Ambiente: Maldivas, entre la belleza y la fragilidad
Turismo necesariamente sustentable para preservar el paraíso
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Por Mirco Paganelli (ANSA) - MALE 23 AGO - Las Maldivas son más que una postal de arena prístina y villas sobre el agua.
El archipiélago del océano Indico es uno de los lugares más frágiles del planeta y hoy cuenta una historia diferente: la de un turismo que busca combinar hospitalidad y sostenibilidad.
En el atolón sur de Nilandhe, en la isla de Meedhuffushi, el resort Vilu Reef —el primero del grupo maldivo Sun Siyam, fundado en 1990— mantiene un ambiente recóndito. Ahí, junto a las habitaciones frente al mar, se ha reconstruido un 'athireege', la cabaña tradicional de madera y hojas de coco donde vivieron las familias locales hasta la década de 1960.
"La creatividad es esencial en un lugar de trabajo; siempre animo a las nuevas ideas, ya sea en la cocina o en el servicio", explica el gerente Thoha Yoosuf. Junto a él, jóvenes como Ashrof, un barman originario de Sri Lanka que ve la isla como un trampolín hacia la industria turística: "Las oportunidades surgen rápidamente en las Maldivas; mi objetivo es convertirme en gerente de islas".
El mar es su punto fuerte. El arrecife de coral está a solo unos metros de la orilla, a diferencia de otras islas donde se necesita un barco para llegar; basta con una máscara y unas brazadas para encontrarse entre cientos de peces tropicales, tortugas marinas e inofensivos tiburones de puntas negras. Nadar entre las ramas del arrecife y sus corales es como sobrevolar la arqueología de una civilización desaparecida.
Las manchas blanqueadas que se ven aquí y allá en el archipiélago de las Maldivas son solo uno de los efectos del calentamiento global. "El fenómeno del blanqueamiento ocurre cuando el mar se calienta, pero no significa que los corales estén muertos: siguen vivos y podemos revitalizarlos", enfatiza la bióloga marina Mariyam Thuhufa, del resort Siyam World (en el norte de las Maldivas), donde los huéspedes pueden participar en el trasplante de fragmentos de coral a estructuras metálicas colocadas en el fondo marino.
La sostenibilidad ambiental es un tema central para el grupo, que ha desarrollado el programa Sun Siyam Cares, una lista de prácticas para el ahorro energético y el reciclaje de residuos.
"No queremos hacer greenwashing", asegura Ausy Waseem, gerente del World, "por eso nos estamos tomando el tiempo para elegir la solución ideal de energía renovable. Estamos trabajando en un proyecto de paneles solares y no descartamos la energía eólica".
Esta elección va acompañada de un enfoque social: "En cada atolón, creamos empleos para las comunidades locales y compramos productos alimenticios de las islas vecinas", explica Sara Siyam, directora de marketing del grupo e hija del fundador, Ahmed Siyam Mohamed. "Queríamos ser un punto de inflexión en la industria turística", afirma. "Muchos se mostraban escépticos, pero creo que demostramos lo contrario", se enorgullece.
Cada isla ofrece una faceta diferente.
En Iru Fushi, el spa dirigido por el doctor Rahul Krishnan fusiona tradiciones orientales y occidentales. "Tras la Covid-19, los huéspedes mostraron la necesidad de una mayor interacción, así que invertimos en empatía", explica el médico ayurvédico.
En Iru Veli, los talleres sobre coco ilustran la profunda conexión entre la cultura maldiva y la naturaleza. Aquí, un huerto hidropónico abastece la cocina. Y en Siyam World, incluso se ha establecido un rancho con caballos criados en la India, una característica única del archipiélago.
El personal de estas instalaciones depende en gran medida de inmigrantes, especialmente de India y Sri Lanka, pero cada vez más maldivos asumen puestos de liderazgo.
"Es importante que el personal local también sea clave a nivel directivo", enfatiza Pasan Wijewardana, director de ventas y marketing. "Y cada vez hay más mujeres asumiendo puestos directivos que antes", acota.
Las Maldivas siguen siendo un paraíso natural, pero el reto es mirarlas con otros ojos. El turismo responsable puede convertirse en una oportunidad para el descubrimiento cultural y el apoyo a las comunidades locales, recordando que detrás de esta impresionante belleza se encuentra la lucha diaria contra el aumento del nivel del mar y el cambio climático. (ANSA).
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