Las obras de riesgo hídrico que siguen pendientes
En la mesa estaba el ingeniero a cargo de la obra hidráulica más importante de la ciudad, representantes del Ministerio de Economía y la Jefatura de Gabinete de la Nación y, como observadores no participantes, funcionarios de un banco de desarrollo internacional. El ingeniero desarrolló todos los logros de la obra que estaba terminando de financiar el banco y los tiempos en que se hizo. Sus interlocutores hicieron preguntas que fueron contestadas con amabilidad y alguna chicana. Por último, el ingeniero pidió ver la posibilidad de incluir para el año siguiente el proyecto que le faltaba a la ciudad para mitigar las inundaciones en el corredor norte.
La respuesta de los emisarios del gobierno nacional fue contundente: "No tenemos cupo en la lista de proyectos". Silencio. Los funcionarios del banco se acomodaban en la silla, después de todo su función es financiar proyectos y supervisarlos. Los ojos claros del ingeniero se posaron en los de sus interlocutores. Sonrió con cierto disgusto y preguntó: ¿en qué barrio viven ustedes? Algunos contestaron en Belgrano, otro en Saavedra. "Bueno, quiero que sepan que si llueve más de 30mm de lluvia en media hora ustedes, sus hogares y sus vecinos se van a inundar". Silencio. Ni una seña de incredulidad. Nada. A mí no me lo contaron?
Una obra hidráulica de magnitud para mitigar las inundaciones necesita de préstamos de organismos multilaterales de crédito porque permiten financiarse a largo plazo. Pero eso no es todo, estos organismos tienen especialistas en temas de infraestructura que ayudan a la ejecución ordenada de una obra. Lo que demuestra la "década ganada" es que en infraestructura salimos perdiendo por goleada en tiempos donde tomar deuda del exterior es barato. Ni el transporte público urbano, ni las obras viales, ni las obras para la gestión del riesgo hídrico tuvieron un cambio modernizador para lo que requiere la urbanización del siglo XXI.
Es cierto que hubo provincias que lograron la ejecución de proyectos financiados con créditos externos, pero el manejo de a quien sí y a quien no se realizó como premio o castigo de la lealtad política. Hay provincias que están ejecutando proyectos de una magnitud exagerada para su tasa de urbanización, mientras que a otras circunscripciones mucho más pobladas no se les da el aval nacional para endeudarse y poner en marcha proyectos que mejorarían la vida de cientos de miles de personas.
Ahora bien, las consecuencias de última inundación no sólo tienen que ver con no haber tenido el financiamiento de las obras a tiempo y la ejecución de las mismas. El caudal de agua que llovió en corto tiempo es un evento de recurrencia muy escasa. Por lo tanto, el drenaje de las ciudades anegadas para escurrirse y no inundarse hubieran necesitado obras de tal magnitud que a su vez hubieran sido prohibitivas para financiarse.
En general, la gente que vive en zonas inundables no es consciente de su vulnerabilidad. No estoy hablando sólo de gente que vive en villas de emergencia, hay barrios residenciales que están situados en zonas de alto riesgo de inundaciones, como Belgrano, Palermo y Núñez. Para una concientización se necesitan medidas que no implican infraestructura física tales como comunicación y educación ambiental, planificación de la gestión de los residuos sólidos urbanos, ajustes en la normativa (Código de Edificación y de Planeamiento Urbano), planificación de espacios verdes, un sistema de alerta temprana de inundaciones y mapas de riesgo por inundación publicados que le avisen a un comprador de una propiedad dónde está parado. Esto último no es sólo función de los gobiernos locales sino de toda la sociedad civil.