Villa Tulumba: la historia del pueblo de 1600 que parece un museo a cielo abierto y ahora será restaurado
Ubicado en el norte de Córdoba, es uno de los 100 poblados que integran el Programa Pueblos y Centros Históricos Nacionales que busca recuperar sus construcciones patrimoniales
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VILLA TULUMBA.— Córdoba es famosa por sus grandes centros turísticos como Carlos Paz, o la Cumbre, entre tantos otros. Sin embargo, pocos se atreven a llegar hasta el norte donde aún se conservan pequeños poblados auténticos detenidos en el tiempo. Uno de ellos es Villa Tulumba, de 64 manzanas y tan solo 2000 habitantes, que se remonta al 1600. El lugar preserva calles empedradas, farolas, antiguas iglesias y casonas de adobe. Hoy parece un museo a cielo abierto, un refugio del pasado colonial a los pies de los cordones serranos.
A Villa Tulumba se ingresa por una curva desde la Ruta Provincial 16. Está próxima a Jesús María y a 150 kilómetros de la ciudad de Córdoba. Tiene sus orígenes en antiguas estancias concedidas como merced a los primeros conquistadores españoles. Tranquila y pintoresca, la villa es originaria de 1675 y mantiene el aspecto que acunó desde los tiempos de la Independencia. Pero mucho antes la zona estuvo habitada por los sanavirones, pobladores originarios que dejaron un importante legado cultural a través de pinturas rupestres en las cercanías.
Durante una recorrida por el pueblo, su intendente, Sebastián Peralta, contó que “Tulumba recibe visitantes todo el año, especialmente los pertenecientes a la franja de turismo religioso y turismo cultural”. El lugar ofrece campings, casas en alquiler, complejos de cabañas, hosterías, hoteles como Andaluzia o si no, en las inmediaciones, la casa de campo El Palomar. También hay restaurantes, comedores y parrillas. Las colaciones caseras, las empanadas de hojaldre y el chivito asado son los favoritos de la zona.
En la hora de la siesta, el lugar permanece desierto hasta pasadas las 17. Tan solo se observa trabajar en las calles a unos 12 habitantes que preparan materiales, pintan muros exteriores o reparan veredas de acuerdo a técnicas ancestrales, y de forma totalmente artesanal. Se debe a que Villa Tulumba es uno de los 100 poblados que integran el Programa Pueblos y Centros Históricos Nacionales que busca recuperar sus construcciones patrimoniales.
Según la arquitecta Adriana Ten Hoeve, especialista en preservación de Patrimonio Cultural, Tulumba “se caracteriza por tener casas representativas de diferentes períodos históricos, en particular del colonial. También las hay del siglo XIX, de arquitectura italianizante, del tipo “villas”, organizadas con galerías alrededor de un gran patio central”.
Actualmente se encuentra en restauración un fragmento urbano constituido por 14 fachadas sobre la calle principal, frente a la Iglesia, que son representativas de la arquitectura doméstica. “Como criterio general se realizan acciones para recuperar el paisaje urbano histórico del poblado a través de operaciones de integración morfológica e intervención en relación con las patologías y desajustes detectados en los frentes”, precisó la especialista, que también es miembro de la Comisión de Monumentos.
En el corazón del casco histórico, las “cuatro esquinas” es otro de los rincones pintorescos, fuente de inspiración para las obras de múltiples artistas. Si se sigue por la Calle Real se desemboca en otra posta infaltable: la casa colonial de la familia Reynafé. Fue en ella donde se ideó la masacre de Barranca Yaco que culminó con el asesinato del general Facundo Quiroga en 1835.
Una joya oculta
“Lindo el nombre, bello el pueblo, buena gente, fragante el pan. Quien le ame por todo ello, deje las cosas como están”, dice el poema atribuido al poeta cordobés Oliverio de Allende. Versos que aluden al hecho de que recorriendo las calles de Tulumba aparecen otros hitos de gran valor patrimonial: las ruinas de la primitiva capilla del año 1700, de gran valor arqueológico. Fue sustituida por la otra construcción aledaña, la imponente iglesia Nuestra Señora del Rosario, uno de los tesoros de la localidad. Data de 1882 y su bendición inicial estuvo a cargo de fray Mamerto Esquiú. Conserva en su interior un valioso tabernáculo barroco del arte jesuítico del siglo XVII, con la imagen de la patrona de la Villa, protagonista de las celebraciones anuales que se realizan en su honor durante los primeros días de octubre. También junto a ella hay un Cristo articulado de rostro mestizo.
El tabernáculo es una verdadera obra de arte de una sola pieza de cedro paraguayo pintado en hojas de oro, realizado por los pueblos originarios de las misiones del Guayrá para la Compañía de Jesús de Córdoba. Al ser los jesuitas expulsados en 1767, el tabernáculo pasó a la iglesia Catedral; pero, cuando en 1805 se lo reemplazó por uno de plata, el original de madera fue llevado nuevamente a la Tulumba.
“Antes de cambiarlo de lugar se hizo una gran colecta. El pueblo que más aportó oro y plata fue el nuestro. Entonces, como agradecimiento, se nos los cedió y hoy tenemos una de las iglesias mas lindas de la provincia”, cuenta con orgullo el intendente. Además, los muros perimetrales internos de la iglesia presentan coloridas pinturas murales del artista plástico Martín Santiago.
Tulumba se localiza en el trayecto que integra el Camino Real al Alto Perú, oficialmente establecido por pedido del Rey Carlos III en el siglo XVIII. Se trataba de un sistema de correos que se trasladaban frecuentemente por esta vía de comunicación. Esta red funcionaba en base a diversas postas, que se instituyeron cada 30 kilómetros de distancia. En estos paradores de piedra, adobe y techo de paja, los peregrinos podrían descansar, alimentarse, realizar el recambio de animales y recuperar fuerzas antes de continuar el arduo camino. La unión entre la ciudad de Córdoba y el límite con Santiago del Estero contaba con la presencia de 10 postas. La zona se fue urbanizando con la llegada del ferrocarril que se convirtió en el medio de transporte más rápido y seguro del momento.
Poco a poco los pobladores comenzaron a asentarse en el lugar dejando en un vago recuerdo de aquel monte espacioso y misterioso, que trajo consigo perdurables relatos que narran uno de los procesos históricos más importantes y destacados: la Independencia Argentina.
Para conocer más
Rincones olvidados que forman parte de la historia argentina como Villa Tulumba son parte del curso en línea gratuito que lanza hoy la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos: Patrimonio Arquitectónico Argentino II; Pueblos y Centros Históricos de la Argentina; su recuperación y puesta en valor.
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