menores que los del año pasado. Según Fischer, esto no se debe a una menor cantidad de mosquitos, sino a la falta de circulación viral. “La reducción de los casos de dengue en realidad tiene que ver con algo que está ocurriendo a nivel de toda la región, de todo el Cono Sur. Lo mismo está ocurriendo en Brasil, en Paraguay, en los países vecinos, y claramente no tiene que ver con las medidas de prevención”, explicó.
Los expertos aún investigan las razones detrás de esta caída en los casos. Una de las hipótesis es que la gran epidemia del año pasado generó un nivel de inmunidad temporal en la población, lo que estaría reduciendo la transmisión del virus. “Esa inmunidad es temporaria, no dura para toda la vida. En el futuro, cuando se pierda esa inmunidad, se podría volver a generar una epidemia de los niveles de la del año pasado o de las anteriores”, advirtió Fischer.
Por el momento, la combinación de menos lluvias, temperaturas elevadas en algunas zonas del país y una posible inmunidad en la población parecen haber generado un respiro en la cantidad de casos de dengue. Sin embargo, los especialistas advierten que la situación podría cambiar si las condiciones vuelven a ser favorables para la proliferación del mosquito y la circulación del virus.