Arte: Los niños adultos de Valerio Berruti
Inquietante muestra en el Palacio Real de Milán
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Ha transformado ese recuerdo de infancia en una obra poética y poderosa, protagonizada por niños, que se presenta por primera vez en el Palazzo Reale de Milán con una exposición titulada acertadamente "Más que niños", porque esos niños —revela el artista albanés de 48 años— somos nosotros".
Y son las miradas de los pequeños protagonistas de esculturas monumentales, tapices, dibujos y animaciones las que muestran a los adultos dónde mirar: guerras, migraciones y cambio climático, ante los cuales nadie puede apartar la vista, porque "permanecer en silencio hoy, enfatiza Berruti, es ser cómplice".
Así, en el patio del Palacio Real, los espectadores son recibidos por un busto gigante de una niña que mira al cielo y suplica al espectador: "No dejes que me equivoque", señalando el punto de no retorno de la catástrofe climática, en la obra acompañada por la banda sonora de Daddy G, de Massive Attack.
Otra niña, colgada de un salvavidas en un espacio oscuro, abre el recorrido por las salas, llamando la atención sobre la tragedia de la migración.
Mientras que Un Nuevo Mundo es una instalación monumental que juega con la sombra y la luz, y la obra forma una silueta en los muros del Palacio Real, El Abrazo Más Fuerte es la única en la que los sujetos entran en contacto. No es casualidad que se creara para financiar el hospital de Verduno, en la zona de Cuneo, que debía abrir durante la pandemia.
Gracias a los 140.000 euros recaudados, también se financió una clínica móvil que presta servicios a las localidades locales.
Del abrazo de los niños, pasamos a los moldes de En el Silencio, cuerpos que representan a la humanidad abrasada por el sol, en una nueva denuncia de la inacción social ante los riesgos cada vez más evidentes del cambio climático.
Y "En el Nombre del Padre" es un grito silencioso contra toda guerra, donde 42 niños —todos con el mismo rostro y diferentes peinados, representando los numerosos conflictos mundiales— miran fijamente a una niña de su misma edad, incapaces de sostener su mirada.
El espectador se pregunta quién es, como en todas las obras de Berruti, con un margen de inacabado que busca estimular la emoción y el pensamiento crítico.
El cierre de la exposición es un momento de magia y desenfado: un gran carrusel blanco, con gorriones en lugar de caballos, girando al ritmo de la música de fondo compuesta especialmente para la ocasión por Ludovico Einaudi. (ANSA).
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