"Ese mismo viernes los bomberitos de Madryn fueron llamados para ayudar a sofocar un incendio que se había iniciado a las tres de la tarde en unos campos situados al noroeste de la ciudad. Algunos bomberitos fueron vestidos ligeramente de verano, sin uniformes ni equipos, algunos hasta estaban calzados con ojotas. Marcharon desprevenidos hacia lo que aparentaba ser una aventura juvenil. Era viernes, y seguramente el incendio hubiese sido una anécdota para contar el fin de semana en el baile del sábado a la noche para seducir a alguna chica. No sabían que los esperaba una trampa de fuego. No sabían que las llamas eran verdaderas".
Este es un párrafo del cuento "Los bomberitos" de Luis Gusmán. Pese a ser un relato ficcionalizado, cuenta con precisión lo que sucedió en Puerto Madryn hace 25 años. El 21 de enero de 1994, 25 bomberos voluntarios de entre 11 y 23 años salieron a apagar un incendio forestal, los sorprendió un cambio de viento y murieron asfixiados. Su lema, que hoy repiten los sobrevivientes: "Nadie nos obliga. Sólo el dolor de los demás".
El relato de una sobreviviente
Melisa Imaz formaba parte del grupo del cuartel de bomberos y esa mañana no concurrió al "toque de sirena" porque se había llevado tres materias a marzo y estaba estudiando. "En ese momento tenía 16 años y el peor castigo posible era no dejarme estar con mis amigos", recuerda en diálogo con LA NACIÓN.
"Mientras estaba con los libros veía el humo en el horizonte y pensaba ´lo que me estoy perdiendo´ -recuerda Imaz-. Salí a la puerta, mi casa queda a pocos metros del cuartel, y los chicos me iban saludando a medida que se juntaban para salir. Esas imágenes no me las puedo sacar de la cabeza. Fue la última vez que los vi con vida".
En esa época, el fotógrafo José Luiz Lazarte trabajaba en la agencia de Madryn para el diario Jornada de Trelew. Aún hoy se le pone la piel de gallina y se le entrecorta la voz cuando recuerda su cobertura de ese día. "A los chicos los conocía porque siempre que había un incendio iba y les hacía fotos –cuenta Lazarte-. Hice las imágenes en el inicio de su trabajo de ese día. Los saludé y hasta hice algunos chistes antes de irme a revelar". El fotógrafo recuerda que el incendio fue muy grande: "Hacía mucho calor y por el humo la ciudad se oscureció a eso de las 6 de la tarde".
A las 25 víctimas les quedó una historia sin terminar. La muerte los sorprendió mientras pensaban terminar el colegio o proyectaban alguna carrera universitaria o algún trabajo. Alicia Giudice de 22 años y Cristian Llambrún, de 21, se iban a casar una semana después del incendio. Llevaban cuatro años de noviazgo. Ella era la primera mujer bombero de Madryn y él era instructor de cadetes. Murieron tomados de la mano y fueron reconocidos por los anillos de compromiso.
El bombero voluntario José Luis Manchula, de 23 años, estaba a cargo del grupo. La última comunicación con el cuartel fue alrededor de las 17 de ese 21 de enero. Allí Manchula relató lo difícil de la situación y que iban a intentar salir "siguiendo la línea de fuego". Esa noche los dieron por desaparecidos a los 25.
Al otro día hallaron los cuerpos. En ese momento, el caso llegó a los diarios nacionales. Fue conocido como "Los bomberitos de Madryn" y estuvo en la tapa de los diarios junto al posible retiro de Diego Maradona (luego jugaría el Mundial de 1994) y el caso de Lorena Bobbit, la mujer que castró a su marido en Estados Unidos.
El dolor de Madryn
El velorio se realizó en el gimnasio municipal de Madryn. Allí se repitieron escenas de llantos y gritos de los familiares de las víctimas. Lazarte recuerda: "Había un silencio muy profundo, pese a que estaba lleno de gente. Y de golpe se quebraba con algún grito desgarrador de alguna madre o el llanto de un padre. Es toda gente que yo conozco desde hace muchos años, pero ese día los vi desencajados".
Imaz cuenta que ella estuvo en el cuartel desde el momento que dieron por desaparecidos a sus 25 amigos. "Yo no fui al entierro –explica la mujer-, por recomendación de los jefes de bomberos nos quedamos todos juntos los que no habíamos ido al incendio".
Después de la tragedia, la mujer relata los momentos difíciles de cruzarse con algún familiar. "La veía a la madre de Alicia Giudice y sentía su dolor –dice Imaz, con la voz entrecortada-. Sentía que la mujer veía a su hija reflejada en mí".
Luego de la tragedia, Imaz siguió siendo bombera voluntaria. "Era el único lugar donde me sentía contenida. Es aún hoy, 25 años después, que con los 20 compañeros y compañeras de ese momento que no fuimos al incendio que nos seguimos viendo y nos juntamos. Creo que lo que nos pasó sólo nosotros podemos tratar de entenderlo o soportarlo".
Los 25 ataúdes fueron cargados en un camión y recorrieron con el cortejo de toda la población de Madryn las 40 cuadras hasta el cementerio. "Nunca volví a vivir una situación similar en la ciudad –recuerda Lazarte-. Tomé fotos muy duras de padres abrazados al cajón o de la familia Zárate que enterró a dos de sus hijos, Cristian de 14 años y Juan de 22".
El paso del tiempo no siempre cierra todas las heridas. Imaz dice que se estremece cada vez que vuelve a escuchar el toque de sirena que llama a los bomberos voluntarios de Madryn. Se le vuelven a la mente las imágenes de sus amigos saludándola mientras se dirigían al cuartel a apagar su último incendio. "No lo puedo evitar –cuenta la mujer-, empiezo a mirar la salida de la autobomba y les veo las caras a los bomberos y me imagino a mis amigos".
Causa Cerrada
ese al pedido y al reclamo de los padres de las víctimas, la causa por la muerte de los bomberitos de Madryn fue cerrada tres veces. Por eso, la investigación penal no puede volver a abrirse. Para el juez Néstor Lorenzetti, en su último dictamen, fue la fatalidad lo que causó la muerte de los 25 bomberos: "No encuentro accionar ilícito alguno en las personas involucradas en la presente investigación".
Sobre el tema, Gastón Alcucero, actual Presidente de la Asociación de Bomberos Voluntarios de Madryn, sostiene que "hubo un antes y después de la tragedia de Madryn. Después de eso, se mejoró el equipamiento de los bomberos y se prohibió la salida de menores en los incendios. Antes, pese a que ya existía la ley, era costumbre en todo el país. Lo que falló fue el control del Estado para evitar que los chicos operen en un incendio forestal".
"En esa época se enfrentaba al fuego con botas de lluvia y con una pala – argumenta Alcucero-. Ahora hay mejor equipamiento y se planifica una estrategia teniendo en cuenta las condiciones climáticas y las condiciones de la vegetación".
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