“6-7″, o cómo sentirse joven en plena madurez
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Cumplir años... uf, debe haber tantos sentimientos al respecto como personas hay en este mundo. Más aún, en cada una de esas personas seguramente habrá distintas reacciones a lo largo de la vida, según la edad, la etapa, el momento emocional y una larga lista de etcéteras.
Establezcamos un límite. Por ejemplo, digamos que hasta los 12/14 (ya sé, es arbitrario, pero quién no en algún sentido) dependemos de nuestros mayores. Entonces los padres invitan a toda la parentela y algunos amiguitos de la escuela y/o del barrio a la fiesta. Ojo, en algunos casos esa fecha no es muy distinta de cualquier otro día (más allá de los regalos), sobre todo en familias numerosas (sé de qué les hablo).
Pero pasemos a lo más interesante, cuando uno empieza a decidir por sí mismo. Podríamos fijar dos fechas iniciáticas: los 18 en los varones, los 15 en las mujeres (por ahora no encontré hitos similares para otros sexos o géneros autopercibidos) y los 20, en este caso como la primera década en la que muchos empezamos a sentir esas celebraciones de aniversario redondo. ¿Y los 30? “Uf, ya no somos tan jóvenes, sería hora de que empezáramos a tener claro qué queremos y a dónde queremos ir, ¿no?”.
Es cierto, a veces ese momento se demora y no es la muerte de nadie. Es más, a estas alturas esa edad puede ser el momento de pegar el volantazo y cambiar de sendero. Las nuevas generaciones, después de todo, no se casan con nadie ni con nada.
Ahora bien, ¿qué se hace cuando el cumpleaños no es un número redondo, no es un fin/inicio de ciclo? Se podrá decir que siempre hay algo para festejar, o para hacer un balance, un plan para el futuro. Por suerte, en estos tiempos uno puede buscar ayuda en las redes sociales para encontrarle un sentido a un aniversario.
Alguna notificación digital me llamó la atención sobre el uso de la expresión “6-7”. Con los enunciados ya clásicos: “qué significa la expresión 6-7”. “Por qué se usa la expresión 6-7 en redes sociales”. “A qué se refieren los adolescentes con la expresión 6-7”.
Como no suelo cliquear en esas notificaciones (salvo que sean de un medio confiable), opté por consultar a la inteligencia artificial, para ver si encontraba algún motivo especial para festejar. Empecé por Copilot, y sufrí una decepción. La expresión “viene de la canción “Doot Doot (6 7)” del rapero Skrilla, lanzada a fines de 2024, donde recita ‘6‑7’ como parte de la letra”, y se viralizó cuando el clip del señor Skrilla “se usó en ediciones de videos de LaMelo Ball”, un basquetbolista que mide 6 pies y 7 pulgadas (2,01 metros). Cumplí 67 la semana pasada, pero apenas paso el metro sesenta y cinco. Por supuesto, no tenía idea de qué me estaban hablando, pero trato de estar al día.
Pero mi mayor desengaño llegó al preguntar cuál sería el significado real: “No tiene un significado fijo; se usa como jerga nonsense, una especie de expresión lúdica o de broma. Se considera parte del fenómeno conocido como brain rot slang, donde la palabra en sí y su uso –no su sentido literal– es lo que genera conexión social humorística entre niños y adolescentes”. Me siento joven, pero no tanto...
Había leído con entusiasmo en otra aplicación que, en algunas ocasiones, se usa “para referirse al atractivo físico de una persona”, como “un código discreto”. Gemini.com “me tiró un centro” al señalar que “en la cultura digital de citas y TikTok es común calificar el atractivo físico de una persona con una escala del 1 al 10”, y que en este contexto, “si alguien utiliza 6-7 para calificar la apariencia de otra persona es una forma de decir que esa persona está un poco mejor que el promedio”. Concluye, eso sí, que también es una forma de ser diplomático para “no herir sentimientos”. ¿Mejor que el promedio? ¿Promedio de qué? Califíquenme como quieran, a esta altura solo se trata de vivir, diría el joven Litto.
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