Inhallables con corazón en la literatura angloamericana e inglesa
Dedicada a textos de ficción y no ficción, Aimé Olguín y Dana Najlis apostaron por una nueva editorial independiente que ya lanzó su primer libro: “Risa negra”, de Sherwood Anderson
Suscriptores11 minutos de lectura'

Todo empezó con una charla. Dos mujeres de mediana edad se encuentran en una fiesta. No se conocen. Una se acerca a la otra porque sí. Empiezan a conversar, y el tiempo se detiene. Hablan de cine, de ese género que las dos tanto aman: el western. Entonces, en ese rincón de la fiesta, comparten palabras como: hombre, desierto, pieles rojas. Es que una de ellas es crítica de cine y la otra docente de literatura norteamericana; las dos, lectoras. No dejan de conectar con temas y formatos, y quedan para tomar algo otro día. De uno de esos primeros encuentros entre dos extrañas que se conocen como de cien vidas, surge la idea de hacer un sello que unifique las pasiones que comparten.
Así, de la mano de Aimé Olguín y Dana Najlis, nació Palmeras salvajes. Una editorial independiente dirigida por dos mujeres. El catálogo que reúne a autores angloamericanos y británicos desde la época colonial hasta la actualidad. Y no se puede pasar por alto que en territorio de lo norteamericano, remite al libro de William Faulkner. “Cada una tenía escondida dentro de sí –afirma Najlis– la idea de una editorial en la que, sobre todo, pudiera decidir sobre los títulos que a una le gustaría leer. Lo pensamos, más que nada, desde la perspectiva del lector”.
Por su parte, Olguín lo referencia así: “Cuando nos encontramos, nos encontramos primero como lectoras. Nos conocimos hace no tanto tiempo y nos hicimos muy amigas. Interpeladas mucho desde la literatura y el cine. Como esos encuentros de prácticamente gritarnos lo que estábamos leyendo”.
Aimé Olguín es traductora literaria, profesora de Literatura Norteamericana (UBA y UNSAM). Sobre su camino, señala: “También doy clases en el Lenguas vivas, que es como la gran escuela de traducción desde hace muchos años. Me acerco a la disciplina desde mi formación y mi trayectoria. Trabajé como traductora y correctora en distintas editoriales hace varios años. Me gusta mucho el aula y me quedé más por ahí”.
Dana Najlis, crítica y ensayista de cine. Escribe en La vida útil y para diferentes publicaciones en España. Durante muchos años fue productora de cine. “Mi pata de la escritura viene por ese lado”. Además de las dos editoras, hay una tercera mujer en el equipo, Virginia Ruano, quien está a cargo de la revisión y la corrección. “Las editoras me contactaron gracias a la recomendación de una colega. Si bien me dedico puntualmente a la revisión y la corrección del texto, también intercambiamos ideas sobre las distintas etapas del ciclo de vida de un libro, como la distribución, la comunicación”, señala Ruano.

El primer libro con el que Palmeras salvajes salió al mundo fue Risa negra, de Sherwood Anderson. Autor americano que nació en 1871 en Ohio y murió en Panamá (1941). Pasó por muchos oficios: obrero en una fábrica, soldado, periodista, publicista y hasta hombre de negocios. ¿Sobre qué es la historia de Risa negra? Hay mucho de los propios recorridos del señor Anderson. Pasajes, de una cosa a otra: de un oficio a uno nuevo, de lugares, de identidades. Para Dana Najlis: “Es una historia muy universal que trabaja una fantasía que todos tienen, que es dejar de ser quien se es, para convertirse en alguien más. Como decir: levantarte un día de tu cama, cambiarte el nombre, y que esa mudanza sea como nómade. Que no sepas adónde te vas a instalar. Escapar. Huir de todo lo fijo”.
Olguín, por su parte, dice: “El personaje se va moviendo por el territorio, sigue el río. Arriesga para ciertos géneros, pero trabaja ese mito de: ‘Ay, Dios mío, me está por estallar la cabeza, ¿qué hago?’. Me levanto. Dejo las cosas como están: la carne en el plato, abandono a mi mujer, me cambio el nombre y me voy al sur”. Y un dato fundamental: “Sí. Me voy al sur, trabajo en una fábrica pintando ruedas y tal vez me pueda convertir en poeta”, subraya Najlis.
En tanto pasajes, también transformación. Una de las editoras, Olguín, lo ordena de esta manera: “Pero primero me tengo que pasar al anonimato, cambiarme el nombre, no ser nadie en ningún lugar. Es una historia que trata un mito básico estadounidense, que es la fuga del hombre de un principio muy rector que es la mujer. El espacio doméstico. Algo que lo restringe. El norteamericano se convierte en norteamericano conquistando territorio salvaje, matando al indio. No quedándose en la casa con la mujer a construir un hogar en la ley del Este. Y él lo elabora, pero no se pierde solo en lo arquetípico. Se cimenta sobre eso y trabaja una historia que es muy particular de Anderson, con un lenguaje muy andersoniano”.

Esta es la quinta novela del americano. Publicada en 1925, es decir, está por soplar sus cien velas. Decía, entonces, Olguín, que es un lenguaje muy de este autor. Ahora bien, para que eso llegue sano y salvo al lector que lo recibe en castellano, juega un rol fundamental la traducción. Porque que las hay, las hay: chascos de ediciones de autores maravillosos, publicados con tapas hermosas, pero imposibles de leer. Palmeras Salvajes buscó, de manera consciente, que la traducción fuese prioridad. Por eso, en la tercera página del libro se lee el nombre de la traductora que las editoras fueron especialmente a buscar: Márgara Averbach.
Entonces, a modo de muestra, en un fragmento del capítulo dos de la novela, se entra a ese mundo así: “Bruce no se parecía mucho a un obrero. Le había llevado más de dos meses dejarse una corta barba espesa y un bigote y, mientras lo hacía, le picaba la cara todo el tiempo. ¿Por qué había querido dejarse la barba? Cuando abandonó Chicago y a su esposa, se refugió en Illinois, en un lugar llamado La Salle y empezó a bajar por el río Illinois en un bote. Más tarde, perdió ese bote y se pasó casi dos meses viajando río abajo hasta Nueva Orleans mientras se dejaba crecer la barba. Era una travesura que siempre había querido hacer. Desde muy chico, desde que había leído Las aventuras de Huckleberry Finn, tenía ese tipo de idea en la cabeza. Casi todos los hombres que vivían en el valle del Mississippi tenían esa idea bien guardada en alguna parte”.
Además de Averbach, cuentan con la traducción de Gabriela Raya. Sobre la lupa puesta en la forma en que el lector recibe a Anderson, por caso, pero en castellano, Najlis afirma: “Las traducciones las encargamos. Estamos como en proceso de armar nuestro grupo de traductores y traductoras que nos gustan como trabajan. Las elegimos, y lo digo en plural porque los dos primeros libros están traducidos por dos mujeres, Márgara Averbach y Gabriela Raya. Su experiencia habla por ellas, no hace falta ni que las presente. Las fuimos a buscar específicamente por sus trabajos, perfiles”.

Además del lanzamiento del primogénito de la serie, Sherwood Anderson, seguirán otros dos nombres más que significativos para apetitos lectores. De Gertrude Stein, Tres vidas; de Katherine Anne Porter, Pálido caballo, pálido jinete. Para entender la lógica del catálogo, es importante recordar que la selección de autores y títulos está pensada desde las propias búsquedas lectoras de las dos editoras.
“Con Katherine Anne Porter, me encapriché. Y está bien. Es una novela corta. Ella (Porter) no aceptaba el término nouvelle. Me gusta esa firmeza de ella. Me di cuenta de que había leído una traducción viejísima, que sacó Lumen en España, acá no. Sucede que es una obra con derechos. Y nosotras: ‘no manoy’. Nuestra editorial es autofinanciada al cien por cien. Desde el comienzo, y hoy sigue siéndolo. Un poco el límite era buscar obras que estuvieran libres de derechos. Empecemos por ahí, dijimos”.
Pero apostaron fuerte. Y Aimé Olguín lo recupera así: “Pensando en ese título que Dana quería, el de Porter, dijimos: bueno, podemos comprar uno. Pero había que buscar, lo pensamos como tres libros para salir al mundo. Una tríada. Al principio, pensamos que lo dejábamos para un poco más adelante. Como en grupos de a dos, que fusionaran bien. Por eso sale Rosa negra y después vendrá Tres vidas, de Stein, que dialogan de una manera muy interesante”. El sello tiene un recorte particular. “Vino toda la pasión que tenemos por toda esta literatura americana del Siglo XX y empezaron a aparecer estos títulos tan fabulosos y un poco olvidados”, señala Dana Najlis.
Con eso del olvido refiere a libros que en algún momento fueron publicados, varias décadas atrás. “Decíamos: mirá, conseguí está edición. Luego de las primeras semanas –subraya Najlis–, nos estábamos pasando libros destruidos, que eran como ediciones en castellano de Tropel o Grandes novelistas, destruidos. Ella me los daba en un sobre que si lo leías una vez más, se pulverizaban”. La manera en que llegaban a esos casi pulverizados, las hizo pensar en varias cosas. “Ella –dice Olguín refiriéndose a su coeditora– es muy buena compradora en librerías de viejo. Y ahí nos dábamos cuenta de cosas que no estaban publicadas, de muchos años atrás o con una mala traducción”.
Pero no termina de hablar, que enseguida sigue y refiere al escritor y editor Luis Chitarroni ( 1958-2023). Quien estuvo detrás del catálogo de otro sello, La bestia equilátera, que se caracterizó por traducir títulos y autores que coinciden con los criterios de Palmeras salvajes. “Y ahí sí, si se me permití enlazar con lo que hacía Luis –refiere Olguín–, que para mí es el mejor editor de la Argentina. Hablamos todo el tiempo de Chitarroni”. Y Najlis resalta: “Es como un gurú”.
Para abrir el capítulo sobre el sentido de un gran editor, Aimé Olguín destaca que no era lo mismo como lector, escritor o editor. “Un monstruo de tres cabezas, con una intuición casi fuera de este mundo para rescatar textos que sirven para distintos públicos lectores. Son libros que puede leer cualquiera. Además, tendía a elegir nouvelles. Entendió cómo funcionaba la globalización en la subjetividad lectora. Yo no soy buena lectora de cuentos. Me gusta la novela larga. Pero es cierto que a veces, amigos, me preguntan: ‘¿Qué puedo leer? Pero que no sea un choclazo’. Entonces digo: novela corta. Esas 150 páginas si están bien trabajadas y es un buen texto, Dios mío, es un regalo. Y creo que él (Chitarroni) entendía que rescatar ciertos textos, no solo dependía de una estética específica, sino de una longitud de hasta dónde podía llegar. En ese sentido, una intuición muy poderosa en torno, no solo a lo que se podía leer, sino a lo que podía vender”.
Respecto de lo que viene a traer el sello, Virginia Ruano lo describe así: “El mercado editorial argentino vive un momento de una fuerte y sustanciosa bibliodiversidad y esto sin dudas se debe al trabajo constante e infatigable de las editoriales independientes. Creo que Palmeras Salvajes entra al juego con una propuesta que enriquece al sector con títulos fundamentales de la literatura angloamericana”. Desde el trabajo de adentro, subraya: “Son libros que se caracterizan por tener traducciones minuciosas y una edición muy cuidada”.
A todo ese trabajo, las editoras lo llaman “picar piedra”. A propósito de las palabras, se impone una ampliación. “Es que el trabajo de la edición es muy hermoso, pero es de picar piedra”, según Dana Najlis. Para abrir la abstracción, Aimé Olguín sale al ruedo. “Los de los traductores y editores, también son lecturas. Poder entender esa lectura que ha hecho el traductor. Estar o no de acuerdo con lo que tiene que ver a nivel estilístico. Y después, viene una parte que es más delicada, de cuánto intervengo sobre la traducción, cuestiones de estilo. A veces se pone peludo. Estamos editando a Stein. Y le digo a Dana: esto está muy arriba, un poco elevado, hay que bajarlo. Toqueteamos mucho el texto porque queremos que el sistema de lengua sea muy vital, completo. Picamos mucha piedra: no es que solo encargamos la traducción”.
Está el trabajo puntilloso, pero también la génesis: un proyecto que nació a la luz de un sí. Dana Najlis dice con alegría “A Aimé y a mí nos encanta esto de lo lúdico, de proyectar cuando nos juntamos a hablar, a tomar un vino y pensar. Son los encuentros más lindos”.
Otras noticias de Conversaciones en LA NACION
- 1
Jeff Bezos se casa en Venecia: así son los cinco hoteles que cerrará en exclusiva para sus invitados
- 2
A qué hora comienza el paro de colectivos este 28 de marzo
- 3
El rey Carlos III tuvo que volver al hospital por “efectos secundarios” en su tratamiento contra el cáncer
- 4
El problema de salud de Cami Homs que alarmó a sus seguidores: “Me contagié”