
Tres décadas después, el Di Tella sigue despertando controversia
Se inauguró la reconstrucción histórica de la muestra que marcó un hito en 1968
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"Esta es una muestra polémica. Lo fue hace treinta años y hoy lo sigue siendo", declaró a La Nación la curadora de la reconstrucción histórica de la exhibición Experiencias ´68" del Instituto Di Tella, que ayer abrió sus puertas, en la Fundación Proa, hasta el 12 de julio.
Para los que se esperaban un ambiente de cóctel de los ´90 más que un controvertido encuentro, la muestra deparó más de una sorpresa.
Irene Joselevich, una arquitecta que participó de su versión original, al llegar a la Fundación Proa encontró a la artista Margarita Paksa gritando que quería llevarse parte de su obra de la exhibición, mientras era tironeada por un grupo de gente que trataba de convencerla de lo contrario.
"Yo me metí en la discusión porque pensaba que era una escena montada por la artista y que todo era parte de un happening ", explicó sonriendo ante la confusión.
Para Paksa, sin embargo, el asunto fue muy serio. "El problema es que ella no vino el viernes a colgar su obra, y tenemos menos espacio que en el Di Tella", explicó Rizzo.
Una obra conflictiva
En su versión original, la obra consistía de varios metros cuadrados de arena. Sobre esta reproducción de una playa o desierto, la artista y su pareja habían dejado grabadas las huellas de sus cuerpos.
Mediante el uso de auriculares, los espectadores podían escuchar un disco con dos fases: "Candente", con sonidos de una relación sexual, o "Santuario de sueño", que describía una imagen visual y táctil por medio de una repetición rítmica de palabras.
"Margarita se enojó, dijo que esa arena no era la que requería su obra y se quejó porque faltaba un reproductor de discos Winco. Es que recién lo estábamos poniendo", agregó la curadora.
"A la pareja que iba a imprimir las huellas de sus cuerpos ni la quiso conocer. Hay buena voluntad de nuestra parte, pero no quiso razonar, lo que es una lástima porque cualquier obra que falte va en detrimiento de la muestra en su conjunto."
Al ser consultada sobre una opinión general de la exhibición, declaró que, para los artistas, "volver a hacer las obras es volver a exponerse y algunos quizá no resistan el examen". Para la curadora, hay propuestas que mantienen su vigencia y otras no tanto, aunque se negó a precisar cuáles no pasaban la prueba de los 30 años.
Más que nostalgia
Para muchos, la reconstrucción de la muestra que hizo historia en el Instituto Di Tella en 1968 fue, en sí, un error. "Esto es nada más que una triste nostalgia con olor a naftalina", declaró el pintor Rómulo Macció, probablemente el más cotizado de aquella generación.
"Yo en su momento no lo vi, y tengo que confesar que la mayor parte de las cosas que se mostraban en el Di Tella a mí no me gustaban. Que no oiga mi hermano Guido, porque se enoja; pero siguen sin gustarme", comentó a La Nación el mismísimo Torcuato.
"Quiero aplicar hacia estas obras la misma actitud iconoclasta que los autores aplican hacia lo que suponen arte oficial", agregó el reconocido sociólogo cuando se le pidió una explicación.
Mucho más cauto fue su hijo, el cineasta Andrés Di Tella, que se paseó satisfecho por la muestra con un bebe en brazos. Buscando opinar también, el representante de la tercera generación, Rocco Di Tella, de once meses, balbuceó "da da", dejando a todos sorprendidos por su conocimiento sobre el arte de vanguardia de 1915.
Marta Minujin, Mercedes Robirosa, Carlos Espartaco y la mayoría de los presentes consultados se mostraron encantados con la reconstrucción de las obras que hace treinta años hicieron historia.
"La familia obrera"
El interés del público de los ´90 se volcó principalmente a "La familia obrera", un grupo familiar vivo que el artista Oscar Bony -al igual que en 1968- contrató por una remuneración que representaba el doble del sueldo del padre (en este caso un albañil).
"Siempre se habló de llevar el arte a las masas y lo que yo buscaba era hacer al revés, sacar un módulo del pueblo y llevarlo al museo -explicó Bony-. Lo otro es imposible porque el arte es elitista por naturaleza."
Al comparar las distintas reacciones que despertó "La familia obrera", dijo que la primera vez hubo mucha agresión.
"Pero el efecto con el que estoy trabajando esta vez es más suave; no hay factor sorpresa y cambiaron los tiempos", explicó el artista.
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