
Una de cada tres mujeres sufre de disfunción sexual
Hace tiempo que la disfunción sexual femenina ha dejado de ser un secreto de alcoba. A pesar de los tabúes, y de la aún incipiente investigación científica acerca de lo que ocurre con las mujeres entre sábanas, hoy se sabe que el problema afecta, al menos, a una de cada tres.
Recientes estudios realizados en países desarrollados y publicados por el Journal of the American Medical Association (JAMA) revelan que las quejas más frecuentes incluyen la ansiedad o inhibición en el momento de iniciar la actividad sexual, la falta de placer y otras cuestiones que, por estos lares, ahora confirma una reciente encuesta realizada por el sector de Disfunciones Sexuales de la División Urología del hospital Durand.
"La muestra incluyó a 384 mujeres, y la edad promedio fue de 40 años. Observamos que el 63% tenía dificultades en la fase de deseo, el 30% no manifestaba excitación y lubricación, el 29 % presentaba dificultades en fase orgásmica y el 13% tenía dispareunia (dolor genital o asociado con la relación sexual)", explicó a LA NACION el doctor Amado Bechara, jefe del mencionado sector, docente de la UBA y director médico del Instituto Médico Especializado (IME).
"Existen cuatro categorías mayores de dificultades: en el deseo sexual (ya sea por deseo sexual bajo o nulo, o por aversión sexual); en la excitación (incapacidad para lograr o mantenerla); dificultad para lograr el orgasmo y dolor sexual. Este último punto incluye dispareunia, vaginismo -espasmo involuntario que interfiere en la penetración-, y dolor sexual no coital", dijo el urólogo.
En todos los casos, las alteraciones provocan angustia o aflicción. Y a la clasificación se le suman otros subtipos: primaria (de toda la vida) o secundaria (adquirida); generalizada o situacional; psicológica, orgánica, mixta o desconocida.
Aunque se sabe que la edad y ciertos factores de riesgo predisponen a las alteraciones de la sexualidad, las más jóvenes no están exentas. De hecho, sorprendió a los investigadores del Durand el resultado de otra encuesta sobre 80 estudiantes universitarias de medicina: una de cada 4 manifestó sufrir alguna disfunción.
"Aunque, de todos modos, las mayores de 40 que participaron de la primera investigación tenían más dificultades, siempre asociadas con un mayor número de diferentes factores de riesgo, entre ellos, la menopausia, la hipertensión, las enfermedades cardíacas, la hipercolesterolemia, las alteraciones tiroideas, el estrés, la depresión y las cirugías ginecológicas."
Falta educación
Tal vez lo más interesante es que "a pesar de las dificultades que manifiestan las mujeres, más del 60% describe su vida sexual como satisfactoria -comenta Bechara-. En el trabajo del Durand el índice de insatisfacción resultó bajo: el 67% se manifestó satisfecha con su vida sexual".
¿En qué quedamos, entonces? En que muchas mujeres, dice el especialista, "desconocen su propio cuerpo. La problemática está íntimamente relacionada con la escasa educación sexual. El número de consultas es bajo probablemente debido a factores inherentes a la paciente (prejuicios, vergüenza, desinformación) y también a factores médicos (insuficiente formación en el tema, desinterés, etc.)".
Por estas y otras razones pocos conocen que existen métodos diagnósticos y soluciones efectivas: "Es importante destacar que el abordaje diagnóstico y la orientación inicial estarán dados por el interrogatorio y complementados con el examen físico -cuenta Bechara-. La evaluación de factores emocionales y vinculares es fundamental y está habitualmente a cargo del terapeuta sexual."
Y agrega: "Aun en las mujeres en las que se detecten factores orgánicos responsables de la disfunción el componente emocional suele estar presente acrecentando las dificultades en la respuesta sexual."
De la historia física, psicológica y sexual surgirá la necesidad de realizar estudios complementarios de diagnóstico, como evaluación del estado hormonal, evaluación vascular y/o neurológica.
En cuanto a la intervención terapéutica en disfunción sexual femenina, "se agrupa en psicológica-interpersonal, hormonal, drogas vasoactivas orales y tópicas (geles), y dispositivos de vacío (recientemente aprobado por la Food and Drug Administration -FDA-, de los Estados Unidos, uno de ellos actúa estimulando la llegada de sangre a los genitales). Estos tratamientos están en constante investigación y evaluación, especialmente aquellos que se refieren al reemplazo hormonal y la medicación oral", dijo Bechara.
Hablar de lo que pasa
En este último punto, gran parte de las expectativas están puestas en el Viagra femenino: "El sildenafil es un fármaco facilitador del proceso de erección masculina. La base para el uso de este fármaco en mujeres es que la disfunción sexual de la excitación (fase neurovascular) es del tipo de disfunción más similar a la del varón -afirmó -. En un estudio reciente evaluamos la eficacia del sildenafil en mujeres con disfunción de la excitación y del orgasmo observando mejoría subjetiva en la sensación placentera clitorídea y mayor índice de satisfacción general, pero consideramos que todavía son necesarios más estudios con respecto a esta droga".
Además, "existen varios medicamentos en experimentación, como la fentolamina (un bloqueante simpático periférico), la apomorfina (que actúa en el nivel cerebral) y otros".
En cualquier caso, "el abordaje debe ser multidisciplinario", aclara Bechara. Claro que, para conseguir resultados, es imprescindible animarse a hablar de lo que pasa.







