
Probamos la versión más deportiva de la novena generación de este emblemático modelo japonés; disfrute del video
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Casi no hace falta decir que Mitsubishi es una de las marcas que han hecho un culto de las competencias de rally.
Las carreras, más allá de la promoción, publicidad e imagen que producen, también son un excelente banco de pruebas para tecnologías nuevas, motores, transmisiones, suspensiones y aerodinámica.
El Mitsubishi Lancer, desde sus generaciones iniciales (la primera es de 1973), es uno de los modelos que más fue exigido en el rally, especialidad en la que ganó cuatro campeonatos mundiales de la mano del equipo Ralliart y del finlandés Tommi Makinen, entre 1996 y 1999.
Buena parte de ese caudal de conocimientos se vuelca hoy en el Lancer GT AT que probó LA NACION y que constituye el tope de gama en nuestro país.
Ya desde la estética, el Lancer GT muestra su esencia de sedan deportivo, con un afilado diseño aerodinámico de la carrocería (Cx 0,29); los faldones en la trompa y los laterales; las impactantes llantas de aleación de 18 pulgadas, y el generoso spoiler trasero sobre el remate corto del baúl. Un look muy cercano al del Lancer Evolution de rally.
Refuerzan el concepto sport de este GT las nuevas dimensiones longitudinales y transversales que presenta esta novena generación del modelo japonés. Así, la distancia entre ejes es ahora de 2635 mm (35 más que en la generación anterior), que no sólo aporta más espacio al habitáculo, sino también una geometría más larga y ancha, por el incremento de las trochas delanteras y traseras a 1530 mm, 60 más que el precedente.
Estas cotas logran sin duda lo que buscaron los técnicos japoneses: mayor tenida en curva y mejor estabilidad direccional. En este sólido y confiable comportamiento dinámico, es importante también la arquitectura y el reglaje de las suspensiones.
Adelante, el Lancer GT cuenta con un clásico McPherson, de eficiencia más que probada por su simpleza y funcionamiento. Atrás, el esquema es multilink, con múltiples brazos para proporcionar un mayor control de las fuerzas de tracción longitudinales. En este GT, además, las barras estabilizadoras de ambos ejes trabajan en conjunto con otra frontal, de tipo estructural. Las suspensiones tienen un recorrido mayor (10 mm), y los resortes de este GT son más duros (siguiendo los conceptos de competición) que los del más señorial Lancer GLS, el otro integrante de la nueva familia, aunque no hasta el punto de perjudicar el confort de marcha, que es muy bueno.
Estas características, a las que se suma el generoso calzado Yokohama Advan A-10 215/45R18 (por el bajo perfil copian más los desniveles), redundan en un óptimo comportamiento en curvas de todo tipo de radio, por lo que es muy seguro el manejo en ruta, sin sorpresas ni sobresaltos. En ciudad también se mueve con mucha soltura, producto de una excelente dirección, rápida y precisa (radio de giro, sólo 5 metros).
Frena muy bien gracias a los cuatro discos (ventilados los anteriores), y los sistemas ABS y EBD (distribución de potencia de frenado). Por las dudas, el GT tiene control de estabilidad y tracción (ASC) para evitar males mayores si el conductor excede algunos límites. Así, el Lancer GT proporciona una excelente capacidad de maniobra y resulta muy cómodo y divertido de manejar, atributos que sustentan el espíritu deportivo del modelo.
Está equipado con un motor de 4 cilindros en línea cuadrado (86 x 86 mm de diámetro y carrera), de 2 litros, doble árbol de levas a la cabeza (DOHC) y 16 válvulas, además de una relación de compresión de 10:1 y el sistema Mivec, que regula electrónicamente la apertura de las válvulas. Este propulsor entrega 154 CV de potencia máxima a 6000 rpm y un par motor de 20,2 kgm a 4250.
Está combinado con la tercera generación de la transmisión Invecs-III CVT ( Intelligent & Innovative Vehicle Electronic Control System, Continuous Variable Transmission ), una caja de velocidades automática con relaciones continuamente variables, que el comando electrónico selecciona en función de la situación de marcha y del estilo de manejo del conductor. Además cuenta con un modo Sport de 6 marchas prefijadas que puede engranarse mediante las levas de magnesio ( paddle shifters ) que tiene en la columna de dirección o con la palanca en secuencial.
Estas levas son grandes y deportivas, pero no giran con el volante, por lo que es difícil hacer cambios si éste no está en el centro.
El conjunto mecánico aporta una gran suavidad de marcha (muy progresiva y confortable en ciudad) y también un adecuado nivel de aceleración y elasticidad. Sin embargo, por las características deportivas del modelo, le falta algo de contundencia al exigirlo. Algo así como un poquito más de pimienta. Gracias al tipo de transmisión, el consumo es muy ajustado, cualidad que le permite ofrecer bastante autonomía.
Mucho aluminio y un diseño japonés (casi minimalista) caracterizan el interior, que tiene un alto nivel de equipamiento. En éste se destaca el tablero que semeja el de una moto y el equipo de audio Rockford Fosgate de 650W. Un audio digno de los cultores del tuning. La posición de manejo es de corte deportivo, pero muy cómoda y firme por las butacas con excelente sujeción lateral.
En suma, el Mitsubishi Lancer GT muestra cabalmente la tradición de la marca de los tres diamantes en el mundo de la competición.



