
Cuando comer sin sal es un problema
Tácticas para disfrutar de las comidas en ausencia del sodio
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Juan, un empresario de 55 años, llegó a mi consultorio con un diagnóstico de hipertensión arterial. Al estar acostumbrado a batir el salero antes de probar la comida, a comer frecuentemente fuera de su casa o a llamar a los deliveries, la necesidad de cuidar el consumo de sal se había transformado en un problema porque a nada le encontraba sabor en su cotidiana lucha por mejorar sus valores de presión arterial.
Tras un largo rato de charlar sobre sus gustos, hábitos alimentarios y de la dificultad que le representa comer sin sal, le comenté que una buena manera de dar sabor a las comidas, evitando la sal, es utilizar hierbas aromáticas y especias de todo tipo, inclusive para vestir las ensaladas. Lo mismo ocurre con el jugo de limón, el vinagre o el aceto balsámico, le dije, los cuales pueden usarse a voluntad porque no aportan sodio.
Luego de escucharme atentamente, me preguntó si es cierto que el ajo y la cebolla ayudan a regular la presión arterial? "Sí -le respondí-, son excelentes condimentos y tienen una función vasodilatadora: mejoran la circulación y la fluidez de la sangre; podés agregarlos a lo que te guste. Y por la halitosis (mal aliento) no te hagas problema; podés optar por un enjuague bucal de mentol, un chicle de menta fuerte y listo".
Otro aspecto fundamental a la hora de realzar los sabores en ausencia de la sal es la cocción: "¿Sabías que las carnes cocidas al horno, a la parrilla o a la plancha conservan más el sabor que cuando son hervidas o cocidas al vapor o en el microondas?" A lo que Juan me respondió: "No lo sabía, pero aún sin saberlo ya lo estaba haciendo".
Lo que también le propuse es que cuando coma fuera de su casa o pida comida a un delivery prefiera platos poco elaborados, que los solicite sin sal y que en todo caso utilice con moderación alguna sal modificada light juntamente con los otros aderezos.
Entre consejo y consejo, Juan me comentó que últimamente las lecturas de su presión arterial estaban todas muy altas y su médico había tenido que cambiar la medicación. Afortunadamente, en la consulta surgió que utilizaba habitualmente mostaza, ketchup y salsa de soja para reemplazar la sal, lo que me permitió comprender por qué sus valores eran tan altos.
Estudiamos juntos una tabla con el contenido de sodio de esos condimentos, los analizamos y le pregunté: "Juan, sabés cuál es la consecuencia de no estar bien informado acerca de los alimentos muy ricos en sodio y de no leer las etiquetas?"
"Cuál?", repreguntó con curiosidad. "Lo que te ocurrió con esos aderezos que usabas pensando que eran bajos en sodio y que son los verdaderos responsables de que hayas tenido picos de presión. Un pico de presión puede dañar el corazón y el cerebro, entre otras cosas; es esencial que estés bien informado acerca de lo que comés."
Por otro lado, Juan incorporaba muy poco calcio y ni hablar del magnesio y el potasio. Nadie le había explicado que estos tres minerales son tres buenos aliados del corazón y las arterias. Como no tenía problema en consumir lácteos, convinimos que consumiera tres porciones por día, cuidando que los quesos fueran sin sal. Además, aceptó incorporar legumbres, cereales integrales, frutas secas, palta y aceite de oliva (todos de su agrado), así como también hortalizas y frutas de colores variados ya que aportan fitoquímicos esenciales para contribuir a mejorar el tratamiento de un sinnúmero de enfermedades crónicas, entre ellas la hipertensión arterial.
En la actualidad, Juan está muy bien informado sobre el correcto control de su hipertensión y disfruta de sus comidas pues ya no las encuentra desabridas; ha logrado variar más su alimentación y viene a la consulta con valores de presión muchos más cercanos a lo normal.
Y todo gracias a la educación e información adecuada que, reforzando conocimientos, cambiando actitudes y conductas en forma gradual, de acuerdo con las necesidades y problemática particular de cada paciente, permiten que ellos mismos aprendan a manejar y controlar en forma responsable una enfermedad que los va a acompañar toda la vida.






