Rita Levi-Montalcini
Miles de italianos despidieron ayer en la ciudad de Turín los restos de uno de los personajes más importantes de la ciencia contemporánea: la neurocientífica Rita Levi-Montalcini, que falleció a los 103 años.
Cubierto con rosas rojas, el féretro con los restos de la premio Nobel de Medicina (1986) recorrió las calles de su ciudad natal desde la plaza en la que se realizó un funeral público hasta el cementerio. Cerca de éste, la gente esperó su llegada durante varias horas. Allí, un aplauso prolongado quebró el silencio respetuoso.
La senadora vitalicia falleció el domingo pasado en su casa de Roma. Su muerte fue "una pérdida para la humanidad", dijo el alcalde de Roma, Gianni Alemanno. Sus restos fueron trasladados hasta la sede del Senado italiano, donde el último día de 2012 se instaló una capilla ardiente. El primer ministro saliente, Mario Monti, y otras autoridades recibieron sus restos mortales.
Ayer, los turinenses pudieron brindarles su homenaje y ofrecerles sus condolencias. Sus restos ya descansan en el cementerio judío Monumentale, junto a los de su hermana gemela, Paola, fallecida en 2000.
Levi-Montalcini había nacido en Turín el 22 de abril de 1909 en una familia italiana de religión judía. Estudió medicina cuando las mujeres no la estudiaban, y no lo hizo sola, sino con su prima, la doctora Eugenia Sacerdote de Lustig (1910-2011), que emigró a la Argentina y se convirtió en una personalidad referente de la ciencia local. Levi-Montalcini se graduó en 1936 y se especializó en neurología, aunque las leyes del régimen de Mussolini, en 1938, prohibían estudiar a los judíos.
"Sus descubrimientos sobre sustancias químicas producidas por algunos tejidos para hacer crecer y dirigir la formación de los circuitos neuronales revolucionaron el estudio del desarrollo del sistema nervioso –recordó el doctor Osvaldo Uchitel, director del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias, de la UBA-Conicet–. Hasta ese momento, los científicos no tenían idea de cómo las células embrionarias construían intrincadas vías de comunicación entre ellas. La doctora Levi-Montalcini comenzó a investigar esas sustancias con embriones de pollo en el dormitorio de su casa de Turín durante la Segunda Guerra Mundial."
Se refugió del nazismo en Florencia, "donde sentó las bases de la existencia de esas sustancias, que hoy se conocen como factores neurotróficos –agregó Uchitel por mail–. Observó que algo hacía que las conexiones nerviosas crecieran [...] Después de la guerra, trabajó en la Universidad de Washington en St. Louis, donde descubrió la proteína que liberan las células nerviosas y atrae el crecimiento de las ramificaciones de las neuronas vecinas. Esto estimuló al doctor Stanley Cohen a buscar otros factores, como el de crecimiento de las células epidérmicas, que hoy sabemos que es importante en el desarrollo del cáncer mamario".
Por estos descubrimientos, Levi-Montalcini y Cohen compartieron el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1986. Además, dirigió el Centro de Investigación Neurobiológica y el Laboratorio de Biología Celular de Roma. En 2001 fue designada senadora vitalicia y nunca se jubiló.