Premio L´ Oréal-Unesco para una investigadora argentina
El próximo 6 de marzo, cuando se entreguen por décima vez los premios L´ Oréal-Unesco "Para Mujeres en la Ciencia", que distinguen a investigadoras sobresalientes, una de las cinco laureadas elegidas entre cientos de nominaciones de todos los continentes será la argentina Ana Belén Elgoyhen, del Instituto de Genética y Biología Molecular del Conicet.
"¡No lo puedo creer!", confiesa la científica, considerada un referente mundial en el estudio de los procesos moleculares que hacen posible la audición, pocas horas después de conocer la decisión del jurado internacional presidido por el profesor Günter Blöbel, premio Nobel de Medicina 1999, e integrado entre otros por Christian de Duve, Nobel de Medicina 1974 y creador de la distinción.
Para Elgoyhen, los logros de su carrera se deben tanto al esfuerzo como a una dosis de suerte. "En ciencia, para ser exitoso se necesitan varias cosas -afirma-: ser muy inteligente y trabajar mucho, pero también estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado, rodeado de la gente adecuada, porque nada se puede hacer en el aislamiento: se requiere un buen equipo de trabajo", dice.
Tras su paso por el bachillerato internacional del Colegio Santa Catalina, de Belgrano, Elgoyhen hizo sus primeras incursiones en la investigación en la Cátedra de Odontología con el doctor Carlos Bozzini, ya antes de graduarse en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA. "Con él tengo mi primer trabajo de investigación en el Acta Fisiológica Latinoamericana -recuerda-. Más tarde hice mi tesis de doctorado con la doctora Edda Adler sobre el efecto de las benzodiazepinas sobre el corazón."
Pero fue durante su posdoctorado, que gracias a una beca Pew realizó en el Instituto Salk, de los Estados Unidos, cuando descubrió el tema que se convertiría en el eje de su carrera y que la llevaría a dilucidar los procesos moleculares que permiten la comunicación entre el sistema nervioso central y las células sensoriales del oído.
"Descubrimos cuáles son los genes que sintetizan unas proteínas que se llaman receptores de acetilcolina -explica-. Este sistema, llamado eferente, disminuye la respuesta del oído y ayuda a filtrar sonidos de fondo. También está involucrado en ciertas patologías y protege al oído frente el trauma acústico, debido a que inhibe el ingreso de información sonora."
En el curso de sus investigaciones, Elgoyhen pudo comprobar que, lejos de lo que suele pensarse, el aparato auditivo no es un sistema pasivo, sino que también genera sonidos, conocidos como "emisiones otoacústicas".
"Si uno pone un micrófono dentro del oído y lo conecta a un amplificador, percibirá sonidos de muy baja intensidad que no podemos oír naturalmente -cuenta-. Se deben a la actividad de unas células sensoriales, las ciliadas externas, que se elongan y se contraen. Esos movimientos de contracción y elongación amplifican y sintonizan los sonidos, de manera que cada lugar del epitelio sensitivo sea sensible a una determinada frecuencia. El sistema que descubrimos y estamos estudiando disminuye la actividad de estas células."
Lejos de los clichés, Elgoyhen no se considera discriminada por ser mujer. "Creo que las dificultades son iguales para hombres y mujeres -afirma-, pero es cierto que la mujer tiene muchas más tareas que los hombres. Nos ocupamos de nuestra casa, de nuestros hijos... Hacemos de todo al mismo tiempo, para mí eso es lo más difícil de combinar. La facilidad que encuentran los hombres es que sólo tienen que dedicarse a su profesión. Pero los desafíos son parejos para los dos..."
Madre de un chiquito de ocho años, observa que la maternidad es difícil de afrontar para cualquier mujer que trabaja. "El problema en la ciencia es que uno tiene que pasar por distintas etapas -reflexiona-: primero, el doctorado, después, el posdoctorado, después tiene que establecer su propio laboratorio... Entonces, ¡pareciera que nunca es el momento justo para tener hijos!"
Con respecto al premio, que asciende a 100.000 dólares, dice que probablemente destinará una parte al laboratorio, ayudará a personas cercanas que están pasando momentos complicados y seguramente invertirá en la educación de su hijo.
"Me siento afortunada -comenta-. Entré a trabajar en esto por casualidad, precisamente en un momento en que estaba rodeada por gente muy capaz con la cual colaboré, expertos en cada uno de los temas que nos permitieron sacar el trabajo adelante. Creo que este premio no es solo mío, sino a todos los que me ayudaron en todo momento: mis padres, el doctor Bozzini, la doctora Adler y todos mis colaboradores, mis becarios que trabajaron y siguen trabajando conmigo. ¿Se puede competir desde la Argentina? No digo que no sea complicado, pero la calidad de los trabajos científicos de estos cinco o diez últimos años está aumentando radicalmente. Evidentemetne, algo debemos estar haciendo bien..."