A 25 años de la "despedida" de Senna y Prost

Hablar de rivalidad en la Fórmula 1 es remitirse, casi automáticamente, a los duelos que Ayrton Senna y Alain Prost mantuvieron durante los últimos años de la década del ’80 y los primeros de la del ‘90. Fueron muchas las batallas en las que se enfrentaron con victorias y derrotas casi por igual. Algunas, incluso, perdurarán en el tiempo por su significado o su desenlace. Pero el destino, o vaya a saber qué, quiso que el Gran Premio de Australia de 1993, disputado en el circuito de Adelaida, sea una despedida múltiple y que los tuviese a ambos como protagonistas destacados.

Con su cuarto título asegurado, Prost decidió retirarse definitivamente de la categoría –había estado inactivo en 1992 luego de ser despedido de Ferrari y mientras negociaba su llegada a Williams– cuando finalizara la temporada. Por eso, se sabía que aquél 7 de noviembre, y tras 199 Grandes Premios y 51 éxitos, sería el adiós definitivo del francés.

Pero no era lo único conocido de antemano: un mes antes del cierre del 44° Campeonato Mundial de F1, se comunicó que Senna abandonaba, luego de seis temporadas, al equipo McLaren para ocupar la butaca que dejaba libre su acérrimo rival en el team de Frank. Dichos sucesos eran más que suficientes para que la competencia oceánica, con todo ya definido, adquiera mayor relevancia.

Como cada vez que se enfrentaron, Senna y Prost, Prost y Senna, se querían vencer. Uno anhelaba un adiós triunfal; el otro, marcar que estaba en plena vigencia y mostrarse como un candidato para la corona al año siguiente. Aunque su año en McLaren no había sido bueno pese a sus cuatro triunfos hasta entonces, el paulista comenzó aquella fecha con el pie derecho marcando su primera pole en la temporada para asegurar la mejor posición de partida con su MP4/8. Desde ahí edificó lo que luego calificaría como su "mejor victoria".

El inicio de ese Gran Premio australiano fue un presagio de que con el tiempo adquiriría un significado notorio en la historia. Recién pudo ponerse en marcha luego de dos inicios fallidos (por problemas en los autos de Ukyo Katayama, primero, y de Eddie Irvine, después). "Me concentré mucho en la largada final, después de las dos abortadas. Tenía un ojo el Prost, que estaba a mi lado, y otro en el retrovisor, atento a Damon Hill, quien partía justo detrás de mí. Después de todo, era mi única pole de la temporada y no quería equivocarme", reconoció Senna luego. Y así fue, no se equivocó y fue el dominador de principio a fin. "Este ha sido lo mejor; el mejor resultado y la mejor victoria, por mucho", expresó Ayrton luego de su 35° triunfo con la casa de Woking, con la que logró sus tres títulos en la categoría.

Aquel domingo nadie podía imaginar que sería el último con el brasileño vencedor y en un podio. El fatídico y abrupto final de su carrera deportiva tres pruebas más tarde, dejaron trunca una carrera que mucho tenía por delante. Ergo, no fue una victoria más, fue la última de Senna en la Fórmula 1, nada menos. El hombre que marcó una época le daría paso a la leyenda. Y en su última gran alegría tuvo, lógicamente, a su gran rival, Prost, como escolta, en una despedida que si hubiese sido planificada no podría haber salido así. El paso del tiempo haría que aquella celebración en Adelaida, con ambos en el escalón más alto del estrado del podio porque así quiso Senna que sea el adiós de Prost, significaría la última de dos de los máximos referentes históricos de la categoría. Y juntos.