Promover la salud anímica para dar sentido a la vida
Acostumbrados como estamos a tratar de no enfermarnos, es habitual que olvidemos cómo acrecentar y fortalecer nuestra salud. Puede parecer paradójico, pero no siempre luchar contra lo malo significa promover lo bueno que tenemos y deseamos acrecentar.
Los chinos ya lo sabían: en el I Ching, el Libro de las Mutaciones, de más de 5000 años de antigüedad, se dice que "la mejor manera de luchar contra el mal es un enérgico progreso en el sentido del bien". No alcanza con evitar lo malo; es necesario promover lo bueno para que la vida valga la pena de ser vivida.
Con estas ideas y valores, se está extendiendo el concepto de promoción de la salud, que involucra varias áreas de labor, entre ellas, la salud mental.El 14 de este mes se realizó la Segunda Jornada de Promoción de la Salud Mental, convocada por la Dirección de Salud Mental de la Ciudad de Buenos Aires, en la que se discutió este concepto. Es notable que cualquier informe sobre la salud de la población termina casi siempre siendo un informe sobre la enfermedad, circunscripto a un listado de amenazas a la salud y las formas de erradicarlas o prevenirlas. El abordaje a lo saludable no profundiza en el significado que tiene para la población su propia salud, incluso la mental.
En este terreno, es el despliegue responsable de los propios potenciales lo que permite la vida anímica saludable. Esto significa que en las situaciones difíciles y dolorosas también puede existir salud mental. Imposibles de soslayar, implican un crecimiento y fortalecimiento para aquellos que encuentran los recursos internos y externos para atravesarlas. Son vividas en salud, más allá de las penas que signifiquen.
Lista de intereses
A la gente le interesa saber cómo vivir sus afectos, algo que muchas veces se ve dificultado por los sistemas de vida automatizados, centrados en la producción económica. Si de salud se trata, la lista de intereses - y no de carencias - es infinita: el encuentro destinado a compartir con otros situaciones comunes, la procura de sistemas comunitarios para enfrentar el miedo y la desesperanza, los avatares laborales, las circunstancias vocacionales, la relación con los hijos, la relación con lo espiritual, los vínculos con los yernos y nueras que invaden o no el ámbito familiar, las penas de amor... En los hechos, podría decirse que lo que más enferma anímicamente es la abundancia que no puede compartirse y recrearse en una vida afectiva significativa.
Es difícil en estos tiempos de obsesivo economicismo imaginar un Ministerio de la Felicidad, con una Subsecretaría de Generación de Afectos, una Dirección Nacional de la Silla en la Vereda (que tenga como fin propiciar la conversación saludable entre vecinos) o un Departamento de Estimulación del Humor, además de subsecretarías que contemplaran la ayuda ante el dolor y las crisis.
El delirio tiene sentido si sirve para encontrar nuevas formas de pensar algunos temas, que no se agoten en el hecho de combatir los males y que, en cambio, se acerquen a la posibilidad de promover el bien en el terreno de lo anímico.
Dar y recibir
Para fortalecer esta idea, cabe recordar que no pocos estudiosos de teología afirman: "El mal es ausencia de bien; no tiene sustancia propia". Como la oscuridad, que se define por ausencia de luz, la patología anímica crece cuando no se encuentra luz y no se acrecienta y profundiza en las instancias saludables que habitan en toda población, las que merecen ser promovidas para mejorar la calidad de vida.
Vista de este modo, la promoción de la salud mental es una manera de organizar y potenciar aquello que toda población tiene o ha tenido: la capacidad de desplegar sus intereses ypotencialidades, y de compartirlos en un terreno de recíproco enriquecimiento y sostén, más allá de las circunstancias.
Para esto, no es necesario dar a los que no tienen, ya que no hay quien no tenga nada en el terreno anímico. Dar y recibir, en ese contexto, parecen un mismo acto. Cuando alguien descubre que no está vacío y que su vida tiene sentido, llega al punto inicial de su propia salud. Promover esa posibilidad es una tarea que ofrece más que lo que pide, y abre nuevas y ricas posibilidades en el campo de la salud mental.