Ante la falta de unidades nuevas, se convirtieron en la estrella del mercado al punto que se los considera como una alternativa a otras formas de ahorro para no descapitalizarse
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La industria automotriz está atravesando un momento delicado a nivel global. A la pandemia de Covid-19 que afectó el funcionamiento de las plantas durante largos meses, se sumó luego la llamada “crisis de semiconductores” (también provocada por los coletazos de la enfermedad) y también la falta de contenedores a nivel mundial que está generando demoras en el envío de vehículos, partes y suministros.
En nuestro país, a esa situación general se le suma una preocupante falta de unidades 0km debida a las múltiples dificultades que enfrenten las terminales: inflación descontrolada, cupos insólitos de importación, imposibilidad de acceder a moneda extranjera para pagarle a los proveedores, distorsión de precios, cambios constante en las reglas de juego, etcétera.
Ante esa carencia, desde hace poco más de un año los vehículos usados se empezaron a revalorizar empujados por la demanda de quienes necesitan cambiar, comprar o reponer una unidad con urgencia o de quienes desean deshacerse de los pesos circulantes ya que estos pierden valor mes por mes y no existe un método de ahorro que resguarde el valor (no se puede acceder a más de 200 dólares y las tasas de interés están por debajo de la inflación.
El planteo que hacen estos compradores es simple: prefieren acceder a un usado de poca antigüedad, muy buen estado general y pocos kilómetros, antes que esperar seis o más meses para la entrega de un 0km o ver como sus ahorros se licúan de la mano de la situación económica.
No extraña, entonces, que los vehículos usados hayan dado un salto en el precio que, en muchos casos, equipara o supera a los precios de lista de los autos nuevos (además de que es prácticamente imposible encontrar concesionarias que respeten los precios sugeridos por las compañías).
“Para explicar la actualidad que está viviendo el mercado de autos usados, lo podemos sintetizar en cuatro puntos: primero, la falta general de productos, que no llega a abastecer la demanda actual y que provoca que potenciales compradores posterguen su decisión de compra; segundo, la inflación general de precios en toda la economía, que genera prudencia en un gran sector de la población ante anuncios de aumentos de tarifas y servicios que van a afectar los ingresos; tercero, después de dos años de pandemia la gente priorizó usar sus ahorros para vacacionar con su familia, mientras que años atrás muchas personas se iban de viaje con auto nuevo o seminuevo; cuarto, la baja en la cotización del dólar blue, ya que la gente que ahorra en moneda extranjera no consideran que sea un buen momento para cambiarla”, expresó Alejandro Lamas, secretario de la Cámara del Comercio Automotor (CCA).
Un informe realizado por la plataforma Mercado Libre sobre el mercado de vehículos usados en nuestro país en 2021 sirve para ilustrar esta situación. En éste se destaca que uno de los datos más llamativos es que se registró un aumento del 41% en la variación de los precios promedio. Según sus datos, el costo de un vehículo usado pasó de $2.396.929 en 2020 a $3.387.334 en 2021, considerando autos usados de hasta 7 años de antigüedad y hasta 85.000 km.
“Los aumentos interanuales en pesos se producen por varios factores: continúa la demanda de movilidad propia a causa de la pandemia, los costos y falta de stock de los autos 0km y los regímenes impositivos locales, como el impuesto a los bienes suntuarios. Si bien la variación de precios en Argentina en esta ocasión no le ganó a la inflación, los autos usados continúan siendo un refugio de valor”, comentó Juan Manuel Carretero, Gerente de Vehículos, Inmuebles y Servicios de Mercado Libre.
¿Qué otro fenómeno destaca el informe? Que los usados se convirtieron en una especie de “reserva de valor”. Según Mercado Libre, en 2021 los autos usados tuvieron un rendimiento mayor que el de un plazo fijo, y propone el siguiente análisis: la inflación de 2021 fue de 50,90%, la tasa para ese tipo de depósitos fue de alrededor del 37% mientras que los usados aumentaron el 41,32% en promedio.
Sin embargo, aclara que esa variación de los precios no logró superar al de la inflación, ya que en el caso de nuestro país fue hubo una diferencia del 9,58%.
De mantenerse las actuales condiciones, parece que esta tendencia se consolidará. Al respecto, Lamas concluyó: “El panorama es incierto, pero tenemos la esperanza de que se puedan ir corrigiendo los desequilibrios macroeconómicos para lograr un normal flujo de importaciones que tanto necesita el sector”.
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