Agronomía triplicó el ingreso
Aunque saben que la salida laboral no es sencilla y conocen la crisis económica que atraviesa el campo, cada vez más jóvenes quieren estudiar Agronomía en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Allí, donde históricamente la matrícula se acercaba a unos 350 inscriptos anuales, la cantidad de ingresantes trepó en los últimos dos años hasta más de 1000.
Para las autoridades de la Facultad de Agronomía, el interés creciente se explica por la reforma curricular que la institución puso en práctica a comienzos de 1999, destinada a orientar las carreras hacia un perfil más gerencial que técnico, de acuerdo con la demanda del mercado.
Esto, además del acortamiento de la carrera, revalorizó el título de la UBA y "ayudó a recuperar alumnos que antes elegían universidades privadas", contó a La Nación el ingeniero agrónomo Fernando Vilella, decano de la facultad.
La apertura de sedes en la provincia de Buenos Aires y una nueva carrera también sumaron estudiantes.
Nuevos perfiles
"La carrera de Agronomía estaba formulada tradicionalmente para formar asesores de productores agropecuarios. Hoy no se pide que los ingenieros agrónomos sepan transmitir una técnica, sino que puedan manejar grupos de profesionales, hacer planteos económicos y calcular costos de producción. Había incoherencia entre la formación y la salida profesional", dijo Vilella.
Los datos que menciona provienen de un relevamiento que la facultad realizó sobre los graduados de 1994. Según contó el decano, sólo un 25% trabaja como asesor de productores agropecuarios. "El resto -señaló- está en distintos puntos del negocio agropecuario: servicios, cadena comercial, supermercados."
La reforma acortó la principal carrera de la facultad, Agronomía, que hoy cuenta con unos 600 estudiantes, para facilitar el acceso a las especializaciones.
A las carreras de Diseño del Paisaje y técnico en Jardinería y en Floricultura, que también dicta la facultad, se sumó este año la licenciatura en Economía y Administración agrarias, en conjunto con la Facultad de Ciencias Económicas. Hoy, casi 3000 alumnos -la mayoría de extracción urbana y sólo un 35% de mujeres- asisten a diario a las instalaciones de Agronomía, ubicadas en un predio de 50 hectáreas, propiedad de la UBA, que comparte con Veterinaria.
Las aulas alternan con amplios espacios verdes, calles internas que usan tanto alumnos como ciclistas y vecinos, campos de práctica con cultivos y animales, laboratorios y herramientas para trabajar la tierra.
Con el nuevo plan de estudios, la carrera para ingeniero agrónomo pasó de seis a cuatro años y medio. Los últimos seis meses tienen contenidos específicos del campo disciplinario que el estudiante elige.
"Los créditos que obtenga en esa área se cuentan como parte de una especialización posterior. De esta manera, alguien termina una especialidad en el tiempo en que antes le llevaba la carrera de grado", dijo el decano Vilella. Además, realizaron un acuerdo con el CBC para que la mayor parte de las materias se dicte en la facultad, con profesores de la casa.
El cambio también abarcó los posgrados. "Teníamos una escuela de graduados que formaba investigadores y docentes. Este año lanzamos un programa de Agronegocios, al que se sumarán cuatro posgrados con foco en lo profesional."
La facultad ya dictaba Agronomía en Junín, a lo que sumaron este año sedes en las localidades bonaerenses de Carlos Casares, San Pedro -con la tecnicatura en Cultivos Intensivos, una carrera a medida para esa zona- y en Escobar, donde dictan Floricultura.
La reforma académica se encaró sin cambios en el presupuesto, que asciende a $ 12 millones por año. De ellos, $ 10,5 millones se usan para pagar sueldos.
Otras ofertas
En el país hay 26 facultades que dictan carreras relacionadas con el campo. Y hace unos diez años las abrieron muchas universidades privadas.
En la Universidad del Salvador se dictan Agronomía, Veterinaria y Tecnología de los Alimentos, con un total de casi 500 alumnos. "Veníamos creciendo hasta este año, en que influyó la crisis coyuntural del campo", dijo a La Nación Gustavo Otamendi, director de las carreras de Agronomía y Tecnología de los Alimentos.
En la Universidad de Belgrano, al contrario, este año hubo un repunte del 7% en las inscripciones a carreras agrarias.
En todos los casos, las perspectivas para los egresados no son alentadoras. "En el sector público, las posibilidades son casi nulas porque no se renueva el personal técnico desde hace años, mientras en el sector privado muchos encuentran empleo en supermercados y cadenas de distribución", dijo a La Nación Pablo Vernengo, director del Consejo Profesional de Ingenieros Agrónomos.
Según contó, en el país hay actualmente unos 23.500 ingenieros agrónomos, con un promedio de edad de 39 años y 1200 pesos mensuales de sueldo. El 15% son mujeres, un porcentaje en crecimiento.
Las motivaciones para convertirse en profesional del campo son diversas. Desde la "tradición familiar",como contó a La Nación Magdalena Satorre, alumna de tercer año de la UBA, hasta el encanto del contacto con la naturaleza y la vida al aire libre, como aseguró un grupo de alumnos de segundo año, mientras almorzaban al sol, en un alto entre Economía Agrícola y Fisiología de las Plantas.
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