Depresión: ¿por qué es tan difícil hablar y pedir ayuda?
Los estigmas que hay en torno a la depresión la convierten en un tema tabú; el reciente suicidio del jugador de fútbol Santiago “Morro” García visibilizó la problemática y abrió el debate sobre lo difícil que es transitar esta enfermedad mental
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El suicidio de Santiago “Morro” García, que cursaba un cuadro de depresión que no se conocía públicamente, tuvo un alto impacto que se vio reflejado en las redes sociales durante el fin de semana, cuando usuarios y famosos manifestaron pena y sorpresa, y reflexionaron sobre un tema que no suele hablarse en voz alta: la depresión. La cantante Oriana Sabatini y la actriz Delfina Chaves invitaron en sus cuentas de Twitter e Instagram a hablar de la depresión. Conscientes de su influencia, las artistas argentinas recogieron el guante y pidieron a sus seguidores que se animen a consultar, así como a brindar ayuda.
Las preguntas, la búsqueda de explicaciones y el sentimiento de culpa aparecieron inmediatamente frente a la noticia. ¿Cómo no lo vieron venir? ¿Cómo llegó a una decisión tan irreversible? ¿Faltó ayuda, faltó prevención, no le dieron la contención que necesitaba? “No sabía que eran las señales”, tuiteó uno de los amigos y excompañero de equipo del Morro. La muerte del futbolista abrió también un debate sobre la presión a la que se enfrentan los deportistas y el estrés que tienen que atravesar, muchas veces sin acompañamiento psicológico y sin la contención apropiada.
Lo cierto es que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es una enfermedad que impacta a 300 millones de personas en el mundo y es la principal causa de discapacidad a nivel global. En América latina afecta al 5% de la población pero muchas de las personas que la padecen no arriban al diagnóstico y no reciben tratamientos adecuados. Afecta mayormente a adultos jóvenes en edades productivas.
“Hay estudios que muestran que la mitad de los pacientes depresivos no acceden al tratamiento adecuado, por lo cual podríamos inferir que la verdadera prevalencia es aún mayor y afecta a un 10% de la población. Si lo pensamos en la Argentina, estamos hablando de unos 4,5 millones de personas deprimidas. Es una patología muy común, con una prevalencia importante”, asegura el doctor Daniel Mosca, médico psiquiatra del Hospital Alvear.
¿Por qué, si es tan común, la depresión suele negarse? Por varias razones, explican todos los expertos consultados por LA NACION, pero insisten en que una de las principales es el tabú que todavía persiste en torno a las enfermedades que no son somáticas, las que no están imbricadas en la anatomía humana: dolencias del alma, de la mente, de los sentimientos, de todo aquello que está ahí pero que no se puede tocar. No hay un hematoma que palpar, no hay una fractura que enyesar. Quizá por eso puede llegar a ser muy fácil enmascarar la depresión, convivir con ella durante años sin reconocer su gravedad y sin que los demás lo perciban.
La importancia de detectar a tiempo
La depresión puede ser vista como debilidad, tristeza, pereza o incapacidad. Y para muchos, pese a los avances de la disciplina médica y su reconocida función en la salud integral de las personas, admitir que se consulta a un psiquiatra es reconocer “que uno está loco”. Todo eso, sumado a la falsa creencia de que una persona exitosa o “que tiene todo” no puede sufrir un padecimiento emocional, hace que se transforme en un tema tabú y que la mayoría de las veces no se hable sobre la depresión ni se la considere una enfermedad compleja, crónica y recurrente que necesita ser tratada por un médico especialista. “En algunas ocasiones, la depresión se confunde con un decaimiento del estado de ánimo, como una situación pasajera de la que se puede salir voluntariamente”, observa el doctor Gerardo García Bonetto, psiquiatra miembro de la Asociación Argentina de Psiquiatría.
hoy todos hablan de depresión y problemas mentales porque un futbolista se quitó la vida.
— Federico Fahsbender (@fahsbender125) February 6, 2021
mañana no marginen a sus propios amigos tratandolos de intensos cuando les pidan auxilio o simplemente hablar.
Alberto Hanono ya no tiene miedo al estigma. A sus 44 años, casado y con dos hijos, recuerda que su depresión se manifestó por primera vez con la inminencia de la boda. Sintió angustia, miedo, sensación de que no iba a poder. De adolescente arrastraba un diagnóstico de bipolaridad que estaba contenida con un tratamiento médico y la ayuda de su madre. Superó esa etapa con un nuevo tratamiento específico que lo estabilizó emocionalmente y así pudo casarse y formar una familia de la que está orgulloso. “Llegué a estar seis meses en la cama, sin ganas de higienizarme, de afeitarme, de salir a pasear con mi novia”, cuenta Alberto, ahora con la satisfacción de haberlo superado y la honestidad de quien supo pedir ayuda.
¿Cómo saber que se trata de depresión y no de una etapa de “bajón”, melancolía o tristeza? García Bonetto explica que básicamente hay que tener en cuenta las características de duración, intensidad e interferencia con la vida cotidiana. Y aclara: “Estar triste es sano cuando se trata de una reacción esperable frente a un acontecimiento de pérdida (duelo), pero si no cede en el tiempo y su intensidad interfiere con la vida y se prolonga, podemos estar frente a una depresión”.
Lorena es diseñadora gráfica y a los 40 años tuvo a su segundo hijo. El día en que nació el bebé, su marido Claudio estaba internado por una neumonía que le impidió volver a la casa durante el primer mes para no contagiar. Sola con una hija de 4 años y una bebé en un departamento de tres ambientes, el día a día se le fue haciendo más difícil. Cuando Claudio volvió a la casa parecía que iba a traer algo de ayuda, pero no la suficiente. Tuvo mastitis y su hijita más grande estaba más demandante que nunca. Su hermano le regaló un mes de los servicios de una enfermera nocturna especialista en bebés para que pudieran dormir y descansar, un lujo que descomprimió un poco pero que no se prolongó en el tiempo, por su alto costo. En marzo llegó la cuarentena, la suspensión de las clases y todo volvió a complicarse. Lorena fue parte de la estadística del 57% de personas que durante la cuarentena manifestaron sentirse deprimidas.
Intentó retomar el trabajo que tenía pendiente, pero el encierro y los zooms escolares se volvieron intolerables para Lorena. Descargaba mucho sus emociones en Twitter, donde encontró voces amigas. “Parte de la gente cercana no tiene ni pistas del abismo e infierno que hemos vivido como familia, en especial yo. No sé si es porque somos malos contando lo que nos pasa, o no nos registran”, tuiteaba. Un año entero se esforzó por llevar adelante la situación hasta que hace poco decidió consultar a una psiquiatra y ya está en tratamiento, buscando el diagnóstico diferencial entre depresión, angustia y puerperio. Aunque todavía no tiene un cuadro definitivo, ahora tuitea con humor: “Siento que mi depresión es ya como una mascota, hablo de ella como si me hiciera compañía y la llevara a todos lados”.
Establecer un diagnóstico certero es parte de la solución. “El diagnóstico en medicina tiene que ser uno fundamentalmente clínico, porque no hay análisis de laboratorio o estudios complementarios para detectar la depresión”, explica el doctor Ricardo Corral, médico psiquiatra, presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras y jefe de Docencia e Investigación del Hospital Borda. “Lo que sí es importante -continúa- es que la evaluación la haga un médico psiquiatra, porque puede haber un cuadro depresivo que sea secundario a una enfermedad somática, como por ejemplo, un hipotiroidismo”.
Señales de alerta
En algunas personas, como le pasaba a Lorena, el trastorno depresivo empieza a manifestarse en una disminución de su capacidad habitual para manejar las tareas diarias y mantener las conexiones sociales. Distintos aspectos de la vida pueden verse alterados, desde ir a trabajar a sostener las relaciones afectivas, vincularse con sus amigos a perder distintos hábitos saludables. En este sentido, García Bonetto explica que además de ser cursada con tristeza, la depresión se caracteriza por la dificultad de concentración, las ideas negativas sobre uno mismo y la dificultad de sentir placer -un fenómeno llamado anhedonia- o de levantarse a la mañana. Muchas veces, se acompaña de ideas de muerte y en los casos más graves, con ideas o tentativas suicidas.
“El gran problema de esta patología es que los pacientes tienen una importantísima reducción en su calidad de vida. El paciente no siente placer por las cosas que antes se lo generaban, no puede disfrutar de su familia, se ausentan de sus trabajos, en muchos casos se ven incapacitados de hacer su trabajo, de desarrollar su profesión, de estudiar, de llevar adelante cualquiera de las tareas que hacían habitualmente”, detalla García Bonetto.
A mi lo del Morro, me hace querer hablar de la depresión. Pero no de la depresión en general, sino de la depresión masculina específicamente. ¿Cuantas veces hemos escuchado a un varón que, al contar sus dolores recibe un "no seas puto" como respuesta de parte de otros hombres?
— El Güino (@JmanuelRossi) February 6, 2021
Uno de los problemas es que la depresión se puede enmascarar, lo que también la vuelve difícil de detectar en muchos casos. “Hay personas que tratan de sobreponerse al cuadro depresivo y tratan de mantenerse en sus actividades normales, pero lo hacen con mucho esfuerzo y eso en muchas circunstancias hace que pase desapercibido”, señala el doctor Corral. “También está el estigma que lleva a creer que el estar bien de ánimo es una cuestión de voluntad y se resuelve haciendo cosas, pero eso no es así: se necesita un tratamiento”, observa el médico y destaca que este tipo de ideas alejan de la búsqueda de un tratamiento.
“Creo que es fundamental tener un buen profesional que te dé el tratamiento que corresponde, tus ganas de salir y la suerte que tuve de tener a mi mamá, a mi novia que se transformó en mi mujer y a mi hermana que me ayudaron. Por los momentos que tuvo que aguantar mi señora, siempre le voy a estar agradecido a ella, por bancarme y estar a mi lado”, rememora Alberto, quien enfatiza la importancia del diagnóstico y el tratamiento adecuados. Siente que si pudo terminar su segunda carrera terciaria y hoy sus proyectos se van concretando, es gracias a que fue capaz de pedir ayuda y hubo quienes estuvieron ahí para dársela.
Dónde consultar y pedir ayuda
- Asociación Argentina de Psiquiatras: para encontrar un profesional experto; http://www.aap.org.ar, (011) 4331 5009.
- Hospital Nacional en Red Especializado en Salud Mental y Adicciones “Lic. Laura Bonaparte”: cuenta con un Comité de Emergencia que realiza entrevistas telefónicas para asesoramiento y contención de personas atendido por profesiones de salud mental; (011) 4305-0091 al 96, interno 2106. La primera consulta gratuita es por demanda espontánea presentándose sin turno de lunes a viernes 8 a 18 en Combate de los Pozos 2133, CABA.
- Salud mental responde Hospital José T. Borda: brinda orientación telefónica de forma confidencial a personas de CABA que requieran asistencia o acompañamiento de salud mental 4360-6670
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